La noche era fría, y la única casa se encontraba a kilómetro y medio de distancia.
Mi auto se había descompuesto y lo único a mi alrededor era un amplio bosque.
Lo mas extraño, era que no pasaba ningún otro coche.
Esperé por dos horas, y al ver que no había ninguna señal de que alguien mas pasara por ahí decidí tomar mis cosas y empezar a caminar.
Tenía dos opciones, caminar toda la noche hasta el pueblo más cercano o tentar a la suerte intentando convencer al dueño de la casa para quedarme una noche.
Después de pensarlo un momento mientras empezaba a caminar, escogí intentar la primera opción, me encontraba justo a unos cuantos pasos de la casa, pero cuando estuve frente a ella...me percate de que la puerta principal estaba abierta.
Mi cuero cabelludo se eriso y en mi cabeza una voz gritaba que corriera, pero no era momento de dudar así que entre. En el recibidor se encontraban dos puertas mas hacia a otros cuartos, una escalera que daba a un segundo piso y un viejo reloj que parecía no funcionar desde hace tiempo.
Lo más extraño fueron las paredes, tenían dibujos que parecían haber sido hechos por un niño y lo mas perturbador era que todos mostraban lo que parecía la figura de un hombre sin rostro con largas extremidades.
Intenté calmar mi erratico corazón, y me dije que tal vez un niño con un retorsido sentido del humor lo había pintado para hacer enojar a sus padres o, asustarlos.
Borrando todo rastro de temor en mí, decidí adentrarme en la casa, no sin antes asegurarme que realmente no hubiera alguien ahí.
- ¡Buenas noches!, ¿hay alguien en casa?-. Grite estúpidamente desde la entrada.
Nadie respondió así que finalmente entre, revise cada habitación del primer piso y todo era normal.
Pero cuando subí al segundo piso algo no andaba bien.
Las paredes habían sido forradas con dibujos idénticos a los que encontré en el recibidor y fotografías donde parecía verse la figura de un hombre oculto entre las ramas. Odiaba admitirlo, pero esas fotos me pusieron la piel de gallina.
-¿quién eres?- la voz de un hombre me detuvo en seco.
Gire la mirada y ví a un hombre parado al final de la escalera de entre 30 y 40 años de edad, alto y muy apuesto, tenia cabello corto castaño y sus ojos eran de color miel. Me sentía opacado con su apariencia.
- la-lamento haber entrado sin permiso, es solo que llame a la puerta y nadie respondió así que...
-Así que eso le dio el derecho de entrar a casa ajena-
Me interrumpió aquel hombre mientras me miraba de arriba abajo.
-En verdad lo siento, es que mi auto se averió a unos cuantos kilómetros de aquí y el pueblo esta aún mas lejos. Por eso vine aquí para pedirle posada por una noche...- respondí intentando ocultar mi pánico interno.
Aquél sujeto me observaba de arriba a bajo y arqueando una ceja, dijo - Pareces un tipo normal, no creo que vallas a causar problemas, puedes quedarte y llamame Raul. Iré a tomar una taza de café, si lo deseas puedes tomar un poco - , y sin mas que decir se dirigió al comedor.
- Gracias...- respondí sin más y lo seguí.
Mientras tomábamos café me platicó un poco sobre la zona, lo miserable que había sido su vida desde que se mudo a esa casa, el secuestro de su hija y el abandonó de su esposa.
Pero saber de su vida no era lo que realmente me interesaba, si no mas bien el misterio detrás de todos esos dibujos en la pared.
- Disculpe, los dibujos en la pared...¿Eran de su hija ?- pregunte directamente esperando alguna una respuesta satisfactoria; pero lo único que conseguí fue una mirada seria y melancólica de Raúl.
- Es que me recuerdan a los dibujos que hacia mi hermano, frecuentemente encontrábamos dibujos en toda la pared de la casa jeje- mencione esperando calmar un poco el ambiente.
- me hubiera gustado que solo hubieran sido dibujos de una pequeña traviesa...- empezó a narrar don Raúl.
- Al inició, mi esposa y yo la regañabamos constantemente.
No importaba cuantas veces borrabamos esos dibujos, ella siempre los hacia de nuevo. Decía que un hombre alto la visitaba cada noche y que incluso la vigilaba en la escuela, nosotros no le creímos,pensamos que solo eran excusas para su mal comportamiento...- narró mientras se acercaba a un pequeño cajón de la cocina y sacaba una vieja videocámara.
- Tiempo después mi hija desapareció, no dejo rastro, la policía no encontró indicios y cerro el caso.
Estaba devastado, no quería darme por vencido, y empecé a revisar cada cinta que tenía de mi hija; y encontré una, una de cuando fuimos a un día de campo todos juntos y quise grabar a mi hija mientras jugaba, fue ahí donde pude observar a alguien, o mas bien algo, que parecía estar oculto entre las ramas, un hombre, alto y que no tenia rostro.
Entonces me di cuenta demasiado tarde que mi hija decía la verdad...- concluyó mientras con lágrimas en los ojos prendía la vieja vídeo cámara y me mostraba el vídeo.
En efecto, podía apreciarse a algo oculto entre los arboles observando jugar a la pequeña niña rubia. Odiaba admitirlo, pero mi cuerpo empezó a estremecerse preso del miedo y aunque nunca fui alguien creyente de estas cosas tenía que aceptar que no le hallaba ningún punto lógico o falsificación a esa cinta.
Después de cenar me mostró una pequeña habitación en el segundo piso la cual contaba solo con una cama pequeña, una lámpara de escritorio y una ventana que daba al patio trasero.
- Puedes quedarte aquí, si gustas mañana puedo llevarte al pueblo mas cercano en mi camioneta para buscar un mecánico- dijo Raúl mientras caminaba a su habitación al final del pasillo y se perdía entre las sombras.
Fue un día demasiado pesado y extraño para mi, lo único que quería en ese momento era descansar y olvidarme de todo.
Pero varias dudas venían a mi mente, ¿Cómo podía una niña desaparecer de la nada sin dejar rastro alguno?, ¿Porqué la policía dejaría el caso? Y sobre todo... ¿Porqué la esposa de Raúl lo abandonaría después de aquella tragedia?.... ( creo que estoy pensándolo demasiado y lo mejor sería dormir), pensé a la vez que cerraba mis ojos y dejaba que el cansancio me consumiera, esperando que mañana todo fuera mejor.
Pero en el transcurso de la noche, algo me despertó.
Sentía un enorme peso sobre mi y mis manos dolían como si me las hubieran atado.
Cuando abrí mis ojos, estaba completamente shockeado, no podía creer lo que veía.
Raúl estaba sobre mí completamente desnudo...