Tragedia en Rhode Island

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Nota de prensa:

     El pasado 18 de noviembre de este año, 2013, un increíble incendio arrasó la Biblioteca de Providence, en Rhode Island. Las maderas nobles con las que estaban construidas las principales salas, el barniz de ésta, y los miles de volúmenes que formaban parte de su colección, sirvieron de combustible al fuego, que se propagó rápidamente.

     La tragedia ha conmocionado a todo el mundo de la literatura, y de la cultura en general, por ser esta la biblioteca que, como parte de la ciudad natal de H. P. Lovecraft, contenía decenas de manuscritos, primeras ediciones y correspondencia privada de este autor, que se ha perdido para siempre.

     Además de la tragedia cultural, tenemos que lamentar también la muerte de una estudiante española de filología inglesa, Clara Espiel Moya, que ha aparecido muerta en una de las dependencias menores de la biblioteca. Se sabe que la chica estaba en EEUU realizando la investigación de su tesis sobre “Libros malditos”. Su muerte se produjo por inhalación del humo tóxico producido por el incendio. En su mano se encontró una nota manuscrita, inmediatamente anterior a su muerte, que ha puesto los pelos de punta a los que han tenido la oportunidad de leerla, y que transcribimos a continuación, así como el texto incluido en su reverso. Según los expertos que están investigando el caso, se trataría de un fragmento del mismísimo Necronomicón, el libro al que Lovecraft menciona en varias de sus obras y del que, desde entonces, se especula acerca de su verdadera existencia. Por supuesto la veracidad de esta página no está demostrada, y los responsables de la biblioteca han emitido un comunicado afirmando que no tienen constancia alguna de que el libro formase parte de su colección.

En Madrid, a 16 de diciembre de 2013.

                                                                                           *   *   *

Fragmento manuscrito hallado junto al cadáver de C. E. M.:

     “Nunca imaginé que mi vida acabaría así, ni tan siquiera que fuese posible que todo se truncase de una forma tan simple, tonta y absurda. Pero mientras escribo esto, sé que es el final, que no pasaré de esta noche. Me queda la esperanza de que leer estas líneas temblorosas ayude a alguien a no cometer mi mismo error, a no poner su vida en peligro por un enigma, por un misterio, simplemente por curiosidad, por hambre de conocimiento.

     Hoy, yo muero con ese conocimiento, con la certeza de que todo es real , de que el libro existía, de que nunca debió ser escrito y, por supuesto, nunca más será leído.

     La invocación trajo lo que ningún ser humano puede contemplar sin caer en la locura. ¿Será eso al fin y al cabo? ¿Solamente locura que se ha apoderado de mí y me hace ver cosas, oír cosas, que no quiero ni creo que deban existir? ¿Con qué cruel mano se dejó constancia de todas esas palabras? Solo para que yo, cientos de años después, haya cometido el error de cruzarme en su camino.

     Mi destino se cumple hoy, mi vida acaba. Por debajo de la puerta empieza a entrar el humo del fuego que he provocado para quemar el libro y a los seres a los que convoqué sin darme cuenta de lo que hacía. Tengo la esperanza de que acabe con ellos aunque ¿puede el fuego acabar con algo que viene del mismísimo infierno? No lo sé, pero era mi única salida, espero que sea así.

     En el reverso de estas palabras, encontraréis un fragmento del libro. Era el único sitio en que podía escribirlas, pero por favor, jamás, bajo ningún concepto, las leáis. No juguéis con fuego si no queréis, como yo, acabar consumidos en él.

     El libro. El Necronomicón. Mi vida ha girado en torno a la historia que Lovecraft ideó en torno a él. Un libro de magia, de saberes arcanos, rituales y… poder. Decía que leerlo llevaba a la locura y a la muerte ¡y qué razón tenía!

     No tengo más espacio. Por favor, si esta página consigue salvarse del fuego y alguien llega a leer mis palabras, decid a mi madre y a mi hermana que les quiero. Que tenían razón. Me llamo Clara y hoy 16 de noviembre del 2013 voy a morir.

     No leáis lo que hay al dorso.”

 

                                                                                  *   *   *

Fragmento real de El Necronomicón:

     Este es el testimonio de todo lo que he visto y aprendido durante los años que tuve en mi poder los tres sellos de Mashu. He visto mil y una lunas, suficientes si tenemos en cuenta lo corta que es la vida de un hombre, aunque se dice que los profetas viven mucho más. Estoy débil y enfermo y arrastro un agotamiento y cansancio tal, que me asemejo a una vela en una habitación que apenas tiene aire. Soy viejo.

     Los lobos me nombraban en sus discursos a medianoche y esa silenciosa y sutil voz me convocaba desde la lejanía. Y una voz mucho más cercana me gritará, llena de impaciencia, al oído. El peso de mi alma decidirá su último lugar de descanso. Hasta ese momento, deberé escribir en estas páginas todo lo que pueda acerca de los horrores que existen al margen de nuestra conciencia y que aguardan en la puerta de todo hombre. Porque ésta es la Antigua Arcana que había sido legada desde tiempo muy lejanos, pero que ha sido olvidada por todos excepto por unos pocos hombres: los adoradores de los Antiguos, sean sus nombres enterrados por siempre.

     Y si no consigo terminar esta tarea, tomad lo que aquí os ofrezco y descubrid el resto, porque hay poco tiempo y el hombre no sabe ni comprende la maldad que le aguarda a cada paso, en cada puerta abierta, a cada línea infringida, en cada descerebrado acólito en los altares de la locura.

     Porque éste es el Libro de la Muerte, el Libro de la Tierra Negra, que he escrito, a riesgo de perder la vida exactamente como lo recibí en las llanuras de IgigiI, donde se encuentran los crueles espíritus celestiales, más allá de las Tierras Yermas.

     Que todos los que leen este libro estén por ello advertidos de que la Antigua Raza de Dioses y Demonios han visto y vigilado los actos del hombre desde tiempos remotos y que buscan venganza por la olvidada batalla que ocurrió en algún lugar del Cosmos, y que dividió a los mundos en días anteriores a la creación del hombre, cuando los Ancianos Dioses recorrían el espacio, cuando la estirpe de Marduk, así conocida por los Caldeos, y de nuestro Amo Enki, el Señor de los Magos.

     A Vos yo os conjuro ¡oh Ancestro de los Dioses!

     A Vos yo os invoco ¡criatura de la Oscuridad, por las obras de la Oscuridad!

     A Vos yo os invoco ¡criatura del odio, por las palabras del odio!

     A Vos yo os invoco ¡criatura de las Tierras Yermas, por los ritos de lo yermo!

     A Vos yo os invoco, ¡criatura del dolor, por las palabras del dolor!

     ¡Os invoco, desde vuestra morada en la oscuridad! ¡Desde vuestro lugar de descanso en las

entrañas de la Tierra!

     ¡A Vos yo os invoco, y a vuestros oídos para oír el mundo del que nunca nadie habla, excepto

vuestro Padre, el más anciano de todos los que conocen La Edad!

     ¡La Palabra prometa, y manda mi Palabra!

     ¡IA! ¡BARRA BANNA IA! ¡NAR MATTARU!

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