Mi amor no era enfermizo, era amor.

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Era el amor de mi vida, era todo lo que tenía y se fue...

Mi vida había sido normal, corría por las calles, por fin lo había logrado; me sentía libre, por fin era yo. Nunca podría explicar cómo me sentía, miles y miles de palabras podrían salir de mi boca pero no lograrían expresar mi felicidad. ¡Tenía que tranquilizarme! todos me veían como una loca; no podía empezar así de nuevo, me gustaba mudarme seguido, mas no siempre fue por gusto propio. Si ciertamente me gustaba viajar y conocer lugares nuevos, también odiaba sentirme como una rara. Siempre he sido alguien con miedos y yo sé que nadie escribe sobre sus miedos, nadie lo hace precisamente por miedo. Por miedo a que alguien lo descubra, por miedo a que si lo descubren te van a destruir, te van a romper y nadie quiere eso; yo también tengo ese miedo, pero mi miedo se vuelve más y más grande. Mi miedo me derrumba, me quiebra, me mata. Confieso que soy una persona solitaria, una persona solitaria que tiene miedo a quedar sola. Tengo miedo de ser yo, tengo miedo de nunca ganar, de nunca hacer sentir orgulloso a alguien. Tengo muchos miedos. Pero hoy, hoy nada existía, hoy solo era yo y mi nueva vida.

Nunca me he enamorado, esas cosas son para ridículos con tiempo y yo no era una de ellos. Al menos no por ahora, o eso creo, quizás sí quiero enamorarme, no, no, no. No hay tiempo para dramas, mucho menos para juegos.

-"¡Despierta de tus pensamientos, boba!" escuche gritar, ¡pero qué hombre! Pensé y seguí caminando, busqué un lugar lindo y me senté bajo un árbol, un bello árbol...

Han pasado 10 días y yo sigo sin olvidarle, le sigo soñando, le sigo amando. Llevo 10 días en mi cama, no sé si buscarle u olvidarle, -¡para! Dice mi razón –tú no sabes amar. Replicó y tremenda razón tenía, yo era inexperta pero lo iba a arriesgar todo, le iba a hablar y después a enamorar. Decidida me levanté de la cama y me vestí lo más bella y femenina que pude, no era suficiente pues su belleza era demasiada para una boba como yo; sin embargo triste y decidida salí a enamorarle recorrí las mismas calles que aquel día en que le vi, poco a poco empecé a divagar. De pronto le volví a sentir, el mismo chico, el mismo insulto, pero esta vez con más tristeza. Sin embargo, ¡no me rendiría! Me senté bajo el mismo árbol y pensé cómo le conquistaría.

Después de varios días de la misma rutina, decidí hacer algo diferente, con un poco de dinero que había ahorrado, fui a comprar la ropa más bonita en todo el universo, pero no sólo eso, compré unas enormes zapatillas y un collar perfecto. Regresé a casa, puse un poco de música y entre cantos desafinados y largas duchas pensé: "¡hoy es el día!". Después de 3 horas y media estaba lista y más bella que nunca; pronto salí de casa, pero esta vez encontré a un nuevo hombre, que sin siquiera dirigir su mirada hacia mí, grito " ¡quítate estorbo!" y pronto el delicado tul del vestido estaba rasgado, el tacón de mi zapatilla estaba roto y yo estaba contra el piso, supongo que le hice sentir culpable, pues pronto pidió disculpas y me cargo hasta aquel árbol que yo solía visitar. Me contó un poco de su historia y yo muerta de vergüenza por mi apariencia, me limitaba a asentir cada que este hombre  parecía decirme algo.

Llevo casi 3 meses de conocerle, aún no sé su nombre, supongo que es porque aún no hablamos y creo que es por su timidez, o quizás no quiere hablarme, pero prometí enamorarle, parecía tener una discapacidad, me parece que no puede ver, no tiene sus propios ojos y aún así se le veía feliz casi todo el tiempo o bueno los momentos en que le observo. Me siento bastante tonta pues todo este tiempo me vestí y arreglé para alguien a quien no le importaba cómo lucía.

Últimamente cuando caminaba y me encontraba a este hombre sólo refunfuñaba más agresivamente que nunca, pero nada de esto me importaba con tal de verle. Aún cuando no podía observarme me arreglaba para ser de su agrado, aún cuando no parecía escucharme le hablaba y aún cuando no me hablaba, fingía escucharle y todo para sentirme amada, pues yo le amaba con mi vida. Con poco tiempo de conocerle se había convertido en la razón de mi existencia; día con día le visitaba, le susurraba y corría como nunca para poder pasar un momento más admirándole. Mi amor nunca se apagó, nunca murió mi esperanza; y yo, la mujer que tanto odiaba las rutinas, continué visitándole en el mismo lugar, a la misma hora caminaba, le miraba y luego me sentaba bajo mi realmente amado árbol, por 3 años continué. Pues planeaba que algún día él también me quisiera. Un día le vi más corto de estatura, tiempo después un poco más flaco y un poco deshidratado; me armé de valor y le pregunté ¿estás bien? Pero como era costumbre no me respondió. Hecha un mar de lagrimas regresé a casa, tomé una larga ducha y después de ponerme el pijama y tomar mi cabello en un moño alto y despeinado, dormí como nunca, trataba de convencerme de que todo era un sueño, un juego tonto de mi mente como sólo ella sabía hacerlo, así que, tras tres meses de estar en casa con la misma rutina y con algunos kilos menos, pues hacía mucho que no recordaba haber comido, solo tomaba un poco de agua al encontrar mi cocina casi vacía. La tristeza abundaba en esta casa, así que decidí ir en busca de un reencuentro con mi vida; algo desganada me vestí tan bonita como pude y salí en busca de él, en el camino como era costumbre me encontré a ese hombre, pero esta vez no chocamos, solo nos miramos, sonreímos a medias y continuamos nuestros caminos. Después de algunos minutos llegué a ese parque a donde durante mucho tiempo fui; y busqué a mi árbol. Le busqué por todos lados y no estaba, tras 4 horas de buscar, decidí sentarme en el troncón de algún pobre árbol que había sido talado, poco después empezó a llover y fue ahí cuando me di cuenta de que ese troncón en el que estaba sentada era sólo el resto de mi amor, ¡alguien lo había matado y yo no le he protegido! Grité desesperada y sollozando, supongo que no era la única preocupada pues poco después un policía llegó a preguntar si estaba todo bien, pero yo no podía parar de llorar, así que con un movimiento de cabeza dije no; la peor decisión que he tomado en la vida fue decirle que no, pues no dejo de hacer preguntas y con la respiración entrecortada solo pude decir "¡le han matado!" él preguntó ¿a quién han matado? Y yo respondí "¡este árbol era el amor de mi vida y  lo han matado!" el oficial llamó una ambulancia incluso cuando le dije que no me movería, insistió en llamarla. El oficial no se alejó de mí ni un momento, creí que compartía mi dolor, pero cuando la ambulancia arribó descubrí que lo único que quería era que no escapará; pues cuando los hombres bajaron de la ambulancia el oficial se acercó a mí y les dijo "ella es la loca".

Han pasado meses y yo no he conseguido olvidarle, no puedo hablar con nadie ya que me han encerrado en una pequeña habitación, todo aquí es incoloro. Día tras día veo esa pared e imagino verle y amarle; noche tras noche ruego para poder por fin estar con él otra vez. Y estoy segura de que no falta mucho...

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2016 ⏰

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