Hemos vencido

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Habían pasado tres años desde la muerte de Erwin. Levi ahora tenía la misma edad que él en el día en que perdió la vida en el distrito de Shinganshina.

Desde entonces, ambos cumpleaños los celebraba solo. En silencio y con el corazón repleto de tristeza.

Hoy catorce de octubre, habría sido el cuadragésimo primer cumpleaños del rubio. Podrían haberse jubilado hace tiempo y dejado el trabajo a las siguientes generaciones. Tener una familia. Levi incluso se habría resignado a que Erwin lo abandonase para casarse con una bella mujer. Siempre se había dicho que, tarde o temprano, sus caminos se separarían.

Pero a Erwin realmente no le interesaba la vida tranquila a no ser que la humanidad hubiese conseguido vivir libre y en paz al fin.

Y de todas formas, habría formado una familia con Levi, marchándose (de haber llegado a conocer el océano) a una gran costa de arena blanca, lejos de las habladurías y rumores que rodearían siempre a su relación. Y adoptar a uno o dos chiquillos que, esperaba, ablandasen el gélido corazón que la guerra había creado en ambos.

No había nadie hoy en el patio interior de la pequeña ciudadela que fuera su última base. Tan solo Levi, frente a una lápida de piedra que los miembros de la Legión habían puesto en la zona central del verde jardín.

Bajo la losa no había cuerpo ni ataúd alguno. Era solo algo simbólico, ya que el cadáver de Erwin había sido abandonado en el distrito que retomaron tanto tiempo atrás.

Levi hablaba a menudo a la piedra que tenía a sus pies. Una costumbre que no sería extraña en cualquier otra persona, pero que en él lo hacía parecer un lunático.

Representaba a su amante, pero no podría nunca recuperar su calor.

—Perdóname, Erwin. Sentí que necesitabas descansar de una vez por todas.

El pequeño ser daría ahora marcha atrás para cambiar su decisión de aquel momento. Tanto dejarlo morir como salvarlo representaban decisiones egoístas, a cual mayor de las dos. Pero si le diesen la opción, el decidiría salvarlo, incluso si su vida era tomada por ese cambio.

—Feliz cumpleaños, Erwin. He vuelto tan solo a decirte que tus esfuerzos no han sido en vano. Hemos vencido. Somos libres.

Si tan solo le hubiesen dado la oportunidad de vivir tres años más...

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