El día era frívolo, corrompido por neblina en las altitudes y otros aspectos por contar, una no tan ligera pizca de desolación se paseaba por el ambiente cubriéndolo, aves inmelodiosas: ningún canto ni murmullo que alertara su asistencia, no existía eco alguno relacionado con la alegría, sólo el sonido del viento trasladándose a mi alrededor con el propósito de recorrerme y provocarme escalofríos en la espina dorsal
Un sol desahuciado hacía ausencia en los cielos, seguramente lamentándose por el decreto del General. Vacié dolencias sobre el aire, mirándolo, a pesar de que ya no requería más alientos de decepción... ya estaba repleto de eso.
—Al fin se irá al infierno —dijo una voz envidiosa.
—Una más —correspondió pensativa la acompañante de la primera.
Mi rostro ya no tenía expresión, ni enojo, ni pena, ni felicidad, pero mi alma era una combinación de cada sentimiento averiado existente. Tragué saliva forzosamente y miré el suelo, ¿es normal que algo arda en ti al tomar los soplidos del viento?
Escuché trompetas resonando en el campo, pegué un pequeño salto del susto repentino y regresé de mi hipnosis.
En esta parte todos se forman para saber la información del General. Montones y decenas de cadetes y sus rangos más altos comenzaron a salir por la puerta principal, se alineaban en el espacioso campo.
Divisé a lo lejos una chica de cabellera negra y tez pálida siendo tomada de los brazos con rudeza, estaban saliendo de una puerta de madera, tan vieja como elegante, ella, viéndose obligada a encaminarse al campo; corrí en su dirección, buscando su salvación.
—¡Por favor, por favor no! —decía apresurada y asustadiza mi chica de ojos verdes —.Voy a cambiar, lo juro, no me hagan esto, por favor, seré como los demás, seré mejor —Escucharla así se sentían como un millón de punzadas directo al centro de mi pecho.
La ojí-verde quería arrodillarse, pero los soldados la impulsaban hacia arriba para que se mantuviera a su altura y continuara avanzando.
—Compórtate, escoria, ya escuchaste al General —reprendió un muchacho con corte rapado, aplicando más fuerza en su agarre.
—Me estás lastimando —Se quejó con mirada profunda, una voz ahogada apenas ascendía por su garganta y veía momentáneamente su brazo.
El chico observándola repudiado escupió sobre aquellos orbes lamentosos lo siguiente:
—Te mereces eso y más. ¡Camina! —Y entre tres soldados la condujeron a su eterna sentencia: Él, una malhumorada joven con un cabellera lacia de color negro azabache y otro perdedor tras ella, cuidando su caminar.
—¡No, no, por favor! —La saliva en su boca provocada por el llanto no le dejaba parlamentar con claridad por más que la pasara por su garganta, su forma de ver sólo se tornaba en un mar de agonía, sinceramente, me ahogaba el corazón —. ¡NO, NO! ¡Por favor, paren! —apretaba sus párpados con tal fuerza, ¿acaso nos encerraron en una pesadilla cuyos muros hechos de condena nos obligaron a permanecer aquí hasta el desenlace?
Sus pies se arrastraban por el terreno, pero el soldado de atrás soltó una patada en sus piernas para que comenzara a andar con más firmeza.
—¡Au! —chilló ante mi y me obsequió sin pensar una mirada horrorizada. Mi pecho la capturó, pues subía y bajaba con rapidez, no estaba segura si era a causa de la impotencia o de la pena acumulada en su fondo, pero fue entonces que un mensaje salió disparado de mis labios:
—¡SUÉLTENLA! ¡POR FAVOR! ¡DÉJENLA! —Me acerqué a ellos vociferando con fortaleza pero mis suplicas fueron vanas.; el joven rapado con su hombro me tiró hacia un lado, tuve que retroceder, fue cuando el General salió de la puerta cercana, se colocó su gorra elevando su mirar al frente.
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Militar
FanfictionIntolerancia. Amor. Aniquilación. Fuerza. Armas. Aguas turbulentas. Y un uniforme de donde cuelgan insignias. Obra registrada en Safe Creative, código 1612019972491.