Capitulo 2

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Capitulo 2- Los juegos.

Me levanté a las 6:36, con tiempo suficiente para darme una ducha. Somnolienta, ya que el agua tibia nunca ha conseguido espantarme, cogí de encima de la silla el áspero y, para variar, gris uniforme que debía ponerme todos los días, y miré a mi alrededor.

Nuestras habitación era pequeña y poco vistosa. Las cortinas semi-opacas apenas dejaban pasar la poca luz que entraba por la estrecha ventana.

Debajo de ella había dos camas, una de ellas pertenecía a mi hermana, Prim, que estaba durmiendo. En la estancia también había un cuarto de baño, un armario, y una vieja alfombra. Se podía pensar de la habitación pertenecía a un viejo hotel, de no ser por dos escritorios colocado a cada lado de la cama, indicando que era un lugar para el estudio y la seriedad.

Al lado de la puerta había un espejo, grande pero aparentemente antiguo.

Me mire en el.

Unas marcas bajo mis ojos color avellana delataban el profundo cansancio con el que cargaba. Era época de exámenes.

Me hice, con destreza, una trenza de espiga, aunque algunos mechones de mi rebelde y castaño cabello se escapaban para tapar parcialmente mis ojos.

Contemplé mi reflejo y pensé, no sin cierta satisfacción, que si salía elegida en la cosecha, tendría oportunidades de sobrevivir. Aún así tenía mejor forma física que muchos de mis compañeros.

Prim se desperezó e hizo crujir las patas de la cama, interrumpiendo mis pensamientos.

Era una chiquita rubia de doce años, con la mirada inocente y una sonrisa capaz de alumbrar cualquier pena.

Comenzó a vestirse y, cuando vi que se dejaba la parte de atrás de la camisa sin meter en la falda, le dije:

-Arréglate la cola, patito

Ella me miró, y entonces supe cuán asustada estaba. Y todo por culpa de esos estúpidos juegos. Me prometí a mí misma que no dejaría que le ocurriera nada malo.

La primera clase del día: matemáticas, con Johanna.

Era una profesora muy estricta, y siempre tenía a mano un bolígrafo muy espacial, con forma de hacha, que lanzaba con gran puntería hacía la mesa de algún alumno despistado cuando se enfadaba.

Sin embargo, me gustaban sus clases.

El día habría transcurrido lento y tedioso de no ser por el gran acontecimiento que nos aterraba a todos.

Y por fin llegó el esperado momento: la cosecha.

En parte estaba tranquila, sabía que Prim no saldría elegida, porque ya me había encargado yo de que su nombre entrara el menor número de veces posible en la urna. Me costó tardes enteras trabajando en la aceitería del instituto y noches en vela fregando suelos, pero el nombre de mi hermana entró sólo una vez en el sorteo.

Y es que si hay algo que temo es que le ocurra algo malo a mi hermana pequeña, inocente y dulce Prim.

Respire hondo.

Todos los alumnos, como una gran masa gris de gachas, nos dirigimos al salón de actos Gale estaba a mi lado, su mano entrelazada con la mía, nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando. ¿Saldría elegido mi mejor amigo?

Deseaba que no, pero lo cierto es que tenía todas las papeletas, nunca mejor dicho. Al igual que yo, Gale había hecho trabajos extra en el instituto para que el nombre de sus hermanos apenas entrara en la votación, y a cambio el suyo entraría unas doce veces más de lo habitual.

El tenía ya 18 años, estaba en el último curso. Si se salvaba este año, el año siguiente el Gobierno le asignaría un trabajo, y no tendría que volver a pasar las noches aterrado ante la posibilidad de salir elegido.

Sin embargo Prim estaba aún en primer curso, ya que tenía doce años.

Y, si a mí me quedaban dos años en el instituto... ¿ quién cuidaría de Prim cuando yo no estuviese? La idea de dejarla sola en el instituto me hacía sentir histérica.

Tuve qué separarme de Gale, ya que chicas nos sentábamos separados para la elección.

Cuando tuvimos cada uno su asiento, el director Snow se subió a la tarima.

Se quedó en pie, detrás de un atril de madera con un 12 grabado, símbolo del instituto, y comenzó a hablar.

-Bienvenidos, bienvenidos un año más a los Juegos del Deporte. Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte.

Los juegos del instituto by Noe SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora