Un Amor Violento

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Nunca más podré dormir, nunca más podré soñar

Con nadie que no seas tú

(...)

Porque un amor violento nos deslumbró

Un amor violento nos fulminó.

.

Se besaban completamente cegados por la pasión, a veces haciendo ese ruido que parece tan vulgar cuando se oye en la calle, pero que en aquel momento a John le parecía lo más erótico que había escuchado en años. Sherlock en tanto seguía sobre el rubio y lentamente movía sus manos hacia los botones de la camisa de John, intentando omitir todo rastro de miedo que comenzaba a surgir en él, pues debía asumir que sentía asustado, y que no sabía qué hacer luego de llegado el momento de que ambos quedasen completamente desnudos, por lo cual prefería ir lento. John intentaba disimular el apuro que tenía, dejando que Sherlock siguiera besándole, pero fue consciente de su prisa cuando comenzó a desabrochar la camisa púrpura dejando entrever el pálido torso de Sherlock. El moreno por su parte, dejó de besarle brevemente, bajando la mirada hacia su piel descubierta y luego devolviéndole una mirada casi avergonzada a John quien comenzaba a introducir su mano por dentro de la ropa abierta de Sherlock buscando cuanta piel pudiera acaparar.

-¿Voy muy rápido? –preguntó el rubio cayendo en cuenta de la mirada de Sherlock.

-No. –contestó este muy bajito.

Volvieron a besarse, y esta vez John logró juntar la fuerza suficiente para levantarse en la cama y apoyarse en el respaldo, al mismo tiempo que Sherlock terminaba de desabotonar su camisa y quedarse contemplando el cuerpo de John. Sonreía ligeramente mientras se lamía lentamente el labio inferior. A John se le hacía barriga sentado de esa manera, y alcanzaba a ver sus vellos rubios justo debajo del ombligo, pese a que su pecho era pálido y limpio. Los brazos firmes por el rugby y los hombros cuadrados y firmes. Sherlock terminó de quitarse la camisa por sí solo mientras observaba a John y este le tomaba lentamente por la espalda baja, acercando sus cuerpos. Sherlock puso sus manos en la espalda de John, acariciándolo en toda su plenitud desde los hombros hasta el sacro mientas volvían a juntar sus labios en un nuevo beso.

-Pensaba que... -comenzó a hablar entrecortadamente Sherlock entre beso y beso- ¿has estado con otros chicos antes, no? –habló apresuradamente y John se apartó un poco de él, dudoso.

-¿Tú nunca has estado con una chica?

-O un chico... -murmuró Sherlock mientras John se escabullía por su cuello para besarle. Se detuvo en el acto, dejando que su aliento tibio llegara de lleno bajo la oreja del moreno. John se alejó lentamente, y se quedó mirando a Sherlock, quien estaba con el cabello algo revuelto, los labios brillantes luego de los besos que se habían dado y las mejillas encendidas como las cerezas que su madre traía en verano. John parpadeó un par de veces, mientras que lentamente acomodaba el cuerpo de Sherlock sobre el suyo, dejando a este sentado en sus piernas, casi a la altura de las rodillas, alejándolo de la erección que se había formado en sus pantalones, al tiempo que intentaba pensar en otras cosas para calmar su propio cuerpo, que ya parecía preparado para otra cosa.

-¿Nunca has... hecho esto con nadie, Sherlock? – John intentó no sonar morbosamente sorprendido, y más o menos le resultó.

-Es absurdo. Sé que a la gente le gusta y algunos incluso se vuelven dependientes del coito, pero... nunca me ha llamado la atención llegar a estar en esta... posición algún día. –señaló Sherlock muy relajado.

John suspiró brevemente. Esperaba que Sherlock desistiera de momento en el que se hallaban y volviera a vestirse o volvieran a bajar a la sala a terminar las galletas y el té que debía de estar frío entonces. Sin embargo, Sherlock se quedó ahí, levantó un poco las piernas y se sentó sobre la entrepierna de John.

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