Marinette se estiró perezosamente y ocultó el rostro contra la suave y perfumada tela de su firme almohada. Una sonrisa se formó en sus labios al saber que estaba apoyada contra la playera de Adrien y ella tenía su mejilla justo sobre el apacible corazón del chico que repentinamente latió un poco más rápido, acorde él cerraba su agarre en la cintura femenina, estrechándola más contra él.
- Debería volver a casa... -murmuró el chico, subiendo sus dedos por la espalda femenina, descuidadamente, como lo haría un guitarrista al arrancar notas armoniosas pero al azar- No sé cómo me convenciste para que me quedara toda la noche.
La pelinegra abrió los ojos con fingida sorpresa y se sentó para mirarlo recostado sobre las sábanas de su cama y sin sus zapatos como única prenda faltante en él.
- Oh, claro... como te até a la cama. –acusó ella, ladeando el rostro con una pequeña sonrisa.
- Promesas.... Simples promesas. –jugó Adrien, con esa sonrisa felina y ladeada tan típica de él.
Ahora, tan típica en su rostro. Siempre, tan típica en él.
- No fue muy difícil convencerte ¿Sabes? –su sonrisa se amplió- Treinta y dos: Maúllas mucho pero muerdes poco. –acusó ella, inclinándose en su dirección, apreciando como la luz de la mañana parecía atorarse entre las claras pestañas del chico, como polvo de estrella- ¿Sabías eso, chico listo? -susurró y se inclinó un poco más, hasta que su nariz toco la de él.
Y el efecto fue el esperado, la prometedora sonrisa desapareció y un acalorado sonrojo tiñó las bronceadas mejillas hasta que lo escuchó respirar por la boca ¿Era malo que le gustara ponerlo nervioso? Entre el caballeroso Adrien y el hablador de Chat Noir, había un chico anhelante y expectante.
Oh, claro que era activo, pero parecía gustarle que lo mimaran.
- Cuarenta y cinco: Tú eres muy astuta para mí bien. –susurró el rubio, logrando que ella se apartara, con una pequeña risa casi infantil y traviesa- Me vas a matar, princesa. –se sentó, observando la habitación de Marinette- Aún es temprano ¿Verdad?
- En esta época del año amanece antes... -la chica se estiró y tomó su celular- Si, son las seis de la mañana. En cualquier momento mamá comenzará a gritar para que me despierte.
- ¿No va a entrar? –preguntó preocupado y lanzó una larga mirada a la ventana que usaba como entrada cuando era Chat Noir- No quisiera darle una terrible impresión a tu madre. –y luego la miró con cierta sorpresa- Nunca me he quedado a dormir en la casa de alguien, menos de una chica. Mucho menos sin el permiso de sus padres.
- No, no va a entrar. Cuarenta y seis: Mis padres confían en mí, me dan mucha privacidad. –se levantó, buscando sus artículos de baño- Y no soy cualquier chica, soy tu novia. –lo regresó a ver, mordiéndose el labio inferior para no sonreír tontamente.
Él retomó el fuerte sonrojo y se quedó como si fuese de piedra sobre la cama, con las piernas entrecruzadas en lo más cercano a una pose de loto y con sus manos aferradas a sus tobillos. Pero su mirada brillaba de pura emoción.
- ¿O debería decírtelo con el traje de Ladybug? –consultó Marinette, sentándose a su lado.
- Seguirías siendo tú, seguiría impresionándome gratamente. –lo dijo con dulce voz, apoyando su cálida mano sobre la mano femenina.
Oh... debería detenerse...
Y aun así...
- Pero debes admitir que te gusta el traje. –acusó, inclinándose hacia él con una sonrisa traviesa- Después de todo, tú dijiste que eras mi más gran admirador ¿No?
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Entre un latido de corazón «Miraculous: Ladybug»
FanfictionEl tejado del Louvre parecía el mejor lugar del mundo en ese segundo. Ni siquiera podía culpar el ímpetu que Chat Noir tenía para evitar que el beso se acabara. No podía culparlo. Él llevaba años con sus emociones a la espera y ella no se había cont...