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Los pasos sonaron por toda la casa esa tarde de abril, mientras su madre daba precauciones a gritos, temiendo cualquier cosa. La pequeña de 9 años se dirigía a la puerta de salida, rodeo el picaporte con su mano y este cedió rápido, abriendo la puerta y dejando entrar la luminosidad de esa hermosa tarde. Joel se encontraba en la salida de la casa, junto a dos amigos mas, quienes lo acompañaban con bebida en mano charlando de manera extraña sobre el nuevo vecino, algo poco entendible para la pequeña. Su padre solo le guiño un ojo, y la niñita sonrió.

"Le hace falta un polvo para no cargar con esa cara" comento uno de ellos. Solo en una ocasión se había fijado en aquel hombre, nadie le acompañaba, sin embargo no parecía hacerle mal pues hacia su mudanza con discreción y sin dar previo aviso de su llegada. Ya hace tres semanas había llegado a aquella casa, que se ubicaba justo al lado. Se caracterizaba por tener un enorme patio trasero, rodeada por  césped descuidado, algo raro pues no daba la impresión de dar mal aspecto o de ser, en si, un patio horrendo dado a su tiempo de estar abandonado. 

Solo una cosa hacia brillar los ojos de la pequeña Misha, eran las formas de colores que aleteaban en ese lugar, dando vida a su naturaleza. Eran mariposas en gran cantidad, cada una llevaba un esbelto color, no cesaban de explorar aquel lugar.

En su camino al parque la intercepto la idea de aquella manifestación de colorida vida. Quedo ante la casa, y al final del extenso camino, alcanzo a vislumbrar algo que hizo sonreír a Misha, era la cola de un can, que desapareció, arrastrándose hacia lo que fuera que hubiera en esa parte del patio. Podría haber sido su imaginación, quien sabe, ademas estaba distraída mirando aquel espectáculo de mariposas. El sol iluminaba perfectamente, y supo distinguir el color de pelo de aquel perro, estaba entre marrón oscuro. Dio un paso hacia adelante y perdió de vista el grupo que acompañaba a su padre, todo era rodeado por un enrejado, seguido de tablones con altura suficiente para superar a la pequeña, haciéndola parecer una pequeña forastera, o una aventurera en tierras jamas exploradas, llenas de misterio y un pecaminoso secreto en sus adentros. Aun abundaban charcos de agua, pues la noche anterior había llovido. La pequeña gimió al sentir que su pie izquierdo se undio torpemente en uno de los charcos de agua, ensuciando su zapatilla. Lo pensó, medito en devolverse, quizás otro día tendría la oportunidad de adentrarse, pero como una pequeña mujercita se armo de actitud y continuo, pues no hallaba la hora de encontrar aquel peludo que alcanzo a ver, quizás se hallaba perdido, pensó tiernamente, mientras apenas imaginaba su forma o raza. Mientras daba pequeños pasos, noto que una de las ventanas de la casa estaba rota, no le dio gran importancia y se cruzo con la idea de que quizás el nuevo vecino no diría nada si la pillara, no ante tremenda allanadora de propiedades . 

Esperando verlo de frente, noto algo, pero de cierta manera no comprendía. Era marrón oscuro, brillante ante la iluminación del día. Estaba esparcido de manera tétrica, era como si se hubiera transformado, pensó la niña, y lo peor de todo, su raíz era un rostro humano, de aspecto pálido. El cadáver de la mujer estaba entrando ya en la puerta trasera de la casa, haciendo mover su rostro, como mirando fijamente a la inocente niña. Pero antes de tomar aire y contener la salida de un estremecedor grito, el cadáver ya no se movía, y el hombre ya corría en dirección a Misha, abalansandose sobre la niña y tapándola de la boca. 

La visión se oscurecía lentamente, el color de aquellas tierras misteriosas se iban apagando poco a poco, mientras el rostro del hombre parecía muy asustado por su llegada, parecía tener miedo, parecía haber sido sorprendido por una pequeña muy curiosa. Aun esperaba escuchar los ladridos de un can... aun no ladraba.

La Fosa De Las Mariposas.Where stories live. Discover now