Capítulo 9

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—¿Lista? — Gritó David cuando nos acercábamos al lago Hickman. 

— ¿Qué?— Mi respuesta fue ahogada por un aullido ensordecedor proveniente de la tierra. La hierba bajo mis pies vibró y la arena húmeda se elevó por unos segundos, entonces la tierra saltó bajo mi peso, haciéndome volar por los aires. Escuché a David maldecir entre dientes, y frente a mí el gran lago azul esperaba por tragarme en su gran inmensidad. 

Cerré los ojos presa del pánico, esperando el golpe final que indicaría mi muerte. La fuerza de la eyección me haría caer como una roca y finalmente mi corazón se detendría. 

—¡Piensa en una burbuja, Clover!  —Alcancé a escuchar sobre el ruido del viento soplando en mis oídos. El agua cada vez más cerca, el consejo de David resonó en mi cabeza... Y eso hice... 

Burbuja, burbuja, burbuja. ¡Burbuja de fuego!

El agua se abrió paso frente a mis ojos, el aire se filtró en mis pulmones: estaba viva, a salvo en una burbuja de aire, agua y fuego. Las orbes azules de mi compañero me miraban presos del miedo, él sostenía sus manos en el aire, la burbuja de aire no se reventaba. 

  — Creo que...— La frase quedó suspendida, todo el agua que había explotado por los aires cayó sobre nosotros. La burbuja se reventó cuando David se asustó por el repentino ruido. 

El agua inundó mis pulmones de repente, mi piel comenzó a arder: como si el fuego vivo quemara sobre ella. 

¡David, David, David!  

Grité mentalmente su nombre, como si la vida se me fuese en ello. 

El sabor inexistente del agua inundó mi boca, continuando su camino hacia los pulmones, y la sensación de ahogo me invadió haciéndome chapotear con lo que me quedaba de fuerzas. Incluso el ardor de mi piel pasó a segundo plano, mi prioridad en ese momento era no morir. Sin embargo, David era todo lo que podía pensar, pedía a gritos su ayuda y miraba la superficie como una meta imposible de alcanzar. Me estaba ahogando, poco a poco la vida abandonaba mi cuerpo y mis fuerzas se fueron de repente, dejándome como un peso muerto en el agua. 

  — ¿Estás bien? —gritó David frente a mi cara, su cabello negro y toda su piel estaban empapados completamente, pequeñas gotas escurrían de ambas partes mencionadas.   

Tomé grandes bocanadas de aire, agradeciendo al cielo aquel manjar divino que no sabía lo preciado que era hasta ese momento. Me entraron ganas de toser, pero él me lo impidió: si lo hacía, él podría perder el equilibrio y dejarme caer nuevamente. Comenzó a nadar a la orilla, me cargaba como podía, mientras yo trataba de desviar mis pensamientos de lo incómodo que resultaba la situación. No había más que silencio. Y todo estaba tan calmado que me costaba creer que había estado a punto de morir. 

  — Me arde...— Fue lo que dije una vez en el muelle. 

— El fuego que ardía en tu piel entró en colisión con el agua, es normal que pase eso.

Temblaba, después de la adrenalina sólo quedaron secuelas del pánico que sentí: estuve a punto de morir, ahogada o asesinada. David examinaba mis brazos, rostro y piernas: había perdido los zapatos y parte de mi ropa estaba chamuscada. Me quedé viendo las gotas resbalar por mi piel, y luego desaparecer de repente, como por arte de magia. Fruncí el ceño al tiempo en que David hablaba:

—Dame tu manos, Clover —murmuró cerca de mi cara. Mis dedos ardían como nunca y por un momento temí perder alguna de mis extremidades, pero los ojos fervientes y llameantes de David me impulsaron a confiar en él. Su cabello mojado escurría sobre su frente, dejando caer pequeñas gotas en la madera del muelle.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2018 ⏰

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Los poderes de lo oculto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora