Juraría que aún sigo dormido, pues no puedo ver nada de lo que me rodea. Es como si aún no hubiera amanecido. Si extiendo mi mano derecha puedo tocar la mesilla de noche; su tacto me recuerda a algo que hice esta misma tarde. Supongo que no será nada importante, no puedo recordarlo. Cuando aparto la mano de la mesilla, la coloco extendida sobre mi rostro tapándome con ella los ojos, la nariz, y parte de la boca. He atraído hacia mis sentidos el olor de la madera. Es un olor agradable, pero no huele sólo a eso. Hay otro olor en mi mano que me resulta extremadamente familiar... ¿Qué es? Huele como a... ¿Óxido? Sigue pareciéndome agradable, así que inspiro profundamente mientras me embriago con ese misterioso y envolvente olor. Aparto la mano de mi rostro tras ello, y la dejo caer justo a mi lado, en la cama. Estoy tumbado, puedo apreciar algunas formas y colores. Parece mi habitación. Me siento algo aturdido... Tal vez bebiera algo de más anoche, lo que me lleva a la siguiente pregunta... ¿A dónde fui anoche? Estoy seguro de que fui a alguna parte, pero no recuerdo adonde ni por qué. Supongo que también carece de importancia. Todo parece no tener importancia hoy... ¿Esta mañana? Creo que mi reloj estaba por aquí. Ah, las diez y media, perfecto. Me incorporé con trabajo y me senté en la cama buscando con los pies y a ciegas unas zapatillas con las que empezar a caminar. Por alguna extraña razón, no me fiaba de andar descalzo.
Alguien llamó a la puerta, no por educación, sino tan solo como un gesto casual, porque sin esperar una respuesta irrumpió en mi habitación dejando entrar un haz de luz que, por un momento, me pareció de lo más desagradable e innecesario.
-¡Hola! -Exclamó con entusiasmo y amabilidad aquella muchacha de ojos claros y constitución delgada que tan sólo vestía una camisa holgada que le llegaba casi por las rodillas -Pensé que te apetecería desayunar algo -Hizo una pausa y se sonrojó antes de pronunciar la siguiente frase -Como no sabía con exactitud qué tipo de cosas te gusta desayunar, te traje un poco de todo.
En ese momento me percaté de la bandeja que traía en las manos y que llevaba sujetando desde que abrió la puerta, no con poca dificultad. Supuse que tenía que decir algo, e iba a hacerlo, pero me quedé mudo, y puedo decir con total seguridad que tenía motivos para ello, ya que la luz que acababa de entrar por aquella vieja y desgastada puerta dejó al descubierto y expuesta mi mano derecha y, como un acto reflejo, no pude evitar posar mi vista sobre ella y agradecer haber tenido el tiempo justo para mirarla y apartarla antes de que aquella chica también hubiese reparado en ella. Por alguna razón, que en aquel momento no alcanzaba a entender, parece que ella sólo estaba atenta a la bandeja y a la expresión que mi rostro tomaba con cada palabra que ella pronunciaba. Mientras que ella no cesaba de intentar llamar mi atención, yo estaba totalmente atónito y confuso, a la par que tranquilo y relajado. Era totalmente incongruente, no tenía sentido nada de lo que allí estaba pasando, pero yo respiraba de forma pausada y era capaz de mantener una incomprensible calma.
-Gracias -Pude decirle tras un rato de silencio -Ha sido todo un detalle...-Tras aquella última frase, quise pronunciar su nombre, y fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ni la menor idea de quién era esa chica ni de qué hacía en mi casa. Pero eso era lo que menos tenía que preocuparme ahora mismo -
-Nancy -Dijo ella -Mi nombre es Nancy. No voy a mentirte, me duele un poco que no recuerdes mi nombre, pero tampoco puedo enfadarme, ya que es más que comprensible... Prácticamente nos acabamos de conocer.
Esa última afirmación terminó de descolocarme por completo. ¿Quién era ella y qué hacía en mi casa con un pijama improvisado si nos acabábamos de conocer? ¿Era yo de esa clase de tíos? ¿Solía hacer ese tipo de cosas...? Dejé la vista fija y perdida en un punto de la habitación a la par que me hacía tal vez la más importante de todas las preguntas que me había hecho hasta ese instante: ¿Por qué no sabía qué tipo de persona era? ¿Por qué no era capaz de saber si yo era de esa o de aquella otra clase de hombre? Quise por instinto llevarme ambas manos a la cabeza, pero entonces recordé mi mano derecha y a la chica que se había sentado junto a mí con una bandeja llena de comida variada la cual, si era un desayuno para uno solo, era claramente una barbaridad, así que asumí que era para dos. Era para mí, y era para ella. Con ese pensamiento en la cabeza, coloqué la única mano que podía usar en el lado de la cama en el que no había dormido, buscando algún indicio de que alguien más hubiera dormido esa noche allí, a mi lado, conmigo... ¿Sobre mí? Nada. No noté nada. Esa chica no había dormido allí. ¿Dónde había dormido? ¿Y por qué? ¿Qué estaba pasando?
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Gritar en silencio.
Spiritual"Las palabras más dulces le producen una sensación extraña. Aquel día sus intenciones no fueron más claras. Parecía como si lo mirara desde un lugar más apartado. Jamás habría jurado que desearía coger su mano. Dile que no es como en tus sue...