[03 de Octubre]
-Amalia Trinidad me haces el favor de bajar a cenar? Tu padre, hermanos y yo esperamos a por ti.- Exclamó un tanto molesta la madre (Helena) de la muchacha, quien junto con gritar efusivamente desde la amplia cocina americana al estilo "New York's loft" abierta hacia un fino comedor de caoba antigua y barniz, alistaba nerviosa y afanosamente los últimos platos para posteriormente servirlos. Es menester destacar que dicho comedor tenía el imperio de anclar la comunicación entre quien hiciera uso del infernillo gastronómico (en este caso Helena) y los comensales que durante una divertida charla aguardaban impacientes el ágape, puesto que "Nani" como cariñosamente nombraban a la ama de llaves de aquel hogar, se encontraba visitando los hermosos parajes de la flora, fauna del relieve Chileno y por supuesto a su familia radicada en un diminuto pueblo -no obstante, grande en chismes y jugosos cotilleos.- asentado en verdes y fértiles zonas rodeadas de valles al sur de nuestro país.
Narrador Amalia:
Estoy recostada en una gran alfombra repleta de flores de loto artificiales, pétalos, algunas velas e incienso -mis ojos vislumbran unos cómodos almohadones en tonos morado, naranjo, fucsia, verde y calipso.- que ordenados según mi fin forman un hexágono perfecto.
La nostalgia con pasos sigilosos viene a mí mientras contemplo un instante de tranquilidad y vacío mental.
Divago en flashback a mi niñez, cuando inocentemente durante los cálidos viajes en vacaciones de verano a casa de mi abuela (Diana), pasaba mis noches en voluntario insomnio sentada sobre un viejo sillón de mimbre, tapada hasta los ojos (sobre todo en frescos crepúsculos) con una gruesa manta de lana azul claro y cuadros tipo leñador en tonos marrones y verdes.
Sola, manteniendo mis cinco sentidos alerta y mirando perdidamente con los ojos achinados las constelaciones ante la presencia de millones de estrellas, me dejaba sorprender, llevar por mis pensamientos y mis intentos de salvar al mundo trazando planes de futuros rescates y diversión.Una taza de chocolate caliente, una antigua y pequeña linterna, un libro de bolsillo que ocasionalmente solía ser "Jack y Jill", Mujercitas" o "La cabaña del tío Tom", un par de galletas horneadas durante la tarde del día anterior y Pinky, un perro mestizo de pelaje blanco y manchas negras quien se posaba sobre mis pies, eran mi más dulce y divina compañía.
Aquello era mi concepto de perfección terrenal hasta que mis pensamientos y mundo onírico -Aquel espacio irreal e inmaterial que todos poseemos en nuestro interior y cada vez que tenemos una íntima oportunidad para escapar de la tan superflua realidad, echamos manos de él.- era interrumpido por una ligera y dura voz proveniente de mi madre, que desde el interior del hogar clamaba estrepitosamente hacia mí, con el objeto de una vez por todas me fuese al lecho.
Usualmente era tarde, sí, todos descansaban, pero también era mi momento sin igual: silencio, soledad y yo. Nada mejor para un tiempo de meditación. No existía hasta ese entonces algo que disfrutara más.
Hoy no pienso igual, no. Aquel placentero retiro espiritual del ayer, marcado latente en mis recuerdos no significa nada para mí. Mi delirio está domiciliado en su voz, sus labios, el deseo de volver a perderme en sus ojos, -Oh como adoro su mirada; perversión, ternura y delicadeza subsisten en ella... Brota de él pasión en cada gesto y cada guiño, mi cuerpo respondiendo a sus estímulos no cesaba de vibrar. No existe nada más hermoso en este mundo que la luminosidad de sus pupilas, todo de él me enloquece.- Sólo fueron unos minutos para comprender el lenguaje del amor, bastó la espera en una estación de trenes para sentir que conozco desde siempre a quien nunca había visto.
Medito mientras traigo a mi memoria lo vivido en aquel andén, siento brotar una leve pigmentación rosa en mis mejillas, sonrio, es una sensación que definitivamente me agrada.
Su envolvente lexía tiene algo que tranquiliza mi ser por completo, recibiendo en cada frase unas suaves caricias, él, "mi chico precioso", estremece mi naturaleza ante sus torpes y tímidas palabras incompletas en su mayoría, henchidas de ansiedad y nerviosismo. -Tan grande es la fuerza del real sempiterno amor? Seré capaz de vivir con este sentimiento que ha nacido de la nada y se ha convertido en todo?-

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"Te amaré por siempre, mi chica perfecta."
JugendliteraturUn joven (Abner Leví) vibrante de juventud con una mochila sobre sus hombros repleta de oníricos mundos -algunos alcanzables, otros imposibles- que le daban un aire de completo soñador, apasionado de la vida a pesar de la crudeza con que la misma lo...