Observó cómo sus lágrimas caían por sus mejillas, en un llanto silencioso. Se paró, llamando la atención de todos los presentes en la sala, y notó sus manos hacerse puños a sus costados. Salió corriendo del salón, haciendo que las burlas se hicieran presentes tan pronto abandonó la sala.
Lo había estado observado antes, siempre lo hizo. A él le parecía la cosa más pura e inocente en el mundo, no entendía por qué la gente insistía en querer corromper su pureza. Aquel chico nunca hizo nada malo, siempre fue amable hasta con quienes le lastimaban, siempre sonrió cálidamente a todo aquel que lo necesitara. Lo único "malo" que había hecho, el único error que había cometido, era haber declarado su sexualidad públicamente. Jungkook no entendía por qué el ser homosexual tuviera que se objeto de burlas, pero las personas solían ver eso como algo malo, como una enfermedad que no tuviera cura. Le molestaban, le insultaban e insistían en recalcarle que el ser diferente, que el tener una sexualidad diferente, era algo malo. Llamándolo de mil maneras diferentes, agrediéndole siempre que podían, Jungkook siempre lo observó en silencio, y nunca hizo nada.
Quizá fue el sentimiento de culpabilidad; el sentimiento de sentirse impotente por nunca haber hecho nada para protegerlo, por cobardía, por miedo al rechazo, el que lo motivó a ponerse de pie, haciendo que el silencio volviera a reinar en la sala.
— ¡¿Alguien puede decirme... qué tiene de malo querer a alguien de tu mismo sexo?! —gritó. El resentimiento claramente marcado en su voz—. Siempre molestándolo, huyendo de sus propios problemas, menospreciándolo, haciéndole sentir como menos, sólo para sentirse superiores. ¿Acaso no tienen vergüenza? ¿Cuántos de ustedes no ocultan el mismo secreto? ¿Cuántos de ustedes no tienen secretos que también quisieran gritar a los cuatro vientos, pero tienen miedo, miedo lo que pasará al admitir su sentir, miedo del cómo los verán, miedo del qué opinarán los demás? ¿Por qué tienen que lastimar a alguien, que lo único que hizo mal, fue el ser lo suficientemente valiente para admitir su propia naturaleza, para aceptar quién era, sin importar el qué dirán los demás? ¿Por qué son tan inseguros, que tienen que buscar defectos en los demás para sentirse más? ¡Dejen de ser tan cobardes y falsos por una vez en su vida!
Y, sin mirar a nadie, hablando en general, y dejándolos mudos, vulnerables y desprotegidos, salió del salón corriendo.
No sabía dónde se encontraba Jimin, pero tenía miedo; tenía un mal presentimiento calando en sus huesos, opresando su corazón y sintiendo la impotencia correr por sus venas. Buscó en cada aula, en el despacho del director, en la enfermería, en secretaría, pero nada. Fue entonces que, cansado, se detuvo a pensar un momento. Pensando como él, intentando adivinar el lugar al que iría él si estuviera en su misma situación. El baño.
Sintiéndose tonto por no haber pensado en ese lugar antes, el mal presentimiento se esparció por todo su cuerpo, dándole fuerzas para seguir adelante. Corrió, corrió como si su vida dependiera de ello, bajando escaleras, esquivando personas, hasta llegar a su destino. Con el corazón en mano, intentó regular su respiración, mirando la blanca puerta de madera frente a él.
Fue cuando escuchó un llanto provenir desde adentro, que no dudó un sólo segundo más entrar, aporreando la puerta y haciendo un gran escándalo. Sin embargo, la persona dentro de este no pareció inmutarse.
Jungkook sintió su cuerpo congelarse con la imagen delante de él.
Temblando, Jimin sostenía la cuchilla de un sacapuntas sobre su antebrazo, en forma vertical, pero aún sin entrar en contacto.
— ¡No lo hagas! ¡Jimin, por favor! —el aludido volteó a verlo entonces, y Jungkook pudo jurar sentir su corazón partirse lentamente en ese momento. Con sus bellas facciones siendo opacadas por las lágrimas recorriendo su rostro, su nariz moqueando y su cara arrugada en un llanto silencioso, el ángel frente a él parecía tan roto.
Jimin lo ignoró, cerrando los ojos, inhalando con fuerza y volviendo a retomar su antigua misión: acabar con su vida.
No fue hasta que la cuchilla pareció rozar su dorada piel, haciendo que un fino hilo de sangre empezara a brotar de esta, cuando Jungkook pensó en que no soportaría perderlo. No soportaría ver cómo la vida de su amado se marchitaba frente a sus ojos.
Acercándose a él en un rápido movimiento, lo rodeo en un cálido abrazo, notando cómo Jimin se tensaba bajo sus brazos, soltando un llanto apenas audible, pero que se sentía como miles de agujas clavándose con brusquedad en el corazón de Jungkook.
—No lo hagas, Jimin, por favor. No estás solo, ahora estoy contigo. Jimin... te amo.
Aunque no recibió respuesta, escuchó claramente el sonido del metal golpeando con fuerza contra las baldosas del baño. Y Jimin pareció dejarse ser, sin corresponder su abrazo, pero aferrándose a este como si fuera lo único que le quedara; lo único que necesitaba.
Ahí, abrazados, sintiendo la calidez el uno del otro, Jungkook pensó en que querría repetir aquello, pues teniendo a Jimin entre sus brazos, sintió que sólo estaban ellos dos en el mundo. Desconectándose de todo por un momento, pensó en que todo estaría bien, pues ahora se tenían el uno al otro.
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Blood Of Requited Love. || Jikook. (One Shot)
Short Story"Siempre observé cómo lentamente te rompías, y nunca hice nada para evitarlo. Lo siento, ahora estás hecho cenizas, pero voy a reconstruirte." ~ ♥Homosexual.♥ ♥Portada hecha por @Verygoodcastle♥