Parte II

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-Oye, Harucchi...-

Kominato Haruichi, a pesar de que ya muchas veces le había corregido con respecto a su nombre y simplemente se resignó al ser inútil, prestó atención al llamado sin despegar la mirada del mapa que prácticamente robó de entre las cosas de su hermano, aquel que les iba a servir de mucha ayuda para llegar a donde necesitaban ahora.

-¿Y si usas esa magia tuya para ir hasta allá? ¿No sería más rápido?- preguntó, curioso y un tanto impaciente por despedirse de ese lugar. El día llegó, ellos habían salido al exterior desde antes del amanecer y todo lo que había visto no le gustaba para nada.

-No puedo.- despegó su mirar del antiguo papel y se giró al castaño- Como te explico...- agregó, asumiendo que quería también una explicación- Allá está prohibido usar magia, sólo pueden hacerlo aquellos que obtenga un permiso especial por parte del Concejo de Hechiceros.- resumió el asunto.

-Y... ¿Por qué no tienes uno?- continuó sus preguntas, creciendo su curiosidad, obviando el hecho de que ese no era asunto suyo.

-No lo sé.- se encogió de hombros, despreocupado- Nunca lo había pensado antes, más porque es la primera vez que iré.-

-Ya veo...- soltó, comprendiendo a pesar de que la situación en la que se encontraba le seguía pareciendo irreal. Pero bueno, debía estar mentalizado en salir de ahí y nada más- ¿Y si vas volando convertido en murciélago?- lanzó otra nueva pregunta, al venir cierto recuerdo de la noche anterior a su mente.

-¿Murciélago...?- eso no lo vio venir, pero le tomó unos segundos en tener el mismo recuerdo que el castaño- Ah, eso... Bueno, tengo sangre vampira por parte de descendientes muy lejanos así que no puedo convertirme en un murciélago ni hacer otras cosas típicas de vampiros.- realmente nunca se vio hablando de sus raíces con un extraño, más este siendo un humano, pero las palabras sólo salieron de su boca. El castaño era muy parlanchín, y hasta un poco molesto, pero el lado bueno era que el ambiente entre ellos no se volvía incómodo- ¿Ya no más preguntas?- dijo, eso luego de un corto rato de silencio.

-Ah, no, lo siento.- soltó una risita, dándose cuenta lo muy preguntón que se había puesto.

-Está bien.- inconscientemente sonrió apenitas, pero volvió a su semblante serio rápidamente- Sigamos nuestro camino...-

Era muy temprano y tenían mucho que recorrer... Más si querían terminar con todo el asunto ese mismo día.

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-La noche anterior-

-¿Qué sucede, Haruichi? ¿Por qué el zombie no está en la olla hirviendo?

Sawamura dio un brinquito, aterrado, y mordió sus labios para no soltar palabra alguna u otro grito. El susodicho sólo se fijó en su hermano ingresar a la sala.

Había pasado muy poco desde que él, Haruichi, comprendió toda la situación en la que ahora estaba metido y se determinó llevar al humano de vuelta a donde pertenecía. Más no contó con la intervención tan pronta de su hermano... Una excusa, debía idear una excusa rápido.

-Ah, sus órganos están muy frescos ¿Verdad?- fue el mismo Ryousuke que buscó una razón.

-Sí, lo están.- reaccionó, siguiéndole la corriente al mayor ¡Estaba salvado!- Recomiendo que mañana lo tratemos...-

-Yo estaré todo el día fuera, así que te lo encargo.- fue lo último que dijo antes de tomar lo que había ido a buscar, la razón por la que se encontraba ahí, y salir de vuelta a su quehacer.

En un 31 de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora