Introducción.

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Harry Styles a sus 4 años no sabía lo que realmente significaba el peligro. Por sus venas no corría ni una pizca de esto porque era demasiado ingenuo y un bebé.

Pero significaba que estaba indefenso en este mundo, indefenso de los depredadores de la sociedad.
Estaba solo, literalmente, su madre murió días después de nacer él por hemorragias graves e infección y su padre se encontraba entre la espada y la pared por la agonía y las deudas que debía pagar del alquiler, siempre estaba pasado de copas.

Ellos vivían en la ciudad de Pittsburgh perteneciente al estado de Pennsylvania, (EE.UU) con aproximadamente 350.000 habitantes. 

Ese día, Harry estaba realmente triste y enojado porque su papá arrojó su pelotita favorita de Spiderman que su mamá le había regalado unos días antes de morir, al bosque.
Su padre estaba muy enfadado esa vez por las facciones de su hijo. El niño se parecía tanto a ella, al amor de su vida, que odio ver la razón de su muerte caminando libremente por el pasillo de la casa que solían compartir. Por eso, lleno de cólera tiró la pelota lejos entre los árboles del bosque, con la intención de que el niño se fuera y no regrese jamás. Mas tarde que nunca, se arrepentiría de sus acciones.

El bebé Styles bufaba mientras hipaba una y otra vez, metido entre todos esos altos pinos iba ser imposible encontrar su juguete. Sin querer se había alejado demasiado de su hogar.

Sus manitas se estaban congelando lentamente y las marcas de sus zapatillas iban desapareciendo por los copos de nieve que caían como cascada conforme pasaban los minutos. Sus orejitas estaban rojas, al igual que sus cachetes, y heladas. No tenía un gorro para protegerse del frío, y menos que menos medias para abrigar sus pies. Lo único valioso que traía eran sus zapatillas de lona y su campera de nailon color negro, como su power ranger negro favorito, pero claro, ya no lo veía más por su padre que no pago el cable.

El sol se estaba escondiendo, dandole la bienvenida a la noche. El pobre se resignó y dió media vuelva para ir a su casa, una presencia poderosa repentina suspendió sus pasos.

Un perro, no, un lobo de unos 71 kg y que era el doble de su estatura, no titubeaba en anclar sus ojos azules en los de Harry, midiendo sus movimientos y gruñiendo desde el fondo de su garganta, mostrando sus caninos puntiagudos y filosos, del tamaño de su manito. El lobo tenía todo planeado, asaltaría el cuerpo del niño y lo estrellaría contra el suelo, a continuación, escucharía su craneo romperse, brotaría su sangre y moriría a los segundos. Pero el animal quedo descolocado al ver las siguientes acciones de Harry.

—¡Un pegito!— gritó soltando una carcajada que escarvó en sus oídos. Practicamente, el shifter de 500 años de edad, independizado y en su territorio, casi abandona su piel cuando el humano se abalanzó hacia su pelaje.

Louis Tomlinson se dejó hacer cuando tocaron su cuero unas manitas frías y gruño de satisfacción.

Hace años no entraba en contacto con nadie, sus ganas de aparearse lo volvían histérico cada día. Desde que abandonó a su manada no entablaba conversación con nadie.

La esencia del niño era embriagadora como el olor del aire fresco de las montañas con una pizca de dulzura natural, el hombre se atrevió a comparar su  sonrisa amorosa y su rostro risueño a la calidez de los rayos del sol en su faz en los días fríos.

Ahora para Louis será difícil alejarse de él, no podrá, no querrá, porque había encontrado a su compañero de vida.

Pero el lobo estaba acostumbrado a huir cuando las situaciones se tornaban problemáticas. Perdido en su cobardía, Harry le demostrará cuan difícil es la vida y a pelear por sus sueños con esfuerzo. Quedará en sus manos decidir si salvar a su compañero de una amenaza jurada o huir lejos de sus antiguos miedos.

"—Algún día encontrarás algo por el cual amar y luchar Lou, sé valiente."

Resistir. (Larry Stylinson-próximamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora