Pinceladas 12. Amor más allá de la muerte

                                                                                                                                                                                               AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Mis amigas y yo salímos del cine después de casi dos horas de película. Habíamos ido a ver "El rey Escorpión", a ellas no les convenció mucho pero a mí me encantó. Me gustan las películas de acción y aventuras. Después fuímos a tomar algo a un pub cercano y pasamos otra hora más divirtiéndonos jugando al billar y hablando.

Tras esa velada, cada una de nosotras tomó rumbo a su casa, no sin antes haber quedado para tres días más tarde, ya que faltaba poco para que acabasen las vacaciones de verano y queríamos ir a la piscina y aprovechar el tiempo que nos quedaba.

Miré el reloj y ví que marcaba la una de la madrugada, me dí prisa porque si mis padres me veían llegar a esas horas se íban a enfadar seguro. Había ido a la sesión de las diez y, aunque ellos no estaban muy de acuerdo, me dejaron ir. Para tardar menos en llegar a casa decidí tomar un atajo que conocía bien. Me metí por una callejuela mal iluminada. Me pareció raro porque normalmente no tiene iluminación, pero sería mejor para mí.

Al doblar la esquina, oí la voz de dos hombres, estaban discutiendo por algún tema que no entendí bien. Me escondí para que no me vieran y, por algún extraño motivo (tal vez curiosidad), me quedé a escuchar. Además, me había puesto nerviosa y, de los propios nervios, no podía ni moverme.

De pronto, uno de los hombres, el rubio, sacó una pistola y acabó con el otro de un disparo en la cabeza. Me quedé más acojonada que antes y no me dí cuenta de que, del mismo susto, había tirado uno de los cubos de basura detrás de los cuales me había escondido. El asesino miró hacia donde yo estaba e, igualmente asustado, comprendió que su crimen tenía un testigo y que ese testigo debía ser eliminado lo antes posible.

-¡Oh , dios mío!- exclamé en voz baja-¡Ese hombre viene a por mí!¡Debo salir de aquí como sea!.

Dicho y hecho. De un salto salí corriendo por donde había venido con la intención de salvar mi vida, pues estaba claro que aquél hombre iba a matarme si me pillaba. Mis padres me echarían una buena bronca, pero ya me daba igual, lo importante era llegar sana y salva a mi casa.

Me dirigí a una zona de la ciudad con algo más de iluminación pero el asesino seguía persiguiendome y cada vez lo tenía más cerca. En una esquina resbalé y caí al suelo, consiguiendo así hacerme unos rasguños en la cabeza y en las manos. Tuve la suerte de que por allí pasaba un coche de policía, que al ver lo sucedido y que el hombre rubio se acercaba para pegarme, paró e intentó poner paz.

El criminal salió corriendo profiriendo todo tipo de amenazas y uno de los policías me ayudó a levantarme.

-¿Estás bien?- me preguntó, amablemente.

-Creo que sí- respondí yo, algo más tranquila.

-¿Qué ha ocurrido aquí?- preguntó el policía que lo acompañaba.

-Yo... he presenciado algo que no debería haber visto, ese hombre lo sabe y quiere matarme para que yo no pueda contar nada, por eso me perseguía- les expliqué de manera abreviada y con los nervios aún encima.

-Será mejor que vayamos a la comisaría- me sugirió el primer policía-, allí podrás contarnos todo con más detalle e identificar al criminal.

-¿Y mis padres?. Ellos me esperan en casa.

-No te preocupes, les avisarémos desde la comisaría.