Ese día llegó

118 6 9
                                    

¿Qué harías?

No te moviste, para nada, ni un solo músculo.
El, llegó a donde estaba el balón, y al verte comenzó a hablar:
_______(él): ¿Te he visto antes?
_______(tú): Ehh...?
_______(él): Te preguntaba qué si te había visto antes, me pareces conocida.
______(tú): ehh... yo... voy en tu salón...
______(él): ¿Y por qué estás aquí abajo?
______(tú): Me... me... resulta ¿más cómodo?
______(él): Esta bien... bueno, necesito entrenar, adiós.

Sin darte cuenta habías tenido una charla con él. Tu primer encuentro con él, estabas tan agradecida con el idiota que había mandado la pelota a ese lugar.

Estabas gritando internamente, no podías retener tanta alegría en ti.

Pero, y, el día siguiente, ¿te hablaría también? ¿o tan sólo te hablo peque estabas ahí debajo?

El tiempo corrió más rápido de lo que imagínaste.
Eran las 4 de la tarde. ¡!Las tortillas!! Tu madre te había pedido tortillas para la comida.
Saliste de ahí y fuiste a comprarlas pero sin que nadie te viera.
Después de comer unas enchiladas verdes con su quesito y crema, sus frijolitos al lado y una rica agua de limón, te lanzaste a tu cama king size y empezaste a pensar (a pensar, que novedad, y no te dolió la cabeza).

Al cabo de un rato unas lágrimas sin razón empezaron a brotar y a deslizarse a través de tus mejillas, cayendo sobre la cama y refrescando la tela.

Esas lágrimas no tenían razón ni monte lógico, tan sólo salieron.

Después de un rato, bajaste a cenar, que rico estaba el pastel Triple chocolate con mermelada de fresa y tu café americano del Starbucks, ah no, no era americano, porque como ganó el imbécil de Trump mejor lo pides capuchino.

Después de cenar, te cambiaste y te fuiste a dormir, esperando que al otro día él te hablará.

_____ y ______Donde viven las historias. Descúbrelo ahora