La contingencia

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Fuimos los dueños de nuestra libertad. Gozamos de todos los placeres imaginables, derrochamos nuestras ideas en busca de la mejor forma de aprovechar la vida. Hoy, solo tenemos el recuerdo de tiempos mejores, en donde solíamos sentirnos fuertes y radiantes, con un futuro de éxitos y miles de fracasos por venir.

La vida se configuraba como un enigma, caminábamos con pasos suaves para no equivocarnos. Algunos trabajaban, otros rezaban. De cualquier manera, todos hacíamos algo para intentar buscar la seguridad de vivir una vida buena y aplacar al máximo el dolor de la incertidumbre.

Nunca supimos que la seguridad sería la peor enfermedad. Vivos por siempre, predecibles por la eternidad.

Nuestro nuevo dios es el cristal. Si te predice, atrapa tu esencia y te integra a su estructura. No mueres, sino que alcanzas otro estado. Algunos dicen que es el nuevo Nirvana, yo le digo Control Total, Seguridad Pura.

Frente a este estado, los adinerados compran posibilidades de vida. Arriendan nuevas experiencias y algunas decisiones planteadas dentro de un cómodo catálogo de ofertas. Como si fuera una revista o aplicación que ofrece pequeños símbolos que rememoran los tiempos libres.

Pese a que todos saben, de igual modo adquieren y sienten que son dueños de sus vidas.

Los demás, estamos envueltos en un espiral eterno que lleva al Control Total de parte del cristal. Somos absorbidos por sus cálculos y las enormes masas de información que, tontamente, entregamos en vistas de un supuesto desarrollo tecnológico.

Imperio de la informaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora