Era de madrugada y estaba sentado en mi sillón favorito de la sala, fumando un cigarrillo, el décimo de esta noche. Estaba solo, todos los demás dormían, ninguna señal de ruido a mi alrededor a excepción del TIC TAC del reloj que me mataba por dentro debido a la espera; alcé la mirada y note que ya eran las 5:50 a.m.
(Él esta por llamar…) pensé mientras apretaba mis manos con fuerza aplastando aquél cigarrillo que aún encendido, empezó a quemarme; pero no sentía dolor alguno, no había espacio en mi mente para algo tan trivial como el dolor.
Paso un rato y el teléfono empezó sonar. Estaba asustado; pero intentaba calmarme mientras mis manos temblorosas cogían el teléfono, y contesté.
-Soy yo otra vez, como has estado,John?-
- ¡No me jodas! ¡¿Hasta cuando vas a seguir jugando conmigo?!, te mande lo que querías ahora dame a mi hija- respondí exaltado intentando contener las lágrimas que salían de mis ojos. Estaba desesperado y aquél sujeto empezó a carcajearse como si mi reacción hubiera sido solo un chiste para él.
- te voy a encontrar maldito, te juro que te voy a encontrar. No me importa si la policia dice que no existes, no me importa si los demás creen que estoy loco, ¡no voy a descansar hasta verte muerto maldito cabrón!-. Quería matarlo, solo jugaba conmigo; prometió regresarme a mi hija en cuanto le entregará aquel paquete que recogí del aeropuerto, pero no fue así.
En ese momento no tenia idea de quien era el que se encontraba al otro lado del teléfono, solo sé que lo que ocurrió después me marco para toda la vida.
-No John, lo que tú no sabes es que ya estoy muerto- contestó.
- Y no tienes que preocuparte, tu hija esta justo al otro lado de la puerta, te esta esperando...- pronunció antes de empezar a carcajearse de nuevo como si de un demonio se tratase.
El miedo se apoderaba de mí cada vez más, pero la esperanza de encontrar a mi pequeña a salvo al otro lado de la puerta hizo que mis pies empezaran a moverse, mis manos temblaban y con dificultad logré girar el picaporte, y antes de abrir por completo eché un ultimo vistazo asegurándome de que no hubiera nadie mas afuera a excepción de mi hija, pero ella tampoco estaba.
Al percatarme de eso me enfurecí y tome el teléfono, -¡ Maldito bastardo, ¿Dónde demonios esta mi hija?! -.
- Ahí esta John, justo debajo de ti, no la vallas a pisar ...-.
Al escuchar eso, mis manos soltaron el teléfono y mire hacia abajo; en el piso se encontraba aquel paquete sucio y mal oliente que le había mandado a él. Mi corazón se aceleraba cada vez mas hasta al punto en que pensé que se saldría de mi pecho.
Fue en ese momento cuando aquel hombre empezó a tararear una melodía enferma y retorcida.
-Uno, dos, tres, cuatro, ¿ quien toca la puerta?. Uno, dos, tres, cuatro, llego un paquete. Uno, dos, tres, cuatro, ¿ quien esta ahí?-.
Mi mente se torno blanca, estire mis manos para tomar aquel paquete del que emanaba un olor horrible como a carne muerta, al abrirlo…un frío de muerte recorrió cada parte de mi cuerpo y podía sentir como mi alma se partía en pedazos.
Dentro del paquete se encontraba el cadáver de mi hija; su pequeña cabeza había sido cortada y unida con hilos al torso, al igual que sus brazos y piernas, sus ojos habían sido remplazados por unos de vidrio, como una marioneta. ¡Por dios! ¿ Que clase de ser enfermo le podría hacerle algo así a una niña pequeña?.
-Uno, dos, tres, cuatro...Sally llego a casa - pronunció aquel ser demoniaco antes que la línea se cortara por completo.Fin