El Jardín de las Luciérnagas

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El jardín de las luciérnagas

La tarde es silenciosa y calmada en las montañas, la brisa suavemente peina a las largas hierbas del valle que con tranquilidad viajan de un lado al otro; la quietud es persistente y sin más el día se empieza a desvanecer, el Sol se oculta entre las altas montañas dejando a oscuras el campo de altas hierbas en penumbras, pero, aunque parece un lugar bañado por tinieblas un fenómeno natural se hace presente que deja en total iluminación al sitio.

Las luciérnagas salen de entre las altas y delicadas hierbas, éstas vuelan sin control por los alrededores para únicamente brillar con su luz propia, pronto el jardín se llena de brillantes luciérnagas que dejan la oscuridad de la noche en amarillos focos voladores que van de un lado al otro. Pero pronto algo interrumpe la quietud de las luciérnagas.

Un hombre aparece, este hombre es calvo y moreno, se encuentra vestido de traje, se quita su sombrero de ala para saludar a las luciérnagas, las lágrimas caen de sus ojos. A continuación deja el saco del traje y el sombrero en el suelo, se afloja la corbata de moño y prosigue a intentar atrapar a una luciérnaga; la verdad no importa mucho cuál sea, todas tienen el mismo propósito

Las luciérnagas vuelan aterradas del pobre hombre, él da apresurados brincos y con algo de esfuerzo logra atrapar a la primera y entre sus dos manos la sacude, cerrando los ojos la luciérnaga lo lleva a cuando era niño y ve aquel juego de futbol donde metió el gol que hizo campeones a su equipo; aunque hermoso, no era el recuerdo que buscaba.

El hombre la suelta y busca otra y de a poco va atrapando para buscar en su memoria cuando era niño, la tarde de ayer, hace diez años, y así estuvo un rato hasta que finalmente atrapó a una que lo llevó a donde quería, al día de su boda. Aquel día su hermosa esposa llevaba un hermoso vestido blanco, la boda fue en la playa, se oyen los cantos de las aves y el rumor del mar.

El poder de las luciérnagas era tal que podía tocar y sentir en carne propia los dulces labios de su esposa, cómo el arroz le caía encima y la alegría que ese día sintió. Y así estuvo reviviendo su dicha hasta que la luciérnaga murió trayéndolo a la realidad para recordar que su esposa murió hoy y su vida había pasado de un jardín iluminado por luciérnagas a una pradera oscura y solitaria. 

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2016 ⏰

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