Londres - Pall Mall St.
Era noche cerrada. Sólo la luz que derramaban las negras farolas, a lo largo de la calle, ofrecía la suficiente iluminación para poder caminar sin chocar con nada. Aun así, los portales, todos con la misma decoración como en una serie de fotografías idénticas, permanecían en la j, prácticamente sumergidos en la oscuridad.
La quietud que se respiraba contrastaba con la incesante actividad de Picadilly Circus, unos metros más arriba, donde la luz y el movimiento eran constantes a cualquier hora. Pero allí hallándose al otro lado de la manzana, se le antojaba a kilometros de distancia.
Ni siquiera el ruido del tráfico, que llegaba amortiguado, perturbaba el sosegado ambiente.
Por eso había elegido aquella particular zona de Westminster para su su reunión de negocios, como prefería llamar a la transancción que se proponía realizar. Le gustaba aquella isla llena de silencio al lado de Saint James Park, que parecía que estuviera flotando, suave, en el bullicioso centro de la ciudad.
Un movimiento, pocos metros más adelante, llamó su atención y sus ojos se clavarón allí donde se había propucido. Mantuvo el ritmo al caminar. Calmo, cadencioso, permitiendo que el acompasado sonido de sus negros y brillantes zapatos de piel, hechos a mano, inundara sus oídos hasta llegar a aquel punto. --- ¿ Tienes fuego guapo?
Una mujer de extremada delgadez, vulgar y escasamente ataviada, le salió al paso al tiempo que colocaba un pitillo entre sus labios. Le miró el rostro. Una bella cara femenina, arruinada por un excesivo maquillaje y una vida difícil. Sus brazos, sin broncear y levemente azulados por el frío cortante de la noche, mostraban evidentes señales evidentes de sus vicios. --- No. No fumo -contestó al tiempo que apretaba el puño alrededor del asa del maletín y echaba una rápida mirada alrededor.---¿No? ---repitió mientras sacaba ella misma un mechero. Se tomó el tiempo necesario para encender el cigarrillo y exhaló una blanca bocanada---. Entonces, quizá te interese pasar un buen rato. Siempre es bueno descargar tensiones. ---Se acercó aún más, al tiempo que acariciaba con sus dedos la solapa de su abrigo---. Mmmm, a juzgar por la calidad de tu ropa diría que trabajas mucho.
Observó como las descuidadas uñas raspaban el tejido por un momento para, seguidamente, volver a mirarla a los ojos.
Retrocedió un paso para que siguiera tocándole. Sin mostrar emoción alguna, la mujer apartó los ojos de él y acercó de nuevo el cigarro a sus labios. La punta incandescente brilló con más intensidad. Exhaló al aire la última calada, lanzó el cigarrillo contra el suelo y lo aplastó con saña. Sólo entonces volvió a mirarle.--- Rómulo. Ésas no son formas de tratar a una dama.
Lo sabía. Desde el momento en que se le había acercado, algo en ella le había advertido que no era lo que aparentaba ser.
--- Veo que no te sorprendes, chico listo --- dijo mientras le guiñaba un ojo, sonriéndole---. Vamos, empieza a cantar, no tengo toda la noche. ¿Qué llevas en ese maletín? ---inquirió, esta vez con el semblante completamente serio.--- ¿ De verdad crees que esto es tan sencillo?
--- ¿ Me tomas por tonta? Yo sola he conseguido averiguar quiénes sois y dónde os escondéis. Os he investigado durante mucho tiempo y te he seguido hasta confirmar mis sospechas. Reconozco que al principio no podía creerlo, pero ahora... ahora que reconozco de vuestra existencia, esto me ayudará a conseguir lo que deseo.--- El caso es que hay algo en ti que me resulta familiar. --- Volvió a mirarla, esta vez con otros ojos, tratando de recordar---. Sí. Ahora lo recuerdo. Fue hace algunos años.
--- Vaya, creí que eras de los que no recuerdan a los que has arruinado la vida--- aplaudió sin ganas.
--- Y dime, ¿ qué es lo que deseas? ¿Qué te ha prometido el inglés? ¿Dinero? ¿Posición? ¿Prestigio, quizá? O algo menos... ¿ cómo lo diría?, material.
El silencio de la mujer le dio la respuesta.
--- ¡Aja! Con que he dado en el clavo ---dijo, permitiéndose una sonrisa de triunfo.
--- Sí, ¿ y qué? ¿ Acaso tú no hiciste lo mismo? ---contraatacó, escupiendo las palabras.
--- Compruebo que tu investigación sobre nosotros no ha sido tan exhaustiva como pregonas.
--- ¡ A la mierda! ---exclamó furiosa. Ya no quedaba nada de aquella sugerente sensualidad que había presentado hacía unos minutos---. Sé que eres Obadiah Stane y también sé quien es tu hermano. Dame todos los datos que quiero y te dejaré vivir.
--- Desde luego, eres valiente--- tuvo que reconocer Lord.
Lanzó el maletín a un lado mientras empezaba a notar como la energía acudía a él desde lo más profundo de su ser, infundiendo poder en todo su cuerpo. En un instante, su aspecto se transformó por completo. La esencia humana quedó relegada a un segundo término, y dejó paso a una parte oscura y terrible.
Alertada ante la transformación, la mujer extrajo un afilado cuchillo, dispuesta a defenderse. Pero no fue lo suficientemente rápida. Antes de poder hacer algún movimiento más, las garras de Lord se habían clavado violentamente en su pecho y, mientras la mujer exhalaba su último suspiro, le arrancó con furia el corazón.
El cuerpo femenino cayó al suelo con un golpe seco, mientras el aún palpitante órgano yacía entre las afiladas zarpas del asesino.
--- Lástima que seas tan tonta.
Devoró el corazón en un segundo y, se relamió los labios al terminar.《Un problema solucionado》pensó. Ahora sólo debían adelantar el plan. Informaría a su hermano de ello y llamaría a su contacto para concertar una nueva cita. No podían permitirse ningún otro contratiempo.
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El secreto de la noche
ParanormalSteve Rogers trabaja como periodista para el periódico londinense The Lamppost. Su último trabajo es un caso sobre una mujer desaparecida tiempo atrás en unas extrañas circuntancias. Sus investigaciones lo llevan hasta Anthony Stark, el atractivo p...