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05:30pm
29/11/16

Era simpática, esbelta, parecía recién salida de la ducha, con los ojos como dos perlas y ese labial que forraba sus labios, los cuales pedían a gritos que sean besados; me sedujeron.
Estaba en un estado muy colocado y mis ojos ardían como el fuego del infierno. No recuerdo cuánto fumé, ni cuánto me alcoholicé; sólo recuerdo que estaba recién en el segundo día de la semana. Qué semana.
Ella caminaba en dirección al grifo que está en el cruce de Del Río y Bolívar; yo, al bomba para fumar. De pronto pensé en verla a los ojos, pues de lejos se veían como esmeraldas o rubíes.
Estuvimos cara a cara, mis retinas chocaron con las de ella. Nos seguimos con la mirada hasta un ángulo de 180°. Volví el rostro ¿por qué hice eso? Qué idiota.

La verdad es que deje de verla por que si continuaba observándola unos segundos más y hubiera podido tenerla desnuda en mi mente.

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