Capítulo 0

5 1 0
                                    

Podía sentir su respiración en mis pómulos. Estaba tan dormido que no se daba cuenta de su leve respiración entrecortada. El pobre de Lucas estaba tan ebrio que se quedó dormido en mi habitación, y como es tan pesado no pude recogerle.

Podía sentir la presión de sus brazos al tomarme para si mismo como un guarda. Como si me protegiera a mi, o como si él necesitara de mi.

—Elissa. — Escuche por debajo de las sabanas. Era el susurrando mi nombre. Al voltear mi rostro me lleve un gran susto la verdad al ver esos ojos marrones mirarme de una forma tan fija en mí.

—¿Qu-que Sucede? Deberías descansar. Mañana tienes práctica. —Dije por lo alto de su voz. Sus ojos se serraron y me tomaron mas aun por lo bajo de su cuerpo. Su cuerpo estaba tibio y su respiración agitada.

—Te quiero. — Sus labios me tomaron por sorpresa. Me devoró de una sola estampida y de la nada me encontraba sumergida en un tomo de Besos románticos. De un momento a otro ya estaba encima de mi con la idea de llegar al siguiente paso, hasta que...

—Espera. — Dije, tomando aire antes de que se le ocurra otra vez atacarme. —Considero este el momento menos indicado para estar de esta forma contigo. Ni siquiera te conozco lo suficiente, y soy una chica que nunca ha tenido un novio así que quiero ir lento y ver que es esto. No digo que no te quiera... Es sólo que no lo se. No se que es esto.

Lentamente cerró sus ojos y pegó su frente junto con la mía. Sus labios estaban temblando. Creo que estaba mas ebrio que enamorado, la verdad.

—Puedo ofrecerte una vida feliz junto conmigo. Puedes venir a mi casa a conocer a mis padres, casarnos, vivir en una casa con 16 niños por todas partes y solo cantar canciones de Melancolía y tristeza cuando llueva. Te quiero dar la vida que toda princesa quiere. Te quiero, te amo. No se como expresar algo mas fuerte que esto. Dímelo ¿Sientes lo mismo?

No pude evitar sentir ganas de reír y de soltar alguna que otra lágrima. Mis lágrimas de alegría ni eran como las de tristeza las cuales colocaban mi rostro sombrío, si no que mi cara se volvía de un color rubí intenso.

—Yo...Yo también te amo. Te amo con todo mi corazón y Alma.— Los dos nos besamos y nos abrazamos hasta saber cuando pasar al siguiente paso.

Y lo hice.

Sentía sus brazos bajar y subir por mis piernas y poder sentir su aroma fue hermoso y embriagante. Lo amaba, por dios lo Amaba.

Y eso creía.

Mi Dulce margarita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora