Sentía la tierra secar sus mejillas y el labio inferior. El polvo yacía pegado y su respiración vuelta sangre.
- ¡JungKook!
Del exterior sólo sentía un agudo pitido que se escabullia por sus oídos, mezclado con el pesado viento, el cual hacía que el polvo bloqueara su vista.
- ¡Ya, levántate!
Todo era marrón, todo estaba seco, pero aquella luz se acercaba, corría hacia él. Su cabello castaño pegado a la frente, sus labios fruncidos y sus anchas cejas dándole una expresión de concentración.
- ¿Estás bien?
El menor le sonrió, es que quizás todos pensarían que estaba mal, una sonrisa les ha de cambiar tan errada perspectiva. La pelota había roto paginas de aire y aterrizado en su cabeza dejándolo en el suelo, acumulado en sudor y algo de nausea, pero estaba bien. TaeHyung había ido en su búsqueda, estaba bien.
El destino era un clásico tema en donde aquellos chicos vivían, en aquel mundo en general. La gente estaba ansiosa siempre por saber que le deparaba el futuro y solían visitar a los que podían verlo, los que solían denominar videntes. Entre ellos habían distintos tipos, estaban los que podían ver tu muerte - que eran escasos y caros -, los que podían ver todos tus éxitos - eran poco recurridos y algo amargos - y por último, los que podían ver el amor de tu vida - tenían el poder de visualizar el hilo rojo -, en esta categoría estaba JungKook.
Los videntes de hilo eran menos escasos, pero difíciles de encontrar. La razón era que mantenían una maldición, las cual los encerraba en una extensa depresión sin salida. Esta era que no tenían a nadie a quien pertenecer, ningún hilo colgaba desde su meñique izquierdo, ni ahora ni nunca.
JungKook había decidido no encerrarse en aquella angustia, el quería ayudar a la gente a alcanzar esa felicidad que prometía el amor. Tampoco cobraba por su trabajo, simplemente no le importaba la fortuna que sabía que otros ganaban teniendo su habilidad. Aunque el jamás podría tener a su lado a la persona perfecta, pensaba que saberlo era un derecho y a ello se debía su existencia. La gente le agradecía aquello.
El hilo se hacía visible - para ellos - a la edad de veintiún años del propietario. Por eso las manos de JungKook sudaban tanto y su corazón se retraía, otorgándole un horrible dolor. Faltaban solo minutos para que los veintiún años de TaeHyung se cumplieran y él sabía perfectamente que el hilo de su mayor no estaría unido a el. Encontraba estúpido tener las esperanzas, pero aún así las guardaba. Los hilos siempre eran entre un hombre y una mujer, pocos eran los casos de parejas homosexuales, en los que principalmente eran historias de almas perdidas.
- Estoy algo nervioso, Kook.
Los ojos de TaeHyung brillaban con una intensidad que le hacia daño. En solo pensar en que le vería a diario con otra persona, una mujer a la que le pertenecería siempre, la cual estaba destinado a hacerlo feliz. Temía caer en la depresión frecuente del vidente de hilo, su felicidad se iría en unos minutos para alegrar la vida de otra persona, alguien muy diferente a el. Sabía que debía hacerle feliz ver a su amor feliz, pero esa es la escusa del quién encontrará luego a su respectiva alma gemela, algo que para el no existía ni existiría jamas.
- No tienes porque estarlo, apuesto a que será una excelente persona.
Típicos diálogos de momentos así salían de sus labios y lo odiaba. El había estado presente en varios descubrimientos de hilos con diferentes personas y siempre ocupaba las mismas palabras para hacer que el otro estuviera tranquilo. Debían estarlo, siempre se sentían acordes con su alma gemela, nunca había encontrado una mala experiencia ni tampoco le habían contado alguna.

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the beginning × kookv × os #aniversariomc
FanfictionIntentaba mirarle a los ojos, pero no podía perder la atención de su hilo. Estaba unido a alguien bajo tierra. aniversario mafia cagui.