La noche estaba helada, silenciosa y preparada para cualquier cosa, la ventana sin cerrar, se movía ante el fuerte viento que entraba revoloteando y esparciéndose por todo mi espacio, tocando cada pared y cada objeto de mi habitación, la oscuridad acariciaba ciertos puntos, limitada a tocar donde parecía colicionar con la luz tenue de la luna, mis parpador peleaban por no caer, y el reloj era mi punto fijo durante las largas horas que habían pasado mientras yo estaba allí, acostado, esperando la hora indicada, la deseada.
02:50
Faltaban solo diez minutos, esbocé una sonrisa, esas típicas sonrisas que uno lanza al despertarse en una mañana, recordando cada detalle de un momento en particular, de esos momentos brillantes de la vida, los que te hacen sentír que hay algo por lo que sonreir cada dos por tres.
Estiré mis brazos, escuchando algunos de mis huesos tronar, toque la pared a mis espaldas y volví a dejarlos a mis costados.
Era una rutina extraña que tenía, levantarme a estas horas y dirigirme hacia el parque de atracciones, pero no solo iba a caminar ilegalmente por la propiedad que a esas horas obviamente estaba cerrada, no, había una persona que me esperaba del otro lado de aquellas rejas oscuras, altas y de aspecto terrorífico, en vez de un parque para divertirse y pasear con amigos y familia, parecía un lugar viejo y para pasar miedo, sus estructuras daban escalofríos y al verlas no dan ganas de subirse, eran grandes y algunas de madera vieja que nunca habían cambiado, ni siquiera pintado o darle algún retoque lindo que dejará de asustar a la gente, pero ya no importaba la apariencia que este mostraba, el parque no funciona desde hacia décadas, el dueño de aquellas extensas hectáreas dejó la ciudad y nadie había querido hacerse cargo de las atracciones, por lo que quedó abandonado.
Desde que era pequeño que me dirígia hacia aquel lugar, era como una obligación, mi corazñon exigía que fuera a mi visita diaria, siempre.
En una huida de mi casa, tras tener una pelea con mi madre, me había perdido luego de una larga corrida que había dado desde el pórtico, y delante de mis pies estaban aquellas rejas, que eran rodeadas por una enredadera que por la próxima llegada de la primavera empezaba a dar brotes de la típica flor celeste. En lo más alto de uno de los tallos, sobresalía una flor, la única que había madurado. Extendí una sonrisa y traté de dar un pequeño salto para tocarla, la quería en mis manos y así poder pedirle una disculpa a mi madre, con esa flor, el problema era que a esa corta de edad que tenía, mi mano apenas alcanzó a tocarla, bufé y le había dado una fuerte patada por mi enojo.
-Toma- Me giré luego de escuchar aquella voz, a mi lado había un chico, un poco más alto que yo, tenía la flor que trataba inútilmente de alcanzar en su mano- No deberías cortar su vida, ellas son escenciales en la vida ¿Sabías? Solo por esta vez-
Luego de recibir la pequeña flor y el impacto de su sonrisa, hizo a un lado alguno de los yuyos y tallos de la enredadera y desapareció adentrándose a las tierras viejas del parque y pasando entre los juegos.
Y como los niños a esa edad tienen la curiosidad a flote, yo no había escapado de aquel fenómeno que me dominaba, no pude controlarme y al dar un paso sobre las tierras prohibidas, me sentía toda una niño rebelde rompiendo las leyes.
Tal vez si no hubiera pasado y perseguido a aquel niño, nunca hubiera convertido en rutina el venir a las tantas horas de la madrugada.
Lo había seguido y el estaba frente a la vuelta al mundo, me acerque y me paré a su lado.
-¿Quieres subir?- Dijo mirándome de reojo.
-¿Funciona?- Entrecerré los ojos, extrañado por aquella pregunta, los juegos no funcionaban y su aspecto hacia que creyera que si ponía un pie sobre una de las cabinas aquella cosa saldría volando y toda la atracción se caería.
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☆Amusement Park☆ Taemin-Jimin
FanfictionLa atracción principal era el. Y el, era su amor eterno.