Capítulo Único

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El cielo estrellado. Una fresca brisa de verano mecía su rubio cabello.
Su vista clavada en algún punto fijo de las calles iluminadas de París. Su cuerpo rígido, sus manos cerradas en dos fuertes puños, sus ojos pintados de un verde que parecía no tener vida.
Ladybug miraba a su compañero con preocupación, jamás lo había visto así.

Tan serio...
Tan distante...
Tan deprimido...

Pero, ¿quién iba a culparlo?

Tomó aire. Se acercó a pasos lentos pero firmes, y se sentó a su lado contemplando la ciudad desde el techo del edificio. Lo miró de reojo. Tenía la mandíbula tensa.
Y entonces lo abrazó, pero él no se movió.
Se sentía como abrazar una dura estatua de piedra.
Los ojos del felino comenzaron a aguarse.
–Shhh– susurró ella en su oído intentando que su voz no se cortara mientas acariciaba suavemente su espalda – Calma, gatito. Aquí estoy – Ladybug sintió como él comenzaba a relajarse. El simple sonido de su voz fue suficiente para que un nudo se formara en la garganta del rubio y su vista se tornara borrosa.
Un poco de agua salina comenzó a acumularse también en los ojos de la chica cuando lo sintió moverse queriendo corresponder a su abrazo.
Un sollozo escapó de la boca de Chat y su cuerpo comenzó a temblar espantosamente. Tapó su boca con una mano para ahogar los gritos de rabia que amenazaban con escapar de sus labios y hundió su cabeza en el cuello de su Lady mientras con el otro brazo la abrazaba con todas sus fuerzas sin poder evitarlo. Creía que si no lo hacía, se esfumaría en el aire y se quedaría solo... Como siempre se sentía...

Y Ladybug no estaba mejor... Daría lo que sea para dejar de ver sufrir a su mejor amigo y compañero de batallas, pero sólo podía conformarse con tenerlo entre sus brazos mientras unas lágrimas de impotencia caían por sus mejillas y le susurraba algunas palabras intentando que su voz suene lo menos temblorosa posible.

Pero ese llanto...
Por cada sollozo que el gatito soltaba, Ladybug sentía como unas garras afiladas se le enterraban en el corazón. Era el llanto de un niño desamparado, perdido, solo.
Si pudiera, mataría al culpable de todo esto.
Lo haría.
Pero no podía.
Simplemente no podía matar al padre de Chat... De Adrien...

Es verdad que había sido una sorpresa para ambos, mucho más para el gatito, cuando en un descuido por parte de Hawk Moth dejó su identidad al descubierto.
¿Quién hubiera dicho que el multimillonario diseñador más famoso de París ocultara tanto dolor bajo esa indescifrable expresión que parecía emanar sólo una extrema seriedad y concentración en su trabajo? Como si nada más importara en este mundo. Ni siquiera se mostraba sentimental con su único hijo. Y eso, Adrien lo sabía muy bien.
Y, como si todavía no hubiera sido suficiente, mayor fue la sorpresa de ella al escuchar la reacción de su compañero.

–¿P-padre? –
.
.
.
Tardó unos segundos en procesar...
.
.
.
Fue apenas un susurro.

Creía haber oído mal.

TENÍA que haber oído mal.

Es que...

Simplemente...

No.

–¿Adrien? – Dijo el señor Agreste quitando toda duda en ella.

Era verdad.

Ladybug sólo podía mirar a Chat sin salir del shock. El labio inferior de él temblaba y su mandíbula por poco tocaba el suelo de la impresión. Como si intentara gritarle la mierda de padre que era poniendo en riesgo la vida de más de dos millones de personas y entre ellas, la de su propio hijo. Pero las palabras no salían.

–H-hijo– Gabriel intentó acercarse y extendió ligeramente su brazo derecho, pero enseguida Chat había salido corriendo disparado por el gran ventanal con forma de mariposa por el que minutos atrás había entrado.

No estás solo [ONE-SHOT | LadyNoir] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora