Parte 1

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Parte Uno.


El sonido de una alarma llenaba por completo las paredes de la habitación pintada de un color azul y con muchos pósters de equipos de Basquetbol pegados por doquier. Era una mañana bastante fría, de esas que hacen que uno no quiera levantarse de la sábana, queriendo envolverse aún más entre la colcha y dormir todo el día.

La alarma se detuvo, la mano de un chico había presionado el botón de apagado y ahora trataba con toda su voluntad de desperezarse. Mientras temblaba por la sensación térmica tan baja se frotaba los ojos con fuerza. Eran apenas las 5:00 a.m. pero él sabía que tenía que prepararse rápido o no llegaría a su entrenamiento matutino. No podía permitirlo, un partido estaba cerca y el entrenador le había dicho que estaba a unos pasos de ser parte del equipo principal. No un simple reserva, sino que de verdad entraría a la cancha a darlo todo con sus superiores del club.

Aquél pensamiento le dio las fuerzas para salir de su cama y comenzar a cambiarse. Su uniforme negro y con botones plateados había sido planchado por su madre el día anterior así que lucía impecable en éste. Una vez con el gakuran puesto, tomó su maletín y su bolsa deportiva, y se dirigió hacia la cocina. Una mañana como cualquier otra le dio la bienvenida. Sus hermanos menores aún seguían dormidos pero su madre ya tenía el desayuno preparado sobre la mesa. Cuando terminó su comida fue al baño a lavarse los dientes, al salir del baño una pequeña mano sujetó por detrás su uniforme cuando estaba dirigiéndose al recibidor.

- Karamatsu-niisan... ¿Hoy también tienes entrenamiento? –Habló una vocecita para luego bostezar con fuerza.

- ¡Oh, my little Todomatsu, buenos días! –Saludó animadamente al niño que aún llevaba su pijama puesta.- Lo siento, hoy tampoco podré ir a recogerte. También tengo entrenamiento después de la escuela.

El niño pequeño hizo un puchero por unos segundos. Agregó en un tono condescendiente.

- Da igual... Choromatsu-niisan dijo que él pasaría por mí... –Dijo y se abrazó al costado del mayor.- Esfuérzate mucho, Karamatsu-niisan. Todos te iremos a ver jugar... Mamá dijo que todos estarán ahí, incluso papá.

- Oh, ya veo. Eso es genial. Me esforzaré mucho entonces. –Contestó al pequeño dedicándole una sonrisa y revolviendo sus cabellos con gentileza.

El menor volvió a abrazarle con fuerza y después entró al baño a prepararse para la escuela. Era el menor de la familia y el pequeño rayo de luz de Karamatsu. Solía mimarle como si él mismo fuese su padre aunque en ocasiones hiciera berrinches o le ignorara. Pero cuando se portaba así de dulce sentía que valía la pena todo ese amor que le daba.

Tanto Todomatsu como Choromatsu, sus hermanos menores, y su madre eran importantes para él por lo que siempre trataba de no darles problemas.

Hacía ya más de 8 años que sus padres se habían divorciado y la familia de la que tanto estaba orgulloso se había hecho trizas. Se suponía que no fuese así, pues guardaba la esperanza de que las palabras de sus padres fueran ciertas.

'Sólo es un divorcio. No tendrán que separarse del todo. Aún podremos vernos.'

Pero después de muchas fiestas y cumpleaños esperando a su padre y hermanos, se percató de que las cosas ya no volverían a ser iguales. No era una promesa rota. En verdad se habían reunido en ocasiones especiales... simplemente, no era lo mismo.

Karamatsu salió de casa mientras seguía pensando en su querida pero extraña familia. Una familia que se atrevió a tener seis hijos y la presión y los malos entendidos les obligó a separarse.

Los sueños de un chicoWhere stories live. Discover now