Sorpresa, Sorpresa!

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—Lamento si te hice sentir presionado de venir a Egipto —se disculpó Malik en cuanto ambos entraron a la nueva casa de los Ishtar. Todo estaba en silencio, ni Ishizu ni Rishid estaban en casa.

—No te apures Malik, no es molestia, desde pequeño siempre había querido venir —negó Yugi con una gran sonrisa y un ligero sonrojo en sus mejillas —es decir, me crié con mil y un historias de los viajes y excursiones de mi abuelo —relató —en algún punto, se volvió para mí una meta poder venir aquí, te agradezco que me invitaras.

—En ese caso, me alegra mucho —el egipcio le regresó una pequeña sonrisa apenada. Aun se le dificultaba un poco el trato a las personas, Rishid decía que era siempre era muy infantil o muy seco, no hallaba el punto medio.

—Además, pienso que podría ser, de algún modo, beneficioso para Yam... quiero decir, el faraón —se mordió el labio —quizás el estar aquí le haga sentir algo familiar... no lo sé —se encogió de hombros, podía sentir al espíritu ahogar unas risillas de ternura y eso solo lo hizo sonrojar más.

—El faraón... —susurró el otro quedadamente.

—Y ¿cómo han estado tú y tus hermanos? —curioseó, sentándose a la mesa mientras Malik buscaba un par de vasos de agua.

—Personalmente, mucho mejor —contestó, serio —a mis hermanos les ha costado un poquito acostumbrarse a vivir así, supongo, pero creo que también están más felices —había un deje de culpabilidad.

Yugi lo miró comprensivo, agradeciendo el vaso de líquido fresco, era cerca de mediodía y además el jet lag le estaba afectando también. Un bostezo se le escapó sin querer y empezó a abanicarse el rostro con un abanico de mano que había traído todo el trayecto hasta la casa de los egipcios.

Malik no ocultó una risilla — ¿tienes calor?

Yugi asintió apenado —un poco.

—Para alguien que no es de aquí lo estás soportando mejor de lo que esperaba, a decir verdad —aduló, recostando ambos brazos sobre la mesa, cosa que logró acercar su rostro más al de Yugi.

El tricolor se sonrojó — ¿en serio? Eh... gracias.

— ¿Estás cansado por el vuelo? —el moreno ladeó la cabeza.

Yugi asintió —el cambio de horario me tiene un poco mal —se llevó una mano tras la nuca.

Malik sonrió, cerrando los ojos —bueno ¿por qué no tomas una siesta? créeme, es el mejor remedio para pasar el calor de mediodía.

—Eso suena muy bien —aceptó el tricolor.

Malik se irguió —deja tus cosas aquí ¡Ven! —ni bien Yugi dejó su mochila en otra silla, el egipcio lo tomó de la mano y empezó a jalarlo a donde, Yugi dedujo, era su habitación.

— ¿Esta es tu habitación? —preguntó, para cerciorarse.

—Sí.

—Es muy bonita —las paredes eran color dorado, había un ventanal que permitía ver los alrededores, un tocador, un armario y una cama algo grande de dosel con sábanas blancas.

—Gracias —recién Malik se dio cuenta de que aun traía la mano de Yugi entre la suya y lo soltó —por favor, ponte cómodo.

Yugi sonrió, como no llevaba su chaqueta simplemente fue a sentarse en la cama — ¿no es molestia?

—Para nada —sin pensárselo, Malik se recostó al otro lado de la cama —antes dormía mucho con mis hermanos —Yugi se sonrojó un poco, y permaneció sentado —oh, lo siento —exclamó —los japoneses no son muy dados al contacto físico ¿verdad? ¿Esto te incomoda?

Sorpresa en EgpitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora