era tenue, casi nada,
mi pequeña mariposa.
A SeHun le encantaban los mocos. Era de esos niños que tenía uno de esos extraños gustos de hurgarse la nariz y comerse lo que encontrará dentro.
A su padre le divertía, siempre le dejaba a su hijo hurgarle la nariz después de un largo día de trabajo. Pero siempre con cuidado de que su esposa no lo atrapara, porque era posible que ella misma se volviera viuda. Su hermano también apoyaba ese extraño gusto de SeHun, aunque le parecía asqueroso en ocasiones; era divertido escuchar a SeHun decir "Que ricos mosquitos tienes, hyung" después de que hurgara en su nariz.
Su madre pegaba el grito al cielo.
Siempre le tenía la nariz limpiecita a SeHun para asegurarse de que no se comiera sus mocos. Y también vigilaba; como si de un halcón a su presa se tratasen, a su esposo e hijo mayor.
Sabía que SeHun era un niño, iba a pasar por extraños hábitos y gustos a lo largo de su infancia. Pero ella se encargaría de evitarlo a toda costa, hasta el grado de instalar cámaras alrededor de la casa para vigilar que su esposo e hijo mayor no alentarán ese consumo. SeHun se terminaría cansando.
Cuando entro al kínder, le hablo a las madres de todos los niños para pedirles que si podían limpiarles muy bien la nariz a sus hijos, no quería que SeHun ocasionará problemas por querer comerse los mocos de sus demás compañeros. Ya pronto entraría a la primaria, ya debía cambiar esos hábitos suyos y volverse un niño bueno. Decir que la cara de SeHun era un poema cada vez que sus compañeros le decían que no tenían mocos, era poco.
Pero cuando llegó JongIn, fue como si Dios le dejará un milagro a SeHun.
JongIn había llegado aproximadamente a principios de marzo, donde la primavera estaba a flor de piel y las alergias a todo lo que daba. Extrañamente a SeHun no lo atrapaban. Sería por el sobre-cuidado de su madre y maldecía eso internamente, no en voz alta, por que decir malas palabras en voz alta era malo.
Primero lo había visto desde lejos cuando había entrado al salón de clases. Su nariz moqueando fue lo que le llamo principalmente la atención. La profesora había mencionado que JongIn era un niño especial y que todos cuidaran de él. Y claro, para SeHun, JongIn era un niño muy especial, sobre todo sus mocos.
El menor no fue nada delicado la primera vez que se acercó a JongIn. Ignoro las palabras que había dicho la profesora y se acercó a la mesa que le habían asignado solamente a él, arrastro una silla consigo y se sentó a un lado suyo bajo la atenta mirada de JongIn a todos sus movimientos.
— ¿Me puedo comer tus moquitos?
— ¿Huh?
—Que si me puedo comer tus moquitos.
— ¡Maesta!
No fue la mejor manera. SeHun fue regañado y sentado hasta el otro extremo, lejos de JongIn, lejos de su moquitos.
Tampoco se pudo acercar en el recreo. La maestra se encontraba con su nuevo compañero, limpiando sus preciosos moquitos y dándole de comer unas salchichas con forma de pulpo, ¿acaso no puede comer solito?, se preguntaba SeHun, si ya tiene mi edad, debería comer solito.
SeHun lo miraba fijamente desde su lugar, no quería jugarle al vivo acercándose otra vez y posiblemente ganarse otro regaño por la maestra y que posiblemente llamará a su madre. Pero decir que estaba frustrado era poco. JongIn era perfecto, y no podía acercarse a él. Era como si se tratará de un perro, y le colocaran el plato de comida en frente de él, pero no pudiera acercarse a probar algún bocado. Irónicamente, era así de alguna forma.