Parte 1: Gruñidos.

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KyungSoo siempre había tenido una extraña fijación por el peligro. Le encantaba el riesgo, que la adrenalina hiciera su corazón correr y que la muerte extendiera sus manos hacia él sin llegar a atraparlo.

Siempre que peleaba con JongIn, de alguna extraña manera lo convencía para que fuesen a tirarse de un avión o a nadar con tiburones, exponiendo su vida mientras que él disfrutaba de la velada, como si se tratara de un paseo en el parque.

Esta vez, no había sido la excepción. Se había aparecido la mañana de un sábado con dos tickets de avión y una sonrisa angelical que sabía sólo usaba para manipularlo.

— No— Fue lo primero que dijo Baekhyun.

La sonrisa en el rostro ajeno desapareció y el castaño tragó saliva asustado.

🐺👨

— Apúrate, Byun, vamos a perder el vuelo.

El aludido rodó los ojos mientras trataba de que sus piernas torpes no se doblaran ante el peso de su maleta y la de KyungSoo.

— Si me echaras una mano, no estaríamos atrasados— Murmuró poniendo el equipaje en la cinta correspondiente, limpiándose el sudor de la frente y jadeando como perro.

Su amigo ojón lo ignoró y siguió su recorrido sin siquiera esperarlo, mirando de aquí a allá en busca de un lugar en el que vendieran Donuts o alguna porquería dañina con un sabor irresistible.

Baekhyun abordó el avión solo, notando a su amigo en los asientos finales apuñalando con un lapicero la foto que tenía guardada en la cartera, apuntando especialmente hacia el rostro de su novio y maldiciendolo en un idioma desconocido. Lo único que hizo Baekhyun fue sentarse lentamente y en silencio, un enano psicópata no era el mejor compañero para charlar.

Llegaron al lugar destinado y KyungSoo mejoró notoriamente su humor. Alquilaron un auto y el menor se ofreció a conducir -por no decir que le ordenó a Baekhyun que se sentara en el copiloto-, activando el GPS para indicar el camino hacia el bosque Growl.

Media hora después, el mal humor de su compañero regresó, tuvo que aguantar sus quejas sobre JongIn. Que el idiota no quería unirse a sus ritos satánicos, que siempre se comía sus donuts, que no le gustaban los deportes extremos como a él, y un sinfín de cosas sin sentido que dejó de escuchar cuando deslizó disimuladamente los cascos de los audífonos en sus orejas.

Todo estaba tranquilo, hasta que notó que la nieve había empezado a caer y que KyungSoo se estacionaba en medio de la nada, justo en la entrada de aquel frondoso bosque que sólo conocía por imágenes.

— Llegamos— Murmuró KyungSoo acomodándose el abrigo, bajándose del carro y yendo detrás para sacar las cosas.

El castaño miró alrededor y se espantó cuando no vio cabañas o algo parecido. Lo único que notó fue nieve y viejos troncos mojados a la orilla de un lago congelado, cuyo hielo se veía frágil. Cubrió su cabeza con la gorra de su chaqueta y fue junto al menor.

— ¿Qué hacemos aquí? ¡Está nevando un montón, moriremos congelados!

— Esa es la idea— Musitó el pelinegro sacando la carpa del baúl.

— ¡¿Morir?!

— ¡No! ¡Sobrevivir, zopenco!— Chilló tratando de sacar el contenido— ¡¿Por qué mejor dejas de quejarte y me ayudas con esto?!

Y así fue como terminaron, ambos tratando de armar una jodida tiendita y buscando troncos lo suficientemente secos para hacer una fogata hasta que la pequeña tormenta se detuvo.

Lycanthrope ||ChanBaek||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora