Prólogo
El sonido del impacto de las puertas al chocar contra el muro quebrantado de la entrada fue imposible de distinguir a causa del ensordecedor retumbar de la canción "No Stopping Us" de el club nocturno.
Nicholas hizo una mueca de disgusto y asco al ver a todos esos humanos retorciéndose, brincando, drogandose y delirando. El lugar era gigastesco y oscuro, con luces de neón por todos lados y ese estruendoso dubstep rompiendole los sensibles tímpanos del oido. Dio una última encalada a su cigarrillo y lo tiró al piso, expulsando el humo de sus pulmones y pisandolo para que se apagara.
Entro en ese caos de pecados y empujo todo cuerpo que se metía entre el y su objetivo: Abrahel.
Maldijo y alzo la mirada a la ola de personas que chocaban contra el, impidiéndole caminar rápido. Pudo distinguir que el club no solo tenía humanos. Adapto sus ojos a la oscuridad del lugar y pudo ver un grupo de vampiros disfrutano de las venas de una pobre joven humana que trataba de zafarse de su muerte. También se encontro con la mirada de varios angeles caidos, que le sonreían y desaparecían de repente. Nicholas en serio odiaba cuando esos seres hacían sus feas jugadas, jodiendo con la mente de los demas, robando memorias, implantando memorias ajenas y luego desapareciendo de la vistas de sus victimas dejandolos espiritualmente y mentalmente exhaustos.
Los humanos no podían ver a ningún ser ancestral en el lugar, ellos sabían esconderse entre ellos.
Cuando llegó al area menos desordenada del lugar pudo ver entre las personas, mas alla de todos, una puerta trasera. La puerta se debatía entre desaparecer o materializarse, invisibilidad o solidez. Al parecer, La Reina se había ocupado de esconder bien su paradero. El era consciente que era el único que podía ver la espectral puerta parpadeante llamandolo, ya que los que pasaban al lado de ella no caían en cuenta de que estaba ahí. Mientras mas se acercaba a la puerta, mas frío sudaba. Abrahel estaba ahí dentro. Al acercarse lo suficiente a la puerta, sintió unos dientes afilados morderlo en la pierna derecha.
-Mira por donde caminas, pedazo de mierda.
Maldijo y retrocedió unos pasos, mirando sorprendido a este pequeño humanoide enojado cuidando la puerta. ¿Que coño? ¿Un duende? ¿Un demonio?
El podre diablo tenía las cuencas de los ojos cosidas y le faltaba el brazo izquierdo. Este se colocó en un lugar donde obstaculizaba la puerta trasera de cualquier otro que se acercara. Debía de ser uno de los miserables centinelas nuevos de la demonia.
Nicholas de agacho a la altura del enano y rió en voz baja.
-Tu debes ser Igor, maldito bastardo. No debiste de colgarme el móvil cuando llame a tu jefa. -Dijo mientras le pellizcaba una mejilla.
-Pudrete -Exclamó Igor con disgusto, escupiedo las palabras mientras se lo quitaba de encima-. Mueve tu culo ahi adentro, ella te esta esperando.
Nicholas esperó a que Igor se apartara y le diera luz verde para pasar. Abrió la puerta y se maldijo a si mismo. El pasillo era oscuro como la boca del lobo, y el olor era espeluznantemente asqueroso. Sintió como los vellos de su nuca se erizaban y miró hacia atrás donde estaba Igor, con una macabra sonrisa en la cara.
-¿Que?-. Preguntó Igor.
-¿Que coño mataron aquí adentro?
-La Reina se esta alimentando.
-Y una mierda. No saben que existen ambientadores, perfumes y sistemas de ventilación? ¿No tenéis un congelador para almacenar los cuerpos?
Igor se encogió de hombros y le dio la espalda, dirigiendo su cara al público.
Nicholas observó la espalda del pequeño bastardo y contó hasta diez para no rebanarlo en pedazitos. Mas tarde se encargará de el. Tomo una bocada de aire y entró, cerrando la puerta tras él. Gracias a los dioses que su visión estaba lo suficientemente aguda para ver en la oscuridad, pero era casi imposible caminar sin pisar lo que el pensaba que eran coágulos de sangre. Sintió náuseas, pero tuvo que controlar el impulso de darse la vuelta y salir de ahí. Maldito fuera su sentido del olfato. Quería arrancarse la nariz.
Estuvo andando por lo que pareció una eternidad en el zigzagueante pasillo hasta que vio lo que parecía una puerta con signos demoníacos grabados en su putrida madera. Desde abajo de la puerta el veía como salían rayos de luz roja.
-Aquí vamos.
Abrió la puerta y lo primero que entro en su campo de visión fueron extremidades de cuerpos. Muchas. Habían cuerpos mutilados por todos lados. La sangre pintaba las paredes que antes eran blancas y el olor era mas allá de lo horrible. Una solitaria bombilla de luz rojiza colgaba del techo y las ventanas fueron cuidadosamente cubiertas con empapelado negro para no dejar pasar la luz de afuera. Se fijó de otra cosa: los cuerpos solo eran masculinos.
Alzo la mirada a la tina de cuatro patas que estaba en el centro de la habitación. Estaba llena de sangre y pensó que estaba solo, hasta que vio como unas garras salían lentamente de pegajoso líquido rojo, acompañado por un brazo, cabeza y hombros.
Abrahel en serio amaba las entradas dramáticas.
Nicholas observó silenciosamente como ella salía de la tina.
Un escalofrío sepulcral se apoderó de su cuerpo, acompañado por mas náuseas y adoración. Extraña combinación. Abrahel era la viva imagen de una mujer físicamente perfecta. Las curvas finamente delineadas, pechos llenos y piernas largas, pero tenía otros aspectos que definían su naturaleza demoniaca: las garras que salían de las extremidades de sus dedos, los cuernos negros y curvados en su cabeza y las cicatrices cocidas tras su espalda, donde estában guardadas sus alas. La sangre cubría todo su cuerpo, y el único color que se podía distinguir era el negro sin fondo de sus ojos, oscuros como la brea.
-Nico, cariño!- Exclamó ella, con los brazos abiertos y una sonrisa espeluznante en la cara-. Llegaste, hermosura. Mirate, como has crecido este mes que no estuvimos en contacto.
-Si, la purina de perros hace maravillas-. Respondió mientras se acercaba a su modelo materno y la abrazaba, dejando que la sangre cubriera su chaqueta negra y su mejilla. La soltó y retrocedió a la pared mas cercana, recostando su peso desde ahí y relajándose. Estaba ya en territorio conocido. Siempre vio a Abrahel como una madre, ya que ella se ocupo de el cuando este fue abandonado en la Catedral St. Louis San Agustín de Nueva Orleans y desde ese momento fue su ayudante, complice e hijo.
-Perdoname por ser tan apresurada bebe -Exclamó mientras se acercaba emocionadamente a una vitrina de cristal, la cual el no había visto hasta ahora, y servía dos vasos: uno con sangre y licor y otro solo con licor.-Pero necesito tu ayuda.
Asistió mirándola expectante cuando ella se acerco a el y aceptó el vaso que ella le ofrecía.
-¿Que nesesitas?
Ella se bebió el vaso en un solo trago, lo tiró al piso despreocupadamente, y mientras ente se hacia añicos, respondió con voz cantarina:
-Quiero que encuentres a esta chica, que es muy especial para los de allá -Señaló el techo, refiriendose a cielo.- y me la traigas, para que pueda matarla.
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Persecución de sombras
Historical Fiction¿En verdad existen? seres mitológicos, cuentos de hadas, historias de la biblia... ¿Están aquí en el mundo? Esa era una constante pegunta que se hacía Elizabeth, hasta el día de su décimo - séptimo cumpleaños, cuando descubre que ella no es lo que p...