Callejon Oscuro

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Callejón oscuro

Andrés Vásquez

A una musa perdida...


Los pasos resonaban golpeando en el asfalto de aquel oscuro callejón, solo esos pasos y la brisa del viento se podían percibir, la noche se había apoderado de la ciudad, Laura levantó la mirada y vio el café al que se dirigía, ya conocía de memoria el camino desde su casa hacia él. Entro al café y él estaba sentado ahí esperándola como todos los días, sin pretextos, solo con el deseo de que ella llegara.

Tenían la misma mesa cada noche, a fin de cuentas la mesa no era lo importante, al menos para él. Fernando el chico que conoció en la universidad con quien había pasado mucho tiempo y a quien con mucha seguridad podía llamarlo su novio, como lo dicen los adolescentes, enamorado o pareja, da igual, para aquel hombre las noches, que para muchos son sombras, se transformaban...no en luz, se transformaban en amor puro, la luz se la dejaremos a los ojos de Fernando que brillaban al verla a ella.

Lucía lo amaba con todas sus fuerzas, y como no hacerlo si todas las noches en el mismo café y en la misma mesa, la esperaba sentado con una gran sonrisa en el rostro ofreciéndole su corazón esperando a que ella llegase, aunque ella, no llegaba todas las noches al mismo café ni a la misma mesa.

Lucia vivía con sus padres, no como alguien que depende de ellos sino más bien como alguien que aún les guarda un gran afecto pese a que no la trataban como ella siempre espero, como la niña amada, la alegría del hogar. Esta es la razón por la que Lucía no podía llegar todas las noches a aquel café.

No había nada que la llenara más de tristeza que imaginar a Fernando sentado en esa mesa aunque ella no llegara, los encuentros que Lucía y Fernando tenían eran clandestinos para ella, y ese hacia al amor que llevaban mucho más apasionado, peligroso, pero no valdría la pena si no fuese peligroso. Estos encuentros eran clandestinos porque la familia de Lucía nunca aceptó del todo que ella saliera con Fernando o con ningún otro.

El padre de Lucía maltrataba a su esposa y a su hija como si las noches que llegaba ebrio a casa tuviera el derecho irrefutable de golpearlas, así que Lucía debía permanecer es su casa los días que su padre alargaba la noche. Fernando estaba consciente de esto, sabía que aunque todas las noches en el mismo café y en la misma mesa él la esperara no podría estar seguro de que ella llegue, pero esto a Fernando no le molestaba, lo que no significa que esto no le dejaba un sabor amargo, no por perder el tiempo, si era por ella nunca lo perdería, sino por no poderla ver, era lo único con lo que el soñaba todos las noches, que a la noche siguiente él pueda verla.

Sabiendo esto Lucía, como no habrá de amarlo si ella sentía que él lo amaba, nada mejor que el amor correspondido.

-Buenas noches- dijo Fernando sonriendo

-Ahora que te veo, lo son-. Los saludos típicos y cotidianos ya no formaban parte de sus conversaciones, tan solo sentían una conexión como si pudiesen leer sus mentes.

-¿Qué tal estuvo tu día?- preguntó con voz lenta.

-Normal- respondió.

-¿Pasa algo? Te siento extraña-

-No es nada, solo que me molesta no poder verte todos los días-. Fernando entendía la preocupación de Lucía.

-Eso no significa que te deje de amar o que tú me dejes de amar, la distancia es lo peor que nos puede pasar pero no debemos seguir distantes si ya estamos juntos-

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2016 ⏰

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