Prólogo

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Había una vez una hermosa bailarina, que con gracia atendía a sus clientes, los encantaba con su a perlada sonrisa y con su radiante melena dorada que se movía por toda la sucia taberna , saciando a cada lascivo hombre que entrase ahí; danzaba por dinero, tal vez por atención o simplemente para conseguir llenar aquel vacío e insípido hueco que con los años se iba haciendo más profundo.

Mientras tanto, en las sombras, un terrible individuo acechaba a la bailarina, quedó hechizado desde la primera vez que la vio y así con su carisma al paso de los días la volvió suya.
Le prometió muchas cosas, e incluso amor; pero las promesas hechas por ratas nunca se cumplen.

La familia rota que ambos habían creado prontamente comenzó a pudrirse. El caos y las tinieblas de ambos se mezclaban formando la tormenta más densa e insoportable. Como era de imaginarse la inconsciencia los llevó a engendrar un nuevo ser, que injustamente tuvo que lidiar en sus primeros meses de vida con el desastre de ambos.

Una noche como era costumbre el hombre llegó a su casa bastante tarde y en estado de ebriedad, en donde aguardaban su esposa y su pequeña hija Matisse.
Impulsado por las decisiones que le hacía tomar el alcohol estalló en violencia acabando con la vida de ambas. Posteriormente escapó sin dejar rastro, se llevó todo lo de valor y abandonó la morada en busca de otra mujer y una vida nueva en otra ciudad.

En la escena del crimen yacían derrotadas, con los cuerpos pálidos y sin vida.
El reflejo de la luna llena las inundaba a través de la ventana quebrada , y parecía animar a Matisse desde el cielo, dándole fuerza y esperanza, cobijándola con su eterna luz.
De pronto en aquel mortífero silencio se escuchó el llanto de la tierna criatura, que con su corazón nuevamente en marcha la vida volvió.
Nadie estaba para rescatarla, ni nadie atendía a sus necesidades. Pero por suerte el sacerdote local iba pasando por la calle porque cuando cayera el ocaso daría inicio a una ceremonia parroquial.
Los lamentos de la bebé eran insistentes e inquietantes y aquel buen hombre llamó a la puerta para asegurarse de que todo estuviera en orden; sin embargo la única respuesta eran los sollozos que cada vez eran más aberrantes.
Cuando el Padre abrió la puerta se percató del crimen y aterrado recogió a la bebé en brazos e informó a las autoridades inquietado. Desde entonces él se haría cargo de Matisse.

Matisse "Tiempo Eterno".Where stories live. Discover now