Capítulo Único.

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El café hoy me supo amargo, y no precisamente a falta de azúcar.

Me encontraba en mi cafetería favorita, quedaba justo en frente del edificio en donde trabajo hasta las 5pm. Luego de mi jornada laboral, mi rutina diaria era llegar aquí, saludar a la mesera, sentarme en la mesa del rincón y disfrutar de un buen café mientras leía las noticias que te otorgaba el periódico.

Un artículo me había llamado la atención, de manera negativa; informaba sobre que un gran grupo de habitantes volvieron a hacer de las suyas, discriminando y humillando a un jóven de mi edad, llamándolo asesino, marginal, delincuente, entre otras cosas aún peores. Despreciaba a esa gente, solo queriendo causar daño sin investigar los hechos más a fondo. Me dan repulsión.

Hablaban sin saber, todo lo que decían era erróneo y carecía de sentido, se guiaban por la multitud que creaba historias falsas para denigrar al pobre muchacho.

La única que sabía la historia real, era yo.

Soy periodista, trabajo en la única editorial que existe en la ciudad, mi jefe me mandó a investigar sobre una supuesta familia que vivía en una casa abandonada hace algunos años.

Conocía la casa, me resultaba imposible que alguien la habitara ya que lucía extremadamente inestable. En fin, fui allá sola para no asustar a los individuos, me daba escalofríos entrar al porche delantero, imaginaba estar en una película de terror al ver la vegetación muerta y animales de bosque rondando por esos lares. A pesar de tener 16 años en ese entonces, mi jefe sabía que era la más capacitada para el trabajo por mí falta de cobardía y mi espíritu aventurero.

Había entrado por la puerta principal, la estancia estaba llena de polvo y telarañas, parecía que nadie había vivido ahí en mucho tiempo. Sin embargo, seguí mi recorrido.

Un ratón bajó rápidamente de las escaleras, captando mi atención, pues centré mi audición al piso de arriba y escuché unos ruidos. Sin dudar ingresé a la segunda planta, todo estaba igual de descuidado que abajo, creí que aquel ruido había sido producto de mi extraña imaginación, hasta que vi una luz asomándose en la última habitación del pasillo. Si había alguien aquí.

Fui caminando por el pasillo hasta toparme frente a frente con la puerta entreabierta, escuchaba unos sollozos, era de un chico, de eso no había duda alguna, parecía hablar consigo mismo en susurro, algo que me entristeció, vivir aislado del mundo hace que te vuelvas loco. Abrí con cuidado la puerta, asomando la cabeza, aquella persona dentro del cuarto tenía la ropa sucia y desgarrada, su cabello magenta carecía de brillo, el chico estaba hecho un desastre, ocultando su rostro entre sus piernas. No había notado mi presencia.

Esa parecía ser su habitación, tenía una cama con un colchón lleno de resortes salidos, un closet con una de sus puertas guindando y una mesita de noche con un portarretratos encima. Carraspé levemente para que al fin me notara y eso hizo, su rostro se levantó casi al instante, tal vez pensando que era algún intruso; yo solamente le regalé la sonrisa más cálida que puedo ofrecer, en ese momento supe que aquella mirada jamás la iba a olvidar.

—¿Quién eres?.—su voz era ronca, imaginé que no hablaba mucho en voz alta.

—Lamento si te molesté, es solo que soy del periódico de la ciudad y me mandaron a investigar en esta casa.—expliqué lo más educada posible.

El chico me analizó de pies a cabeza, como buscando algo que le dijera que estoy ahí por otra cosa. Me sentí incómoda e indignada de que alguien desconfiara de mi palabra, pero él tenía sus razones para desconfiar.

—Haz lo que tengas que hacer y vete, este lugar no te conviene.—habló secamente luego de unos minutos.

—Un momento.—el se había levantado, estábamos frente del otro.—Tú no me dices que me conviene y que no. Primero que nada: mi investigación es sobre tu familia. Segundo: voy a tener al menos una entrevista contigo. Tercero: necesitas nueva ropa y un baño, apestas.

No Es Tu Culpa. Musa Y Riven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora