—¡Sawyer!— grito, abriendo la puerta con una patada.
Mi hermano está tirado sobre la cama, y obviamente no está solo. Idota. Le dije claramente 11:30, un número fácil de recordar. ¡Será idota!
—¿Tu eres idiota?– digo, mientras cierro la puerta detrás de mi. Amaya, su nueva novia, lleva la falda subida sobre la cadera, y, justo antes de entrar, aprecié como mi hermano tenía su mano… en lugares oscuros. Cabrón, se lo dije bastante claro, ¡11:30!
—¿Qué coño te pasa?— me dice, el idiota. Amaya se ha bajado de encima de él, se ha puesto la falda en su lugar y se ha colocado la camiseta como debería ser, parece incómoda (obviamente, los he pillado en medio de meterse mano y más cosas) y se le han colorado las mejillas.
—Mamá y papá y los niños está abajo— digo en un susurro, acercándome a él. le paso los pantalones, tirados sobre la alfombra, y la camiseta, de cualquier manera en la silla.
—¿Qué? Mierda, pero si dijiste que a las 11:30…— dice, mientras coge el despertador de su mesilla, lo mira una vez y lo vuelve a dejar, medio temblando.—Joder, podías haberme llamado o algo…
—¡Lo hice! ¡Dos veces!— medio grito, sacando el teléfono— Pero estarías un poco ocupado, con las manos en otra parte, como para cogerlo— digo mirando a Amaya. La chica no podía parecer menos avergonzada, y ya ha cogido la chaqueta y se ha acomodado el pelo.
—Joder, ¿papá ha bebido? ¿y mamá?...— pregunta, interrogante, con ansiedad en los ojos.
—No, los dos están sobrios, y ¿adivina qué?— le digo, cruzándome de brazos— Ella también te ha llamado, y a Christian, con quien se suponía que debías de estar, pero claro, obviamente…
él le susurra algo al oído a Amaya, y esta se levanta con él. Se acercan a mi, en dirección a la puerta, pero mis instintos de hermana se activan.
—¡Esperar!—digo, sujetándolos a los dos, antes de que pongan una mano en la puerta. Todos escuchamos como un tropel de pasos cruzan el pasillo a toda velocidad, dirigiéndose a sus respectivas habitaciones, y luego como unos tacones se acercan, con paso elegante, a la puerta de mi hermano Sawyer.
Reacciono muy rápido, y cojo a Amaya del brazo, y la empujo dentro del armario de Sawyer justo en el momento en el que se abre la puerta de la habitación y nuestra madre aparece en el umbral, mirándonos detenidamente. Sawyer se ha quedado plantado en medio de la habitación, con la mirada delatadora. Puede mentir muy bien, pero pocas cosas pueden engañar a mi madre. Cuando compruebo por le rabillo del ojo que no hay indicios de que Amaya haya estado allí, empiezo a pensar rápidamente.
Una pantalla luminosa bajo la cama me acciona el cerebro, y me lanzo a por el móvil de mi hermano.
—¡Lo encontré, Sawyer!— digo, mientras ruedo sobre la alfombra y alzo en alto el aparato. Mi hermano se gira hacia mi y me mira interrogante. Yo le lanzo la típica mirada de hermanos de “sígueme el royo si no quieres que mamá se entere” y el asiente mentalmente.
—Ah, gracias, ya creía que me lo había dejado en casa de los tíos.— dice, mientras me ayuda a levantarme y le entrego su móvil. Luego se gira hacia mamá, lentamente, y esboza una sonrisa— Hola, mamá, ¿Qué tal la cena de los abuelos, divertida?
Mi madre, raramente, parece relajarse, y se apoya sobre el marco de la puerta.
—Como siempre, ya sabes— contesta, pasando la mirada de mi hermano a mi, sabiendo que ocultamos algo y quiere descubrirlo— Han preguntado por ti, espero que te lo hayas pasado bien con Christian.
—Al final lo pude ir, me quedé dormido en la cama— dice, señalando la sábanas desechas. Por suerte, su pelo despeinado le ayuda en su mentira— Le quería llamar para pedirle que quedáramos ahora, antes de irnos.
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Nueve bichos y medio.
Teen FictionTener ocho hermanos y solo una hermana que se ha ido hace mucho tiempo de casa, puede estar muy bien. toda la atención de tu madre está sobre ti, la hijita de 16 años, y tu padre te concederá toda la ropa que quieras. Pero las cosas malas empiezan a...