6.- Proposición

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-Yo... yo lo siento mucho. No sabía nada -dije sin saber donde meterme
-Tranquila cariño, no tienes nada que sentir -tomó mi mano que estaba encima de la mesa- Que mi marido sea un cerdo no es tu culpa.
La mire y me estaba sonriendo y en mi estómago estaba comenzando a girar una turbina a máxima potencia.
-Y si te engaña, ¿por qué vas a cenar con él mañana?
-Quiero pedirle el divorcio. Y quiero hacerlo el día de nuestro aniversario y que se joda. Se lo merece.
Yo cerré los ojos y asentí levemente con la cabeza. Ella me miro de manera interrogante.
-¿Qué? -dijo con una sonrisa.
-No, nada.
-Sí. Algo piensas o algo quieres decir -me había calado.
-Pero no soy quien para hacerlo.
Solo le había dicho la verdad, no era nadie en su vida.
-Si que lo eres, Paula. Eres mucho. ¿Qué quieres decirme?
-Que no hagas eso. Es decir, divorciate pero no de esa manera. No quieras joderle la vida a él. Sé que el te la jodió a ti poniéndotelos pero eso no es excusa para que tú te rebajes al nivel de ese capullo. Díselo hoy o pasado. Y hazlo de manera civilizada y muy educada, con clase. Con toda la clase que a él le falto al momento de tomar la decisión de follarse a otras.
Seguía con mi mano entre la suya y yo me sentía en el paraíso y aún más después de haber hablado y ver la sonrisa en su cara.
-Vaya... -dijo para dar un buche a su vaso- No me cansaré de decirte que eres auténtica -ambas sonreímos- Vámonos.
Dejó un billete sobre la mesa y sin soltar mi mano cogió sus bolsas y me arrastró fuera del bar.

Habíamos llegado al parking y seguíamos unidas. Yo no pensaba decir ni hacer nada si ella no lo hacía.
-No tendrías que haber pagado -le dije de camino al coche.
-Paula, por favor, no vamos a discutir ahora por dos estúpidos zumos.
-Vaya profesora, dice usted muchas palabrotas para ser un referente educativo.
Una sonora carcajada salió de su boca y me la contagió.
-Touché -dijo cuando ya estábamos frente al coche.
Mire nuestras manos y después a ella que miraba al mismo sitio. Entonces miro a mis ojos y antes de despegarlas dio un pequeño apretón.

-Creo que la ruta a tu casa se está convirtiendo en una rutina -dijo bajando el freno de mano delante de mi portal.
-Eso parece.
-¿Ya llegaron tus padres?
Agaché un poco la cabeza para mirar las ventanas y mirar si había alguna luz encendida.
-No, no hay nadie en mi casa -le dije volviendo a mirarla.
Me sonrió y, una vez más, me derretí.
Para mí sorpresa vi como una de sus manos se acercaba a mí y me tocaba el pelo con mucha delicadeza.
-Este corte te queda de muerte. Estas preciosa. Preciosa -su cabeza estaba ladeada observando como su propia mano jugaba con mi pelo.
Su vista volvió a mí y esos ojos verdes me penetraron de una manera brutal.
-Ten... tengo que irme -abrí la puerta con gran rapidez.
Todo mi cuerpo temblaba mientras intentaba introducir la llave en la puerta.
-¡Paula! -me llamo del coche.
Yo, con el poco valor que me quedaba, me giré.
-¿Qu... qué?
-Te invito a cenar, mañana. Tengo que amortizar el vestido -me sonrió, por millonésima vez en el día.

Alcanzar la felicidad [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora