Aomine silbaba mientras caminaba hacia su hogar con el pelirrojo de Seirin siguiéndole detrás. Luego de un cansado uno a uno que –obviamente– ganó, se encontraban bastante cansados, y como buena persona, ofreció su casa, pues era la que se encontraba más cerca de la cancha. Kagami no le replicó nada, y solo se limitaba a seguirlo en silencio, ni siquiera le había insultado.
La casa de Aomine no era un departamento como la del pelirrojo, pero tampoco era una mansión como la de Akashi. Era una casa simple, sencilla y acogedora, la descripción perfecta si le preguntaban al diez de Seirin. Esperó a que Daiki entrara, para después hacerlo él, ya que no quería parecer una mala visita, pues aunque él viviera solo, el moreno tenía a su familia ahí.
– ¿Quieres algo? – Le preguntó el mayor, que parecía que se dirigía a la cocina.
– Algo de agua estaría bien – Contestó, siguiéndole – Un bruto se tomó la de mi botella, y ya no pude tomar nada – habló mandándole la indirecta al peliazul, quien se encontraba casi dentro del frigorífico – Me muero de sed.
– Me pregunto quién será ese bruto – Habló Aomine, como si no supiera a quién se refería Taiga. Había captado la indirecta, pero decidió ignorarla – Por suerte yo estoy aquí para satisfacerte, así que toma toda el agua que tu maldito estómago sin fondo quiera – Dijo sacando el agua fría.
– Muchas gracias, mi héroe – Kagami le siguió el juego, mostrándole los dientes en una sonrisa forzada y burlesca; luego se sirvió agua en un vaso, para después tomársela.
Después de haber saciado la sed de ambos, decidieron ir a la sala para descansar solo unos minutos. Kagami tenía que irse, pues quería cambiarse de ropa; la que ahora tenía estaba sudada y pronto comenzaría apestar. Vieron solo unos minutos la televisión, hasta que los sonidos de gotas golpeando la ventana hicieron que ambos chicos desviaran su atención hacia la fuente del sonido.
– Parece que ha empezado a llover – Las palabras de Aomine recalcaron lo obvio.
– Hmm... – El sonido que el menor hizo sin abrir los labios, le dio a entender al cinco de Touou que ya se había dado cuenta de la lluvia.
– Puedes quedarte más tiempo, hasta que la lluvia pase – Dijo el moreno, sin despegar los ojos de la ventana, donde se podía apreciar cómo es que la lluvia aumentaba su fuerza. Los ojos rubí de Taiga se despegaron de afuera, para posarse en los ojos zafiro de Daiki.
– Quiero darme una ducha, pero no tengo ropa – Comentó el de piel bronceada. El peliazul no tardó en captar esta indirecta.
– Vale, entiendo – Se levantó del sofá, y comenzó a caminar – Te prestaré unas mías, pero deberás cuidarlas muy bien. Son más valiosas que tú – Le gritó desde su habitación, donde buscaba las prendas que Kagami podría necesitar. Este último, estaba aún sentado en el sillón de la sala.
El pelirrojo se levantó del sillón para curiosear por la sala. Se encontró con un par de sofás más, una mesa de centro con florero, la televisión y también con algunas fotos de Daiki. Se veía bastante bien ahí, incluso las fotos parecían nuevas o que no tenían mucho tiempo. Sus ojos escarlata se fijaron en uno en particular, donde Aomine salía primero como un niño de quizá 12 años, y luego ya con 16 años.
Tal vez el motivo de la foto era hacer un antes y después, para que después Daiki pudiera ver cuánto había cambiado desde su pre-adolescencia, y tal vez hasta durante su niñez. La tomó en sus manos y examinó cuidadosamente. Parecía que las dos tenían pinta de haberse tomado hace poco tiempo, pero era extraño, considerando las fotos de niño del moreno en perfecto HD.
– ¿eh? – El ruido de la puerta alertó a Kagami, quien rápido dejó de nuevo la foto en su lugar, y esperó a que apareciera cualquier persona de esa casa. Pero no esperó verse de nuevo con Aomine, oh bueno, una versión más pequeña de él.

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Tal vez no sea mi novio... ¡Pero sigue siendo mío!
FanficDespués de un cansado uno a uno, Aomine y Kagami decidieron ir a casa del primero para descansar un rato -ya que esa es la que quedaba más cerca-, Pero una lluvia cayó repentinamente, ocasionando que el pelirrojo tuviese que quedarse toda la tarde a...