Dreaming...

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Se encontraba de pie frente a la Cabaña del Misterio, la luna llena brillaba en un cielo plagado de estrellas, el clima era fresco pero no frío, por lo que no sentía frío de pie donde estaba.
La falda de su vestido verde lago se movía con el viento, aquel vestido que hace un año sus padres desaprobaron y por lo que la obligaron a cambiarse.
Su rostro se iluminó cuando Dipper salió de la Cabaña vestido con su smoking negro, su corazón dio un vuelco y comenzó a latir con fuerza y rapidez.
Comenzó a caminar hacia él con una sonrisa en el rostro, era la misma sonrisa que había puesto cuando vio a Dipper regresar a la fiesta de sus padres.
Él la recibió con un abrazo un beso en la mejilla, Pacifica se ruborizó al instante, sentir el roce de los labios de Dipper en su mejilla hacía que su corazón se detuviera por un momento.
Ambos comenzaron a caminar por el bosque, Pacifica seguía sintiéndose sorprendida por la magnitud de éste, las luciérnagas, los pequeños animales que corrían de acá para allá, todo le parecía hermoso.
Llegaron al lago al que Dipper la había llevado hace tiempo
«¿Cuánto tiempo había pasado desde ese día? »pensó Pacifica, por el momento aquello no importaba, estaba con Dipper y eso era lo que realmente le importaba.
En ese momento Dipper tomó a Pacifica por la cintura y la acercó suavemente hacia él, su corazón comenzó a latir con violencia, sentir las manos de Dipper en sus jóvenes caderas era algo que jamás creyó esperar que sucediera.
Lentamente sus rostros comenzaron a acercarse más y más.
Sus labios quedaron separados por unos centímetros de separación.
En ese momento el despertador de Pacifica la sacó de aquel sueño.
Despertó sobresaltada y decepcionada, sentía todavía su corazón acelerado y en su mente aún sonaban los ruidos de aquel lago.
"Señorita Noroeste, sus padres la esperan para el desayuno" dijo el viejo mayordomo de su familia
"En un minuto bajo" respondió ella con desánimo.
Sus padres se encontraban en el gran comedor de la mansión Noroeste, su padre leía el periódico mientras sostenía un habano en la comisura de la boca; su madre estaba viéndose en un pequeño espejo circular mientras se aplicaba maquillaje y lápiz labial.
"Buenos días padres" respondió Pacifica
"Buenos días cariño" respondió su madre sin levantar la vista para ver a su hija.
"¿Qué haremos hoy?" Preguntó Pacifica con ánimos "Es domingo y podríamos salir al pueblo o ir al bosque"
"Eso suena a algo que haría la gente de la clase media" comentó su padre pasando la hoja del periódico
"Ya, pero pensé que sería lindo ir al bosque y pasar un rato en familia"
"Pacifica, linda, esto es tiempo en familia ¿Para qué quieres salir si ya estamos pasando tiempo juntos?"
Pacifica se entristeció, convencer a sus padres de salir juntos era más complicado que detener un Raromagedon
"¿Por qué no sales con Thomas?" Preguntó su padre
"Porque quiero salir con ustedes, ustedes son mis padres y deberían pasar tiempo conmigo" dijo Pacifica en tono molesto
"No podemos hija, somos unos padres muy ocupados" respondió su madre
"Eso ya lo noté" respondió Pacifica poniéndose de pie "Gracias por este tiempo juntos"
Salió de la mansión con lágrimas en los ojos, le dolía la indiferencia de sus padres con respecto a ella, se sentó en la fuente y se puso a llorar, tras varios minutos llorando escuchó la campanilla que anunciaba la llegada del correo, al acercarse al buzón vio una carta.
El sobre era de un simple color blanco y solamente tenía anotada en tinta negra la dirección de la mansión Noroeste
«No hay correo los domingos» pensó limpiándose las lágrimas
Abrió la carta y sintió un vacío en el estomago al ver quien la escribía.
Entró rápidamente a la mansión y se dirigió a su habitación.
Cerró la puerta con seguro y se acostó a leer la carta.

Pacifica
Leí tu carta varias veces, me cuesta trabajo explicar muy bien lo que pienso.
Me alegra que quieras cambiar, dejar de ser una Noroeste más y volverte una persona diferente.
Intenta cambiar primero por ti misma, no busques cambiar también a tu familia, tú debes ser la Noroeste que haga la diferencia.
Espero que de verdad te vuelvas esa Pacifica de la fiesta del año pasado.
Te dejo mi numero telefónico por si quieres contactarte conmigo, aunque esto de las cartas es lindo.
Me gusta tu perfume.

Dipper
P.D Me gustó pasar tiempo contigo la noche pasada

Pacifica no podía creerlo, leyó una y otra vez la carta de Dipper hasta que memorizó cada detalle, lo que más le impactó fue el número de teléfono y la posdata que había escrito Dipper al final.
Quería salir nuevamente con el pero no sabia como pedírselo.
Al menos tenía su número de teléfono.
Y eso era un avance.

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