-…Así es habitantes de Panem, para este vasallaje sólo irán a la cosecha los hijos mayores de 12 años de los vencedores de cada distrito.-Todo el mundo voltea hacia nosotros y un par de chicos más. Somos el centro de atención, nadie sonríe, es más parecen acongojados.
-¡No! ¡Esto es mentira!-Un grito desgarrador sale desde la garganta de mi madre. Salta desde su puesto e intenta entrar al edificio de justicia del distrito 12 sin éxito. Araña desesperada la puerta, mientras nosotros no podemos comprender bien.
-¡Katniss no! –Papá y los demás vencedores toman a mi madre por la espalda e intentan detenerla. Mi padre está calmado, o tal vez no lo está pero se esfuerza por mamá. En un momento de cordura miro a Tresh, está a mi lado abrazándome por los hombros, estamos en peligro. No quiero acercarme a mis padres, no quiero llorar, no quiero verlos sufrir. Quisiera que Lee estuviera aquí y comprendiera lo equivocada que estaba. Ahora no solo estoy en peligro, mis hermanos podrían ir conmigo a la batalla.
Mi madre le grita a papá, lo hace fuerte pero no logro escuchar. Todo el pueblo está perplejo, esto no era lo que esperaban. Compañeros y profesores del colegio nos miran con lástima, esa lástima que alguna vez sentí cuando se llevaban a los tributos al capitolio, a prepararse para morir. No estoy segura cuando, pero nuestros padres llegan a nosotros y nos arrastran a casa. El viaje es silencioso, nadie emite palabra. Dan no logra comprender lo que sucede y prefiero no ser yo quien le explique.
-Estaré en mi habitación- susurra Luke. Mi padre asiente con la cabeza y se sienta en el sofá del comedor. La casa sigue en silencio. Me vuelve loca que nadie comente lo sucedido, no tengo 7 años, sé que algo les asusta.
-¿Qué sucede?-levanto la voz al fin. Ambos me miran tristemente. Mi madre se enjuga las lágrimas constantemente, no le parece fuerte llorar e intenta evitarlo, no puede. Papá me mira de reojo y vuelve su mirada al televisor. La noticia no ha sido bien recibida en los distritos. El mismísimo capitolio lo titula como “El castigo de los 100º juegos del hambre”.- Que no me lo digan, no significa que no lo sepa.- digo antes de subir a la habitación. No hay ruidos, sólo uno que otro pajarillo del bosque que trina entre los árboles.
-¡_________!-Me hago a un lado justo a tiempo. Una flecha rosa la piel de mi chaqueta, pero alcanza a un chico rubio. Cae despacio y lo veo vomitar sangre. Es mi contrincante pero no puedo dejarlo. Corro hacia él y saco la flecha de su pecho. Inexplicablemente el chico toma mi muñeca con fuerza dejándome inmóvil y saca un cuchillo de su cinturón.
-¡No! ¡No!-Está apunto de atravesar mi pecho cuando despierto. –Solo un mal sueño.- Me digo a mi misma recuperando el aliento. Luke está junto a mí tocando mi frente. Me pregunto cuánto tiempo llevara aquí.
-No te preocupes, llevo aquí quince minutos. Estabas gritando…- se pausa.-…estabas teniendo pesadillas con los juegos ______.- Su voz parece apacible. Los ojos me pesan y trago con dificultad, todo era tan real.- Llevan 2 horas encerrados en la oficina que posee ese escritorio. Le he dado de comer a Dan…-Asiento con la cabeza y me pongo en pie, este es el momento. Están hablando en privado, están hablando lo que yo quiero oír. Salgo sigilosamente de la habitación, mi cabeza me hace saber que estoy traicionando a mis padres, que estoy burlando su privacidad.
-…debes controlarte Katniss, los chicos no pueden verte así-dice mi padre tembloroso. Al parecer está caminando por la sala, pero la sombra de mamá no se ve por lo que creo está sentada en el taburete.
-No es tan fácil Peeta. Ambos sabemos lo que significa, ¡sabemos lo que el capitolio busca!-El suelo se mueve fuerte y temo haber sido descubierta, encontrándome con el peludo gato de Dan. Suspiro levemente.-…irán de todos modos. Quieren que paguemos lo de los juegos. Harán que veamos morir a nuestros propios hijos Peeta.-Abro los ojos significativamente mientras caigo al suelo paralizada. Morir es nuestro destino y de alguna manera el capitolio hará que seamos nosotros los tributos elegidos del distrito 12. Mi corazón late fuerte y en mi mente sólo hay una idea ¡Seré yo la elegida! Corro entre las casas del distrito buscando consuelo. Lee estaba tan equivocada, pero también estaba en lo cierto. Nunca nada me faltó, no pasé hambre, pero me prepararon como un cerdo al matadero, sabiendo que tal vez voy a morir en el campo de batalla.