Prólogo

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Los padres de Laila Leviathan sabían que algo andaba mal con su hija desde el principio. Fue extraño cuando al llegar a la edad de tres días aún no había dicho ni una palabra, aunque tuvieron esperanza y fingieron que todo era normal.

Años más tarde notaron algo raro en su hija, era capaz de repetir recuerdos de ellos tal como habían sucedido sin haber estado ahí. Recuerdos de cualquier tipo y antigüedad, algo único, distinto y aterrador.

Por desgracia y miedo tuvieron que ocultarlo, su hija era educada por ellos, apenas salía a la ciudad y cuando lo hacía tenía prohibido hablar con cualquier persona para disimular el hecho de no poder recordar tanto como ellos.

Cuando a los siete años aún no podía escribir tuvieron que aceptar lo inaceptable, su hija jamás desarrollaría las capacidades normales, jamás se adaptaría a la sociedad de esta forma, no sobreviviría por si misma.

Cierto día un grupo de soldados llegó a la casa de los Leviathan, la madre de Laila la escondió en un armario dentro de un piso falso en la sala de estar, mientras que su padre bloqueaba la puerta de la sala.

Los soldados forzaron la puerta de la casa y entraron velozmente, revisaron la casa hasta que llegaron a la sala, donde el señor Leviathan aún se encontraba intentando asegurar la puerta, los soldados la derribaron y le dispararon.

La señora Leviathan miro a su hija, Laila, a los ojos, le dio un beso en la mejilla, le susurró un "te amo" y abrió una puerta por detrás del armario, se dirigía a un camino de tierra que se perdía de vista por el bosque.

-Corre- le dijo de una manera apenas audible.

Laila tuvo que obedecer a su madre y con su trenza castaña y su muñeca corrió a través del camino, al bosque, sabía que la buscaban a ella. Su madre cerró las puertas del armario y salió a esconderse en la habítación.

Desde el bosque la niña escuchó el disparo.

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