En la biblioteca

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Nada de esto fue planeado y es seguro que no se esperaba que sucediera así. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos en mi biblioteca, la verdad ahora que lo pienso me da un poco de vergüenza yo iba toda desaliñada con una gran sudadera que, si bien no he sido nunca muy delgada, sí que me hacía ver sumamente gorda, mis pantalones de mezclilla desgastados por el uso y mi rizado cabello todo alborotado en fin era un terrible caos. Pueden imaginarse el movedero de tripas que ocurrió en mi al ver a ese muchacho delgado, esbelto, su cabello lacio y negro perfectamente desordenado, se veía muy bien.

Yo sé que era por educación pero esa sonrisa ladeada y amable que mostraba unos perfectos dientes blancos pudo haber hecho ruborizar a cualquiera, a cualquiera menos a mí puesto que mi jefa estaba ahí y no podía dar si quiera una señal de que el chico me parecía atractivo. Fue un encuentro furtivo en el que solo me pidió unos cuantos libros de ajedrez y un tablero para practicar un poco, con mi intachable sonrisa de vendedor le entregue lo que me pedía y para mi suerte se sentó en una esquina alejada de mi escritorio.

—¿Te gusta verdad?— Me dijo mi jefa codeándome ligeramente y ahí sí que enrojecí

—Claro que no, yo no soy de las que les gusta alguien así. Digamos que es un deleite visual.

Mi jefa estallo en risas, pero en ese momento era cierto me gustaba ese chico pero no me gustaba para tenerlo como pareja ni nada de eso me gustaba para mirarlo para recorrer con mis ojos sus finas facciones y su esbelta figura, tal vez para dibujarlo y para tenerlo solo en mi imaginación.

Yo no suelo ser muy romántica pero ese muchacho despertaba en mi las sonrisas que a nadie le he mostrado, tensaba mi cuerpo como nadie lo había hecho y robaba miradas que celosamente guardaba solo para mí.

Y luego se fue, justo como había llegado con una amable sonrisa, en ese momento agradecí enormemente el lugar en el que estaba trabajando pues mi deleite visual pasaba seguido por mi lugar de trabajo y a mí se me permitía mirarlo sin reparos cuando estaba aquí pues es tan distraído que ni se imaginaba cuantas veces dibuje su rostro en mi memoria.

Sin embargo no era lo único en lo que pensaba pues mi vida no era muy propensa a tener momentos de ocio en los que pudiera pensar largo y tendido en lo que pensaba y sentía por el pues yo estudiaba mi segundo año de universidad al mismo tiempo que trabajaba en la biblioteca de la misma y solo Dios sabe cómo es que no desfallecí en el intento de sacar mi carrera adelante y más aún cuando se me cambió el lugar de trabajo.

Si bien era cierto que podía verle a él, dado que él estudiaba en la misma universidad, en las mañanas cuando trabajaba llegó un momento en el que todo se me vino encima un día durante mi tercer año de universitaria todo ocurrió: Mi hermano se fue a estudiar a otra ciudad, llegaba el momento de decidir los preparativos para la graduación y nos cambiamos de casa a con unos tíos, a esto había que sumarle que no teníamos dinero y en mi trabajo prácticamente no se me pagaba nada y para colmo Alan, como descubrí que se llamaba aquel muchacho, dejo de frecuentar la biblioteca.

Sin embargo dicen que si Dios ve que necesitas algún tipo de apoyo el irá en tu auxilio y así fue, un día la directora de mi escuela me mandó llamar y me dijo: - Señorita, tenemos una emergencia, una de las bibliotecarias de planta renuncia en esta semana y necesitamos a alguien para remplazarla. ¿Quiere entrar a trabajar como empleada formal en esta institución?- Obviamente le dije que sí, el dinero me cayó como anillo al dedo, pague mis colegiaturas y pague mis gastos de graduación yo sola. Ya me ocupaba de mi misma lo que le quitaba una carga bastante grande a mi madre sin embargo con el cambio de edificio obviamente ya no iba a ver a mi deleite visual por lo que a veces me deprimía y aun que trataba de no pensar en eso siempre recordaba nuestros incomodos momentos en que nos encontrábamos en la cafetería y él me sonreía y me saludaba, no sé si era amabilidad o que rayos era pues no había absolutamente ninguna necesidad de que el me hablara fuera de mi oficina y aun así se tomaba las molestias de siempre saludarme y por lo menos preguntarme como estaba, esa clase de detalles suenan insignificantes pero a alguien que está acostumbrada a ser totalmente ignorada esas cosas son las que te hacen encogerte y bajar la mirada mientras respondes un patético Bien y levantas la mirada solo para darte cuenta que te está mirando fijamente y que sonríe comocomo ¿Qué? Esa es la pregunta ¿Qué rayos pasaba por su cabeza en esos momentos? ¿Acaso pensaba que era una pobre estúpida por la obvia reacción nerviosa que tenía siempre que estaba con él? ¿Acaso le parecía algo como un tierno animalito al que se le puede tratar de esa manera? Y sí, tengo la confianza para, si bien no decir que soy bonita, sé que soy adorable en cierto modo.

Esa clase de cosas eran las que me hacían reír como estúpida en mi nuevo lugar de trabajo hasta que una nueva tragedia pasó, exceso de trabajo.

Desgraciadamente una coordinadora que no había hecho bien su trabajo desde el principio se le hizo fácil decir biblioteca no hace nada, deberíamos cargarles a ellas el trabajo Ok, tal vez no lo dijo de esa manera pero así fue como se sintió pues inmediatamente fui trasladada a donde antes estaba, en un principio a causa del estrés y del trabajo no podía pensar en otra cosa, y así fue aproximadamente por un mes hasta que el apareció de nuevo, mi deleite visual estaba de nuevo de pie frente a mí, al parecer él también se sorprendió pues la sonrisa que traía consigo se ensancho un poco más al encontrarnos (o eso me gusta pensar) fue en ese momento en el que me di cuenta que lo había extrañado, que era posible que significara algo más para mí que solo un niño bonito al que puedo admirar fugazmente cuando no está mirando y juega ajedrez en mi biblioteca.

La verdad es que yo no tenía expectativa alguna de que nuestra platónica y unilateral relación llegara a más hasta que algunas cosas extrañas comenzaron a pasar: sus sonrisas cada vez se volvían más dulces al saludarme y sus manos siempre buscaban el toque de las mías, al principio pensé que era solo una ilusión que me había formado en mi mente pero un día expresamente tomé el tablero más lejos para que él no me tocara y aun así estiró su mano alcanzando la mía en un inesperadamente suave toque que hizo estremecer mis órganos y sentidos. Lo quería, lo sabía, me quería, aun lo dudaba pero estaba un paso más cerca de confirmarlo.

De verdad que nada de esto fue planeado, yo no sabía que iba a pasar el día en que me hablo por mi nombre ¿Cómo lo sabía? Una carta, solo una nota indicándome un lugar y una hora fue suficiente para que un ataque de pánico se apoderara de mí, fui corriendo a casa y me puse mi mejor vestido, aquel que me hace lucir un poco menos gorda de lo que estoy, unos zapatos con un tacón discreto y me agarre solo un lado de mi cabello. No quería parecer muy ansiosa ni esperanzada sin embargo mi cuerpo se quedó inmóvil al verlo ahí, de pie en el lugar de encuentro. Llena de esperanza me acerco a él ¿Qué querías decirme?

Fin

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2016 ⏰

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