Tomé aire y me senté sobre una de las sillas que no estaban rotas de mi sector. El patio aún seguía medio vacío, salvo por dos grupos que se encontraban en cada extremo del mismo, y el silencio estaba empezando a agotarse mientras cada alumno cruzaba el umbral de la entrada.
Yo que había llegado temprano como siempre, estaba solo y aburrido. Lo de estar solo en ésos momentos no era una novedad. Siempre fui el primero en llegar y sabía que cuando mis amigos llegaban al colegio no venían directamente a saludarme. Era consciente de que todos en el colegio tenían amigos y ésos amigos tenían más amigos, lo que hacía que todos tuviesen que debatir a quién saludar y ésas cosas que yo no sabía. No era de ésos que tenían muchos amigos, no tenía favoritismos y pensaba que podía ser amigo de todos. Pero pasa que yo no sabía si las personas me consideran como un verdadero amigo. Es algo confuso. A veces ni siquiera sabía si realmente era algo para las personas que saludaba a menudo. Pero me decía que la decisión de recibir o no mis abrazos es de ellos y si ellos no me consideraban un amigo... me conformaba con que me trataran bien.
Los días de invierno se estaban empezando a notar en el día a día y ya no podías salir de tu casa sin llevarte algún que otro abrigo puesto. El frio que hacía que yo dejara de sentir la nariz invitaba a cualquier descuidado a enfermarse. Como le pasó a mi mejor amigo. Miquéas, a pesar de estar enfermo, había ido al colegio con gripe y todo. Pero en el día anterior había estado demasiado congestionado, así que por una temporada él iba a dejar de ir al colegio. He ahí una de las razones por las que estaba solo. Me había enterado gracias a un mensaje del propio Miquéas, que no iba a venir porque tenía una bronquitis leve. Y aunque nunca lo admita, los días sin Miquéas eran aburridos. Mi amigo siempre era el catalizador de las risas. Era el chico con quien todos querían estar, pero que nadie podía acercarse porque se juntaba con personas asociales... como yo.
No voy a negar que mi actitud parecía algo rara, o al menos éso es lo que las personas decían que es. Que soy bueno, que soy tranquilo, que saludo a cualquiera de una forma extraña y demás. Pero realmente no me parecía que debían esquivar mi amistad. ¿Nadie quiere conocerme de verdad? Porque yo siempre escuché rumores, analicé miradas de reojo y noté cada cosa que los demás asumián que yo ignoraba. Y aunque me dijera que no me tenía que importar, sabía que la verdad era que sí me importaba y al mismo tiempo me desanimaba. Pero éso no te puede afectar cuando tenés a unos amigos como yo, terminaba pensando.
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Ojos color primavera.
Teen Fiction"Cuando pensás que ya encontraste al amor verdadero. Cuando entre vistazos pasa el tiempo... Una impensable chica y un trabajo de literatura, llegan para cambiar la percepción que tenías de la vida" Levi Constantino es un chico común y... peculiar...