Nothing At All

I. Invitación.

Lunes por la mañana. Los estudiantes ingresaban al plantel rodeados de un ambiente perezoso y soltando murmullos por las instalaciones. El trimestre estaba a pocas semanas de terminar y aunque el ambiente seguía siendo relajado, ya comenzaban a notarse algunos alumnos preparando proyectos y exámenes. Dos amigos salían de la cafetería, el menor llevando una lata de Coca-Cola y el mayor una bebida energética. Se notaba a kilómetros el cansancio que tenían. Tomaron rumbo hasta llegar a sus casilleros, dónde dejaron algunos libros y cuadernos que no necesitaban. En eso, el mayor recordó algo que estaba planeando decirle a su amigo desde hace varios días y parecía ser la oportunidad perfecta, no quería dejar pasar más tiempo. Así que se armó de valor y recogió un poco de entusiasmo que usualmente le faltaba en la mañana.

—¡Edd! ¿Te gustaría ir a una fiesta?— Exclamó finalmente a su amigo, notándose la emoción en sus palabras, mientras se mantenía de pie a su lado esperando que terminará de recoger sus cuadernos. La pregunta tomó por sorpresa al otro, logrando que girara bruscamente hacía al contrario.

—No, Tom. Sabes que no me gustan las fiestas— Respondió secamente. Y era cierto, Edd prefería dibujar o ver una película a estar en una fiesta con música ruidosa y rodeado de extraños.

—¡Vamos Edd! Será divertido. Nunca hemos ido a una y acaban de invitarnos, dicen que será la mejor fiesta del curso— Dijo de inmediato, mostrando que no iba a rendirse fácilmente con la invitación.

—No lo sé, Tom. No conozco a muchas personas, además de seguro solo te invitaron a ti y...— Su amigo lo interrumpió, colocando la mano en su hombro y dándole un leve golpecito.

—No te preocupes, con tu compañía para mí es más que suficiente. Mira, te prometo algo. Vamos, vemos que tal está el ambiente y si no te gusta me dices y salimos de ahí de inmediato. ¿Te gusta el plan?— Definitivamente Tom no iba a rendirse tan fácil, trataría de usar sus mejores argumentos y tácticas para asistir a esa fiesta con Edd.

Edd ya no podía negarse con ese plan. Era un buen plan de hecho, sabía que Tom era de cumplir su palabra. Además, comenzó a picarle un poco la curiosidad. Desde la secundaria no había asistido a una fiesta en todo el significado de la palabra, y claro, las fiestas infantiles no contaban. No creía que le hiciera daño asistir a una. Sería su primera fiesta y la pasaría con su mejor amigo, no tendría que hablar con extraños, solo estaría con él. ¿Qué tal si hasta ponían música que le gustaba? Y, siendo enteramente positivo, hasta podría sacar alguna idea para dibujar de esa fiesta.

El chico lanzó un suspiro, resignándose a aceptar.

—Está bien, acepto. Pero no sé porque estas tan emocionado por ir, ni siquiera te habían importado las fiestas antes.—

De hecho, era un poco extraño que de pronto Tom quisiera ir a una fiesta, claro que era más extrovertido que él pero tampoco tenía muchos amigos que lo invitarán a una. Por eso le extrañó tanto la invitación al inicio.

—Oh, es un pequeño secreto— Le lanzo un guiño a su amigo. Sabía que si le decía a Edd la verdadera razón por la que quería ir, este se negaría y hasta le daría un sermón. La razón era que la fiesta tendría barra libre. Eso significaba varias posibilidades de bebida y lo mejor, que podía tomar todo lo que quisiera sin pagar un centavo. Era una razón hasta cierto punto tonta, pero con el poco presupuesto de un chico de bachillerato, aquello sonaba como el paraíso. Además, Susan estaría ahí. Y con mucha suerte y muchos tragos encima al fin podría tomar valor para hablarle.

—Pensé que no había secretos entre amigos— Edd bufó y Tom podía asegurar que debajo de su fleco lo estaba juzgando con la mirada.

Fue un golpe bajo para Tom. Era verdad, se supone que no había secretos entre amigos. Especialmente entre ellos que eran tan unidos. Y él estaba rompiendo esa regla básica.