Paciente 44967

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Jueves 14:18

Voces en su cabeza. Voces a su alrededor. Se aferra con fuerza a la pluma de tinta roja, sangre, sus nudillos se vuelven aún más pálidos por el esfuerzo experimentado; pero ya ha terminado y las ideas que brotan son incoherencias con lo ya escrito.

-¡Dalessio! Es hora del almuerzo.

Pero Dalessio no responde, es como si no quisiera escucharlos, no puede levantar la vista del papel manchado con pequeñas gotas de café amargo, el tipo de café que solo está ahí para que el escritorio no se vea totalmente vacío, pero que al hacer contacto con el paladar era una explosión de maldad pura. ¿Había terminado? ¿Era el final?

-¡Dalessio! La comida se enfriará.

Era como si ese no fuera su nombre, ¿tenía acaso uno? No lo recordaba, pero tampoco le importaba; se sumía cada vez más en las letras sobre el papel frente suyo, letras que solo él podía leer, que solo él era capaz de comprender. Las personas se levantaban de sus asientos conforme escuchaban su nombre ser arrojado al denso aire, pronto, Dalessio era el único sentado. Ni un parpadeo. Sentado entre un mar de gente que se movían como olas en un día de tormenta.

Dos manos se posan en sus hombros, una en cada uno, pero no se sobresalta, no reacciona; siempre ha sido así, como si no estuviera aquí. Después de todo lo sucedido... Una voz de mujer le susurra al oído.

-Tu nombre es Dalessio, olvídate de Alexis, él no existe. Vamos, ven a comer, todos lo hacen.

Alexis. Ese era su nombre, ¿por qué insistían en llamarle de otra forma? Ya era suficiente la ingesta excesiva de pastillas inútiles. Fenotiazinas como el Clorpromazina que aunque hiciera desaparecer momentáneamente los sonidos dentro suyo le causaba somnolencia y a veces una ansiedad extrema.

Las voces en su cabeza, cada vez más acalladas a causa de las medicaciones, le murmuraban que los matara; pero bien podría solo ser el susurro del insistente viento. Mátalos.

¿Cuándo llegó al comedor? ¿Por qué la comida se muestra tan asquerosa? Se sentía en una burbuja, donde los sonidos rebotan sin llegar por completo a sus oídos. No quería comer, no lo necesitaba.

Alguien lo obliga a tragarse la comida y muchas veces tuvo la necesidad de vomitar; no podía resistirse a la fuerza que empleaban contra suyo, sus manos se amarraban al costado de la silla.
Todos los días eran una batalla; mantente despierto, sigue escribiendo, finge comer. Pero ya todo había terminado, Callie ya no existía, nunca lo hizo. No había ninguna Mary Elizabeth, ningún Kyle, tampoco Anahí era real. ¿Acaso el mismo existía?

-Mi nombre es Alexis.

¿Él había dicho eso? No importa. Nadie lo escucha, ¿él se escucha acaso? Ya no sabe cuál es su voz, ya no recuerda el sonido de sus palabras. Alexis.

Solo era otro adulto entre muchos otros, perdido, abandonado.

Viernes 04:53

Lleva despierto un tiempo considerable, los recuerdos lo bombardean como destellos del pasado. La cabeza le palpita siguiendo el ritmo de su viejo corazón, era como si pareciera que trataran de perforar su cráneo pero este no permitiera tal cosa, necesitando más fuerza, más insistencia, quizá explotara, pero no, no pronto. Aún no.

Recuerda su adolescencia como si fueran imágenes de un ayer cercano, donde empezó todo, donde su mundo comenzó a desmoronarse, cuando se quedó solo, todo por Callie; no, ella no existe. ¿O sí?

Fragmentos del Diario de Dalessio W. R. Paciente 44967

Octubre, 1963.

Gotas de lluvia impactan el suelo como pequeños meteoritos de agua, las nubes avisan tormenta, el viento arranca las últimas hojas de árboles ya muertos mientras que los pastizales se mueven insistentes bajo la luz de una luna llena casi invisible tras las gruesas capas de algodones grisáceos flotando en el cielo nocturno. Callie está frente mío, hermosa a la distancia, su cuerpo tiembla, ¿estará bien? Camino a su encuentro y conforme avanzo su silueta se vuelve más clara.

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