Cap. 1 Es posible, ¿Es posible?

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Michael se levantaba para otro aburrido y monótono día más, en su aburrida y monótona casa, con su aburrida familia, para ir a su aburrida universidad la cual podía permitirse gracias a la beca que obtuvo. La primera pregunta que se hizo a sí mismo nada mas poner los pies en el suelo al bajarse de la cama, fue por que en tan poco tiempo había conseguido odiar aquella canción que tenia de alarma, pero pronto halló la respuesta, se había hecho monótona y aburrida. Se incorporó completamente y se dirigió a la cocina, a medio camino por el pasillo, escuchó unos golpes que si de otra persona se tratase pensaría que le están robando. Se asomó a la puerta y vio a su padre golpeando con fuerza el microondas mientras derramaba una taza de café que había dentro.

- ¿Se ha vuelto a estropear?- Dijo tras bostezar

-Eso parece

-¿Por qué no compramos otro?

- Por que no tenemos dinero hijo, ya lo sabes hijo

Michael suspiró dando a entender que la situación económica en la que vivían era lamentable, pero no les quedaba otra nada mas que aguantar.

-¿Mamá?

-Sigue en el hospital, la cosa va muy despacio, pero tranquilo, se pondrá mejor.

Su madre estaba en el hospital debido a que hace dos años le diagnosticaron una enfermedad cardíaca que solo padecía el 0,02% de la población para la cual había dos alternativas, la primera y mas asequible consistía en un tratamiento a base de sueros diarios durante dos años y tres meses, y la segunda consistía en una operación a corazón abierto que garantizaba su recuperación en un corto periodo de tiempo, pero como no, no se la podían permitir, a si que tuvieron que optar por la mas asequible aunque menos efectiva.

Michael se dio media vuelta para ir al cuarto de baño a asearse cuando su padre preguntó:

-¿No vas a desayunar?

-No tengo hambre, además la leche fría con tanto frío como hace me sienta fatal

Se aseó y se vistió, cogió los libros y se volvió a la cocina para despedirse de su padre cuando vio en la televisión una noticia que pareció interesarle: "Un grupo de norte americanos adinerados cansados de todo tipo de sistema compran una isla desierta en el atlántico con el propósito de formar una anarquía pacífica. Estos han acordado que no tienen intención de mantener contacto con el resto del mundo y afirman que esto no sera perjudicial para ningun país"

-Vaya chorrada, van a acabar como primates, ya verás- Dice el padre de Michael

-Pues yo no creo, si son unas personas con la cabeza en su sitio la verdad es que le veo mucho futuro al plan

-No sabes lo que dices, las normas están para algo, si ya habiéndolas se siguen cometiendo crímenes, imagínate el caos que se formaría sin ellas

-Eso es por que vivimos en un país y en una sociedad en general con las personas equivocadas

-Bueno, aunque así fuese, tu tienes que acabar la carrera y hasta que no la acabes no irás a ninguna isla desierta, ni después, que tontería. Además te recuerdo que tu madre esta enferma, sin ti no es nada.

-Mamá es fuerte, y a pesar de que yo no he dicho en ningún momento que tenga pensamientos de ir, aunque lo hiciese podría salir adelante si mi ayuda, y más sin la tuya, que de poco le sirve a la pobre. A si que afeítate y ve a verla, que llevas días sin poner un pie en el hospital-

Michael cargado de razón cerró con un portazo, por que aunque la puerta de la cocina nunca se cerraba en esa casa, quería que su padre supiera que realmente se había equivocado.

Sabía que la idea no era tan remota, por que siempre había tenido unos pensamientos extremadamente liberales, a pesar de las apariencias, pero cada vez que la idea rozaba su mente se acordaba de su pobre madre, y de que sin el moriría, pero no por su rara enfermedad, si no de pena. Se pasó todo el trayecto desde su casa al autobús dándole vueltas en la cabeza, sin dejar de pensar lo mismo: "Con las personas y las ideas adecuadas, sería todo un éxito." Estaba completamente convencido de ello, a si que sacó la agenda de la mochila, y se apuntó buscar información para su propia cosecha de aquel proyecto. Cuando se bajó del autobús, se quedó sin respiración, allí estaba, una de las pocas cosas que le hacían levantarse cada día, Abie, una chica normal y corriente, de estatura media, con pelo largo marrón y ojos verdes. Estaba hablando con otra chica, parecían muy amigas y las dos se percataron de como suspiraba el pobre muchacho mirándola. El se dio cuenta de que se le había visto todo el plumero, a si que se puso rojo y se fue.

Entró a la primera clase, y no paró de pensar en ella, entro a la segunda, y pensó en ella y en la isla anarquista, y así en la tercera, y en la cuarta... Hasta que al salir se dio cuenta de que no había atendido en ninguna hora.

Al salir volvió a ver a Abie, con su amiga, se quedó otro rato admirándola, esta vez con más disimulo. Jacob, un colega suyo, se dió cuenta de como la miraba obnubilado y se acercó y le dijo:

-Es guapa, ¿eh?

Michael suspiró

-Pídele el número, vamos, no pierdes nada

-Podría perder mucho, y lo menos importante sería la dignidad

-Si no intentas jamás lo sabrás

Michael se acercó y cuando estaba a dos pasos de Abie, la chicas que no parecían haberse dado cuenta de que se dirigía hacia ellas, comenzaron a besarse. Michael se que quedó con la boca abierta literalmente, cuando se dio cuenta de lo estúpido que parecía, se dio media vuelta pasando al lado de Jacob, y dijo:

-Ya lo sé

Jacob un se sintió un poco culpable y se aguantó la risa como pudo hasta que Michael ya no podía oírle, o eso pensaba el. Cuando estaba entrando en el autobús para irse a casa, le llamaron al móvil:

"Le comunicamos que su madre ha fallecido debido a que no hemos obtenido la subvención para pagar su tratamiento, tiene usted nuestro más sentido pésame..."

Michael, dejó de escuchar, colgó y aguándose las lágrimas que pudo, se sentó en el fondo del autobús para que nadie pudiese ver los pucheros que hacía. Ya no le quedaba nada, excepto su aburrida, monótona y ahora desgraciada vida.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2016 ⏰

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