Capítulo 2: Fortaleza.

3 1 0
                                    

Es de mañana. El sol comienza a abrirse paso entre las calles de la ciudad. Unos cuantos rayos tocan la ventana de Sora, entrando, provocando que el muchacho despierte.

Sora voltea y ver su reloj sobre su cómoda, éste marca en números rojos "7:35". El castaño se extraña de despertarse tan temprano. Normalmente se despierta a las 8, pero porque debe tomarse su medicamento antes de almorzar...

Sora se acomoda y se sienta... Pero nota algo raro en su persona: aquella fatiga que lo acompañaba todo el tiempo desde que enfermó había cesado, al igual que la fiebre y escalofríos que casi todas las mañanas sufría desde el momento que abría sus ojos todas las mañanas. El muchacho se extraña ante ello...

De repente, llega a su mente lo ocurrido anoche. El chico sale de inmediato de la cama, voltea a todas partes, cada esquina es recorrida por sus ojos, pero no logra avistar a aquella criatura de ojos carmesí. Lo único que ve son sus dibujos y hojas en blanco regados por toda la habitación.

Se acerca hacia su cama, se pone de rodillas e inspecciona debajo de ella para ver si el ser extraño ser encuentra escondido allí, mas no tiene éxito...

- Lo... ¿Lo habré soñado? - Se pregunta el chico en voz baja.

Acto seguido se levanta y se coloca de rodillas a un lado de su cama. Al fijar su vista sobre las cobijas, nota que uno de sus dibujos se encuentra ahí, el dibujo de la criatura con cráneo de toro. Sora se pone de pie, toma el dibujo entre sus manos e inmediatamente siente un ligero calor recorrer de sus manos hasta su pecho en el momento en que toca la hoja.

El muchacho nota algo en el dibujo: la criatura tiene los ojos apagados. La misma posición, la misma gabardina, pero sus ojos están totalmente apagados, negros como la noche misma.

"Esto no está bien", se dice en sus adentros al recordar que, al dibujarlo, sus ojos los había pintado completamente rojos.

- Sora, voy a pasar. - Es Abigail quien toca la puerta al hablar.

- Uhh... Sí, mamá. Pasa. - Contesta el muchacho al salir de su burbuja de pensamientos y recoge rápidamente las hojas del piso.

La madre entra en la habitación y lo primero que ve es a su hijo fuera de la cama, descalzo.

- Sora, no debes estar descalzo y tocando el suelo frío. - Toma a su hijo y le ayuda a meterlo a la cama.

- Lo siento, mamá... - Sora se disculpa. - Es que pensé haber visto un ratón... Lo estaba buscando...

- Ay, hijo... - Habla la señora al tiempo que se acerca a una de las cómodas y vierte algo de agua en un vaso. - Para la próxima ponte unos calcetines gruesos si vas a caminar así en tu cuarto, sabes que tienes que cuidarte bien.

- Sí, lo prometo.

Abigail abre una caja de pastillas que llevaba consigo y le entrega una a Sora, luego le pasa el vaso con agua para que pueda tomársela. Una vez ingerida la pastilla la madre toma un termómetro y se lo coloca en la boca.

- Ahorita vuelvo, se me olvidaron las otras pastillas. - Dice al tiempo que camina hacia la puerta. - No vayas a sacártelo de la boca, necesito saber cómo vas de temperatura. - Una vez dicho aquello, sale de la habitación, cerrando la puerta.

El muchacho queda en cama con el termómetro en boca y su mente en los cielos. Trata incesantemente de averiguar si lo que pasó anoche fue real o una simple jugada de su traviesa imaginación. Pero... Se sintió real. El miedo se sentía bastante real, aún recuerda la mirada penetrante de aquella criatura y esa sensación de tremenda inseguridad que le recorría el cuerpo al observar sus rojas orbes.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 24, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora