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Cuando Max me pasó buscando por el parque, no pude evitar sentirme aliviada, porque por un momento pensé que las cosas empeorarían para mí.

-A ver, cuéntame lo que paso.- dijo mientras se sentaba a mi lado y me entregaba una taza de té.

Mi mirada se centró en la taza y recordé todo lo que me había pasado esta mañana, los recuerdos y los sentimiento aún estaban frescos y por ende aun me costaba creer que mi "familia" mi "madre" me dio la espalda y todo por un idiota; o quizás incluso por el dinero.

-La historia es bastante corta.- dije soltando un suspiro para luego acurrucarme a su lado.

FLASHBACK

Desperté con un dolor de cabeza gracias a la maldita resaca pero me daba más flojera levantarme para tomar una pastilla, incluso de ir a la universidad así que me hice bolita en la cama hasta dormirme por un ratito más o al menos hasta que oí los gritos de mi madre por toda la mansión.

-¡Aria! Acaso no oyes que te estoy llamando.- protesto al instante en que entro a mi habitación.

-Realmente es imposible no oírte si gritas de esa manera.- repuse mientras me cubría con la cobija.

-Entonces porque no bajas.- indago molesta.

-Porque me siento mal.

-Bueno no es mi culpa que te la pases tomando y en tus rollos de adolescente.- comento a manera de reproche.

Me senté en la cama resignada porque sabía que si no la oía no se iba a ir de mi habitación y no me dejaría dormir.

-¿Qué quieres?

La relación que tengo con mi madre... se puede decir que no es la ideal y mucho menos desde que mi padre murió, y por mas que yo intentara cambiar las cosas ella preferiría cualquier objeto material con un valor elevado, a pasar tiempo de calidad con su hija.

-Voy a presentarte a alguien, así que vístete y baja.- ordeno, para luego salir de mi habitación.

Me recosté en la cama de nuevo, pero me pare antes de que mi madre volviera a gritar. Me duche lo más rápido que pude y me coloque un vestido vino tinto holgado con mis converse, y me deje el cabello suelto. Guarde las cosas de mi universidad en mi cartera y baje. En el comedor me estaban esperando mi madre y hombre como de treinta y algo, realmente no me extrañe porque usualmente suelen ser socios de la empresa o hombres con algunos proyectos en mente que quieren que las Corporaciones Gelman los apoyen.

-Aria él es John Force.- lo presento mi mamá-. Es mi prometido.

-¡¿Perdón?!- pregunte antes de que pudiera procesar las palabras.

-Hay por favor, no te hagas la sorda.- dijo mi madre con fastidio-. Es demasiado temprano para repetirte las cosas dos veces.

-¿Pero cómo que te vas a casar?- pregunte alterada-. Mi padre no lleva ni un año fallecido y tú ya estas metiendo a un extraño a la casa.

-Aria cambia tu tono de voz conmigo.- me regaño sin alterarse-. Y respeta la presencia de John.

¡¿RESPETA LA PRESENCIA DE JHON?! En este momento quiero la cabeza de ambos guindadas en medio de la sala.

-Eres una desconsiderada.- replique tratando de retener mis lágrimas.

-Pues si no te gusta vete.- comento desafiante-. Ya estas mayorcita.

Cerré mis manos con fuerza y me contuve, ambas sabíamos que si ponía un pie fuera de esta casa antes de los 23, lo perdía todo.

-¡Oh! es cierto.- dijo con una sonrisa de superioridad-. No puedes.

La forma en que me estaba mirando e incluso su tono de voz me molestaba, este tipo de discusiones eran normal para mí, pero no podría soportar su estúpido matrimonio por cuatro años y mucho menos la presencia de ese hombre vagando libremente en la casa... no mejor dicho en el hogar que mi papá construyo para nosotros tres.

-Tú y ese hombre pueden tragarse todo el maldito dinero, realmente no me interesa.- dije antes de subir corriendo a mi habitación.

Recogí todo lo que pude, más que todo lo necesario y lo que veía, y luego baje. Mi madre y su prometido me estaban esperando al pie de la escalera, y verla sonreír aun sabiendo que es cruel; fue como tres puñaladas bien lanzadas. Les pase por un lado pero antes de salir mi madre me detuvo.

-Solo quiero recordarte que si pones un pie fuera de esta casa dejas de ser una Gelman.- me dijo con una voz de gusto-. Y automáticamente pierdes todos los beneficios que eso implica, ósea, no dinero, no mansión, no guardaespaldas, no universidad, no herencia.

Me zafe de su agarre y la mire desafiante-. Ninguna de esas cosas me importa.

-Bien.- abrió la mano que hasta ahora no había notado que tenía cerrada y dejo a la vista un cheque doblado-. Cóbralo cuando quieras.- dijo metiéndolo en mi cartera.

Salí de la casa sin agradecerle porque realmente mis planes eran quemar ese cheque, no quería nada que viniera de parte de esa mujer. Camine sin rumbo toda la mañana mientras meditaba todo lo que me había pasado y cuando finalmente me canse le marque a Max para que me auxiliara.

FIN DEL FLASHBACK

-Es una perra.- dijo Max mientras me abrazaba con cariño.

-Y de las peores.- concorde yo.

-Bueno yo puedo ayudarte con lo de la universidad y...

-No Max.- lo interrumpí-. Si te llame no fue para que te encargaras de todos mis problemas, solo necesito donde quedarme.

-Aria entiendo tu punto pero no voy a dejar que pierdas la carrera.- repuso decidido-. Y obviamente que cuando me valla puedes quedarte aquí.

Aff... había olvidado que Max se va para España a encargarse de algunos negocios de la empresa de su familia; ahora si estoy 100% deprimida.

-Gracias.- dije con tristeza.

-No hay de que pulguita.

-De todos modos tengo que empezar a buscar trabajo.- comente mientras me levantaba y dejaba la taza de un lado-. Y necesito que me hagas otro favor.

-¿Cuál?- pregunto intrigado.

-Necesito que uno de tus abogados haga algo para cambiarme el apellido y sacarme nuevos papeles.- conteste secándome el sudor de las palmas en el vestido.

-No crees que eso es extremista.- comento inseguro.

-Si lo es.- admití-. Pero me facilitara las cosas de cierta manera.

-Vale, se lo pediré más tarde.- acepto sin protestar-. Y de verdad lamento que esto te haya pasado a ti.

-Yo también.

-Bueno ve a descansar, te llamo cuando te lista la comida.- asentí y le lance un beso de agradecimiento.

Entre a la habitación de Max y me recosté en su cama, la cual estaba impregnada de su olor; es reconfortante saber que al menos tengo a alguien que me apoye en todos los momentos. Pero a pesar de todo no me arrepiento de lo que hice, porque a la final ese era el objetivo de mi madre y tarde o temprano me iba a hacer algo para quedarse con todo lo que dejo mi padre. Claro que eso tampoco justifica lo que hizo y creo que ninguna acción lo haría.


Solo una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora