CAPITULO 1.

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-Tarde como siempre señor Sierra...-. Comento la profesora sin levantar la vista de la asistencia.

-Amargada como siempre profesora-. Canturreo bajito, adentrándose al salón, algunos chicos que lo escucharon rieron.

- ¿Qué dijo? -. Ahora sí, levanto la mirada observando desafiante a Rafael. Este trago saliva.

-Nada-. Se encogió de hombros sonriendo como alumno bueno y se dirigió a su asiento, recibiendo un codazo de su amigo.

-Hola, que bueno verte a ti también-. Soltó sarcástico sobando su estómago donde había recibido el golpe. Casi devuelve los fideos de su almuerzo.

-Idiota la próxima no digas las cosas tan fuertes, la vieja te puede escuchar-. Le recrimino, su amigo era algo así como el alumno bueno, que obedece a los profesores y los insulta por atrás, un gran ejemplo a seguir. Sarcasmo.

-No importa, igual creo que está bien sorda-. Se rio.

- ¿Quién esta gorda? -. Bromeo Tomas, acercando su oreja hacia Rafael.

- ¡Esta bien sorda! -. Hablo fuerte Rafael, aturdiendo el tímpano de Tom.

- ¡¿Qué salta la soga?!-. Grito Tomas recibiendo una mirada de la profesora. Los chicos quedaron en silencio, y al segundo se largaron a reír como idiotas.

- ¿Pueden madurar? -. Se quejó Max, observando a sus amigos serios.

- ¿Quién? -. Preguntaron a la misma vez con una sonrisa.

-Ustedes-.

- ¡¡Te pregunto!! -. Y otra vez las risas.

Max rodo los ojos e intento concentrarse con la risa de sus amigos de fondo, cuando esos idiotas pasaban de idiotas a modo ON, se reían hasta cuando veían una mosca pasar volando.

-Muy bien, ahora necesito que copien estos ejercicios-. La profesora comenzó a mover el marcador sobre la pizarra.

- ¿Tienen una lapicera de sobra? -. Le pregunto Rafael a sus amigos.

Tom saco una nueva de su cartuchera y se la dio como regalo. Nah mentira, le dio una toda reventada, que mancho su mano, diciendo "Me la devuelves es la única que tengo". Rafa observo la lapicera en su mano, ya la había visto... ¡Era del año pasado!, "¿Este chico recicla o qué?" pensó observando raro a su amigo. Se la dejo en su pupitre y pego un grito:

- ¡¿Alguien tiene una lapicera?!-. Se asombró al ver como sus compañeros extendían su mano con una lapicera y una sonrisa amigable hacia él y... no, eso le hubiera pasado a otro, en su caso los demás lo ignoraron y siguieron copiando. ¡Wow, que compañerismo!

Sin ganas se paró a buscar una lapicera, pupitre por pupitre, parecía pelota de ping pong, rebotaba de todos lados. A la mayoría se olvidó de preguntarle ya que se ponía a hablar de cualquier cosa o a reír, era un chico muy aplicado. Llego al último, Azul Raelli. Se paró a su lado.

-Compañera de mi corazón, buena persona, cartuchera llena, caritativa de mis ojos, ¿Le prestas una lapicera a este pobre chico? -. Con ese bello discurso, ¿Quién podría negarse?, extendió su mano con una sonrisa. "Bien, quede como un idiota, pero me puedo recibir de poeta pide cosas profesional" pensó.

Azul rio y observo a su compañero divertida, se notaba que necesitaba la lapicera. Lástima, su mama no le dejaba prestar las cosas. Bueno, eso sonó como niña de cinco años, pero era verdad... Okay no, pero no se la quería pasar varias de sus gomas de borrar y sacapuntas volvían con tatuajes después de pasar por las manos de él, y tatuajes se refería a caritas felices con marcador. No arriesgaría a su hermosa lapicera.

¡Castaño Hueco! [PAUSADA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora