Revista de Gimnasia

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Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino que son propiedad de Sir Arthur Conan Doyle y su adaptación a la televisión pertenece a la BBC y a su creadores (Moffat/Gattis). Esta actividad la realizo sin fines de lucro y solo por entretención.

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-Que quede en claro que no quería estar aquí...

-Oh, vamos John, es solo esta vez. Recuerda que estamos probando a hacer cosas nuevas...

John Watson y Mary Morstan llevaban juntos un año de relación, ambos tenían 17 años y estaban en su último año de preparatoria. Se habían conocido por Greg Lestrade, un amigo en común. Mary era porrista del equipo de rugby y John un jugador del mismo grupo con su amigo Lestrade. De inmediato le había encantado aquella menuda chiquilla rubia de ojos vivaces que además de moverse muy bien con el resto de animadoras, era muy inteligente, siempre conversaban de temas interesantes y no solía aburrir a John. Sin embargo ser novios por casi un año en una edad en la que normalmente el interés por algo se pierde luego, había sido una complicada tarea para ambos, razón por la cual siempre intentaban hacer "cosas nuevas". Habían ido al cine, al teatro, a caminar por el Soho, habían bordeado 15 kilómetros del Támesis caminando en primavera, pasado el año nuevo juntos cerca del London Eye en el centro de la ciudad y ahora asistirían al circo que estaba de paso por el Green Park, cerca del río.

Habían hecho una larga fila durante la tarde junto al parque, luego de pasar por la boletería del circo; la carpa era muy grande y alta, toda llena de luces que iban desde la punta hasta los lados. Los colores rojo y amarillo daban una ilusión de alegría. Había muchos niños acompañados de sus padres, además de gente adulta y parejas jóvenes. La gracia de dicho circo era su peculiaridad respecto a los otros. Tampoco era una especie de Cirque Du Solei, pero en los tráilers que rodeaban la carpa se podía leer "Gran Circo del Mundo. Inglaterra. Desde 1986" lo que hacía suponer que más que un puñado de artistas, quienes trabajaban ahí probablemente eran ya una familia unida por casi 30 años de trayectoria.

-Espero que no tengan animales. -murmuró John mientras avanzaban por las gradas dentro de la carpa, que estaba muy bien iluminada. La noche los había sorprendido aún en la fila, y habían ingresado hace poco, escogiendo un lugar cercano al escenario. Las gradas para el público eran altas y el circo por dentro era mucho más amplio de lo que se veía por fuera, además de contar con mucho andamiaje el cual se alzaba sobre sus cabezas hasta al menos unos 40 metros de altura, y una gran pista circular al centro.

-Espero que no te den miedo los payasos... ¿por qué tanta resistencia, John? solo serán un par de horas y luego podremos ir donde tú quieras... -le calmó Mary con una sonrisa.

-¿Dónde yo quiera? - preguntó con picardía John. Mary se sonrojó y tomó su mano.

John la aceptó con algo de recelo, pero aún así la sujetó firmemente. Si había algo que tenía que decirle a Mary, además de lo mucho que la quería, era que los rumores por los que inició su relación con ella eran ciertos. A él le gustaban tanto los chicos como las chicas, pero las burlas de sus compañeros del equipo de rugby habían sido más fuertes; razón por la cual su mejor amigo, Greg, que siempre se había mostrado respetuoso y aceptaba la opción de John, había decidido echarle una mano al presentarlos. Con eso había logrado acallar los rumores, pero no su propia mente adolescente y confundida que buscaba respuestas a su condición y sus gustos. Se sentía cómodo con Mary, pero al mismo tiempo se avergonzaba de sí mismo al recordar la pequeña pila de revistas de porno gay que tenía muy bien escondidas en el ático de su cuarto, y que había comprado muy avergonzado en un local de mala muerte en los suburbios de la ciudad, así como de las veces que simplemente miraba relaciones homosexuales en su cuarto, oculto entre las mantas de su cama muy pegado a la pantalla de su celular por la madrugada.

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