Muy bien, analicemos un poco esto. El Diablo, el Diablo está sentado en mi sillón. ¡No, eso no tiene sentido! Me gire a ver a mi mejor amiga, ella también lo hizo. Le hice un gesto para que se fuera, ella negó con la cabeza. La mire más fijo aun. Suspiro levemente y salió de allí.
-Dime que es una broma.-le dije mientras ponía distancia entre nosotros.
Se puso de pie y tomo un lápiz. Lo mire fijo y pronto se hizo cenizas entre sus dedos. Abrí bien mi boca.
-Se que por ser el Diablo te deben haber dicho que soy mentiroso y muy, pero muy malo.-me dijo.
Retrocedí alejándome un poco más de él. Coloco sus manos en sus bolsillos y saco una rosa roja como la sangre. Se acerco más a mí, que no pude seguir retrocediendo ya que la pared me lo impidió. Estaba tan cerca que podía sentir su caliente aliento chocando contra mi rostro. Levanto la rosa y rozó mi mejilla, bajó hasta mis labios.
-Pero puedo asegurarte que lo soy.-me dijo y de repente la rosa desapareció.
-¿Qué... que haces aquí?-le pregunté con un poco de dificultad.
-Quieres venderme tu alma.-dijo. Lo mire fijo a los ojos y recordé mis palabras de ayer en la noche.
-¡Demonios!-dije por lo bajo.
-Shhhh.-me dijo el apoyando uno de sus fuertes dedos sobre mis labios.- Ya te dije a ellos nos les gusta que los llamen así.-miro a su alrededor.- Ellos son mis hermanos, y son demasiado temperamentales. Cada vez que alguien los llama así, una persona muere en alguna parte del mundo.
Lo miré bien, aun estaba cerca de mí y yo contra la pared. La comisura derecha de su boca se elevo hacia arriba, al ver que yo no dejaba de mirar esa parte de él. Levanto mi mirada a través de sus pestañas. Para ser el Diablo debo decir que es demasiado hermoso. Su cabello lacio hacia arriba, sus ojos azules claros , no sabría decir y esa sonrisa matadora. La tentación en vivo y en directo. ¡Oh! ¿Hace cuanto que no estoy con un hombre así? Un minuto, nunca he estado con un hombre como éste.
-¿Cómo te llamas?-le pregunté mirándolo fijo.
-Mi nombre es Antoine.-me dijo. Lo mire algo sorprendida.
-¿Antoine?-dije y él sonrió.
Se alejó de mí y suspiré aliviada. Creo que unos 2 minutos más y me encontraba encima él quitándole la ropa.
-Antoine Griezmann.-me dijo. Arqueé una de mis cejas y me guardé la risa.
-Eso no suena muy aterrador para el nombre del Diablo.-dije algo tentada a reírme.
-Lo sé, lo sé.-me dijo y me miro fijo.- Pero es original, ¿No te parece?
Se sentó de nuevo en mi sillón y comenzó a girar. Yo sólo lo observaba, parecía más un niño que el Diablo. Dejo de girar y clavó su profunda mirada en el escritorio.
-¿Quién es él?-me preguntó al ver al hombre la foto.
-Mi hermano, Toby.-le contesté al instante.
-Es de meterse mucho en problemas, le gustan demasiado las mujeres.-dijo y dejo de mirar la foto, para mirarme a mí. La respiración se me fue del cuerpo.
-Lo sé, como todo futbolista.-le dije sin dejar de mirarlo fijo.
-Vamos.-me dijo y se puso de pie.
- ¿A dónde? – le pregunté sorprendida. Miro su reloj y me miro divertido.
-Preciosa, ya término la hora del trabajo.-dijo. Fruncí el ceño y miré mi reloj. Marcaban las 8 en punto p. m.
-¡Cielos!-dije sin poder creerlo.
-¿No te lo dije?-me preguntó. Lo miré extrañada.- También puedo alterar el tiempo.
-¿Qué?-dije sin poder creerlo.
-¡Oh, Diablos!-dijo y apartó la mirada de mí.- ¡Ya te dije que no digas más 'que'! No me haré cargo de mis actos.
Tragué saliva sonoramente. Acomodó mi sillón y caminó hasta la puerta. Yo no pude mover mi cuerpo de donde estaba parado. Creo que aun no caigo en lo que está pasando. El Diablo, sí, el Diablo junto a mí. Jamás pensé que esto me pasaría. Me giré a verlo.
-Vamos preciosa, vamos a casa.-me dijo.
Tome mi bolso y mi cartera y salí tras él. Ya no había nadie en la oficina, ¿En dónde estará Bea? Salimos de allí sin decir nada. Él solo tenía las manos puestas en sus bolsillos. Lo mire de reojo, él también lo hizo. El maldito ascensor no llegaba más a la planta baja. El calor en aquel elevador ya estaba comenzando a sofocarme.
-Bea se fue con Jorge, Koke.-me dijo. Me giré a verlo.
-¿Cómo lo sabes?-le pregunté. La puerta del ascensor se abrió y salimos.
-Sé muchas cosas.-dijo y comenzamos a caminar por la calle. Abrí mi cartera y saque un cigarrillo. Él me miro bien.
-¿Y a dónde vas a ir, Antoine?- le pregunté.
-Que bien que suena en tu boca mi nombre.-me dijo de lo más natural.
Por primera vez en mucho tiempo, me sentí avergonzada. La sangre se concentró en mis mejillas.
-No me has contestado.-le dije.
-¿La nicotina te calma?-me preguntó al ver el cigarrillo en mi boca.
-Bastante.-dije y solté el humo por mi boca. Estiró su mano para que se lo diera, se lo di y fumó conmigo.
-Sí, lo sabía, pero según sé, el sexo aun más.-dijo y clavo sus ojos en los míos. Me devolvió el cigarrillo.
-Lo sé.-le dije y volví mi mirada al frente.
Caminamos por las calles ruidosas de Madrid, aun no puedo creer que este caminando con el Diablo. Debo estar loca, muy loca. En menos de lo que esperaba estábamos en frente de mi casa. Estaba por entrar pero me detuve.
-¿Vas a entrar conmigo?-le pregunté al reaccionar.
-Claro, preciosa.-me dijo divertido.
-No, no tú no puedes entrar a mi casa.-le dije nerviosa. Sonrió de costado.
-¿Me tienes miedo?-me pregunto.
-¿Y a ti que te parece?-le dije con sarcasmo. Se acercó a la puerta y sin ningún problema la abrió.
-Después de ti.-dijo dándome el paso. Lo miré bien antes de entrar.
-¿Debo tenerte miedo?-le pregunté.
-No preciosa, solo vengo a ver qué quieres por tu alma.-me dijo y terminamos de entrar a mi departamento.
Chicas, no tengo muchos favs ni votos. Creo que no la seguiré.
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Enamorada del diablo
Fanfiction¿Alguna vez han pensado en venderle su alma al diablo a cambio de lo que desean? Yo sí lo pensé. Y lo hice. Pero, ¿qué sucede cuando terminas enamorándote del diablo? Que no sólo se lleva tu alma sino también tu corazón...